México artesanal: más allá del boom

Los productos de los artesanos mexicanos están siendo amenazados por el plagio de las grandes industrias y el comercio en línea. Sin embargo, han surgido plataformas digitales enfocadas a vender y promocionar artesanías de forma justa para evitar que estos artistas queden desprotegidos
Azaneth Cruz Azaneth Cruz Publicado el
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Hasta hace algunos años Doña Irma Gervacio sembraba café para vivir, pero en el 2014 una plaga terminó con todos los cafetales que había en San Juan Cotzocón, una comunidad ubicada en la sierra norte mixe de Oaxaca.

Fue entonces que esta mujer regresó al telar de cintura, una técnica prehispánica para tejer lienzos y huipiles que aprendió de su madre para poder tener ingresos y sacar adelante a su familia integrada por 3 hijas y un hombre.

En promedio un huipil o una blusa de doña Irma Gervacio es vendida en mil pesos a través de la tienda online de Apapacho, una asociación sin fines de lucro que se guía bajo los principios de comercio justo y que pretende revalorar el trabajo de artesanos como Irma Gervacio.

En México no hay actividad que represente más los valores de identidad nacional que el trabajo artesanal.

En México no hay actividad que represente más los valores de identidad nacional que el trabajo artesanal

Pero más allá del auge que se vive en el Mundo por la Marca México, los artesanos mexicanos como Irma Gervacio enfrentan una serie de problemáticas que impiden el crecimiento pleno de esta actividad como lo es la falta de una regulación que los proteja, la explotación por parte de intermediarios, el plagio de las grandes marcas y la competencia desleal con mercancías chinas.

Según datos del INEGI, más de 12 millones de personas viven en México del comercio de las artesanías, una actividad que se estima contribuye al PIB en 490 mil millones de pesos.

Según datos del INEGI más de 12 millones de personas viven del comercio de las artesanías en México

El reciente anuncio hecho por Amazon de vender productos artesanales de México a través de su programa Handmade, luce a primera vista como algo positivo para el sector , sin embargo, especialistas entrevistados por Reporte Indigo tienen sus dudas sobre si realmente los beneficiados con esta iniciativa serán los artesanos o los intermediarios.

 La compañía de comercio electrónico más grande del mundo, abrió la puerta a las artesanías, los artesanos y lo mexicano hecho a mano.

 “Amazon Handmade está intentando reconocer al artesano, detallando las características de elaboración y origen de su producto, pues creemos que entre más información le demos al cliente, al momento de su compra va a saber diferenciar y elegir entre productos de calidad y/o similares, motivando su decisión con base en la información que ya conoce del artesano y su arte”, explica Julio Gil, Gerente de Relaciones de Amazon México.

 Para la compañía, la descripción y la venta de productos artesanales en línea puede servir como una herramienta que proteja las creaciones del autor, sin embargo, no las exime del fenómeno del plagio.

“Si ellos realmente tuvieran una forma ética de contactar al artesano, de decir quién es, cómo lo hizo y así lo vendieran, sería un beneficio”, explica Pilar Ambrosio, de la asociación Apapacho.

“El modelo de Handmade ha sido implementado en éxito en algunos países, es por ello, que los productos que entren a este apartado de Amazon deben cumplir con una serie de normas, en donde la más importante es que esté hecho a mano”, comenta Julio Gil.

Amazon, exhorta a los artesanos mexicanos que tengan algún problema para registrar sus productos o con su registro en línea a comunicarse con sus asesores para que puedan apoyarles a exponer su arte en una vitrina internacional.

El colectivo La Cosita Chula, una organización que promueve el comercio justo entre sus integrantes, también ve con reservas la iniciativa de Amazon que va de la mano del Fonart.

“No sabemos a quién realmente va a beneficiar lo de Amazon”, expresa un vocero de La Cosita Chula.

Los abusos y la explotación que sufren los productores artesanos en México es provocada en parte por la falta de regulación y leyes que eviten este tipo de situaciones.

“Hay leyes que a veces no son las más convenientes, las más adecuadas ni las más justas. No se tienen los marcos legales para determinar cómo puede ser más justa esa relación”, reconoce Walther Boelsterly, director del Museo de Arte Popular de la Ciudad de México.

Hace unos días buscando poner al alcance de todo el mundo lo hecho a mano por mexicanos, el programa ‘Amazon Handmade’ llegó a un acuerdo con el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART) para colaborar en la distribución y venta de algunas de las artesanías que artesanos exhiben dentro de la institución.

Al igual que el acuerdo realizado con la empresa de comercio electrónico más grande del mundo, FONART se unió a las tiendas Coppel para impulsar a través de la adquisición de más de 69 mil artesanías (que darán como reconocimiento a sus clientes) el desarrollo y la importancia de este gremio en México.

De acuerdo con el comunicado enviado por la tienda departamental, la alianza busca promover el trabajo de los artesanos y acercar las artesanías a los clientes, además de brindar con la adquisición, capital que permita a los artesanos seguir transformando y renovando la materia prima con la que realizan trabajos que engrandecen a la cultura.

El FONART es un fideicomiso público sectorizado en la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), el cual busca promover la actividad artesanal del país y contribuir en los ingresos y desarrollo de los artesanos mediante programas, promoción y diversos apoyos.

Para hablar sobre el tema, se buscó una entrevista con Liliana Romero, directora del FONART, sin embargo la petición no fue atendida por su equipo de colaboradores.

Uno de los miedos más grandes de los comerciantes artesanos en México es el de vender sus productos a un precio justo, pues temen que de ser así nadie los quiera comprar
Pilar AmbrosioAsociación Apapacho

Con derecho a plagiar

A la par de las instituciones, artesanos están poniendo manos a la obra con asociaciones u organismos que pretenden fomentar el comercio justo entre grupos, tratando de evitar, ante los huecos de la ley, que las empresas continúen acrecentando una cadena de plagios que tiene en ella sólo un par de beneficiados.

Desde el plagio de Nike en sus zapatos deportivos donde tomó y además patentó el arte ‘ojos de dios’ y ‘los venados azules’, entre otros diseños relevantes para la cultura huichol, hasta el reciente caso de la empresa española Mango que reconoció haber tomado en uno de sus suéteres ‘debido a la inspiración de una imagen encontrada en internet’, la cual contenía el diseño de bordados conocido como ‘Tenangos’, poco se ha intentado legislar para frenar a los devoradores del mercado.

La ley no está del lado de los artesanos, pues ellos tendrían que tener registrados todos sus productos para poder acusar de plagio a las tiendas o grandes empresas que los usan para beneficio propio

“Para hablar de plagio hay que clasificar las formas de apropiación y hacer una valoración con base en lo que es lo más avanzado de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y los derechos culturales”, comenta la antropóloga y especialista en textiles tradicionales Marta Turok.

Para la investigadora del INAH, Marina Anguiano, que participó en el Foro ‘Patrimonio Cultural Inmaterial Derechos Colectivos’, el plagio en términos de lo artesanal, puede definirse como la apropiación de diseños por parte de las grandes empresas, las cuales crean estereotipos falsos y desvirtúan la cosmovisión de la forma en que fue creada una pieza por un pueblo o comunidad originaria.

“Todos los días está saliendo algo nuevo en esta expropiación, plagio y explotación de la simbología de los artistas de los pueblos originarios…

Cuando las empresas comerciales toman temas de la cultura autóctona tangible, también desvirtúan lo intangible y lo despojan de su significado, convirtiendo a la cultura indígena en un objeto de mercadotecnia con fines de lucro”, dice Anguiano.

La cadena de abuso contra el trabajo de los artesanos viene de décadas atrás, pero de acuerdo con expertos, el robo de su esencia y reproducción en masa aumentó con la llamada ‘fiebre de la moda por lo tradicional’.

El abuso contra el trabajo de los artesanos viene de décadas atrás, pero aumentó con la llamada ‘fiebre de la moda por lo tradicional’

“Cuando ‘lo tradicional’ se pone de moda, vemos cómo surgen de manera desmesurada los casos de apropiación, pero no es sólo en lo indígena, sino las expresiones culturales tradicionales”, expuso la antropóloga Marta Turok, dentro del Foro ‘Patrimonio Cultural Inmaterial. Derechos Colectivos’.

Turok cuestionó dentro de su ponencia en el foro de análisis del sector cultural cómo era posible que se pudiera plagiar un bordado hecho a mano, además de discutir las carencias dentro del marco legal que protegen a los artesanos.

“Desde lo estrictamente legal, tú tienes que tener algo registrado para que entonces puedas llamarle plagio. La ley no está del lado de los artesanos, todos se creen con derechos de usar sus modelos con el argumento de que son  del domino público y con eso ‘yo puedo hacer lo que quiera’”, explica Turok Wallace, también autora de ‘El Caracol Púrpura: Una Tradición Milenaria en Oaxaca’.

Para Pilar Ambrosio, fundadora de la Asociación oaxaqueña Apapacho, es importante fortalecer a los artesanos en las áreas en las que son más débiles, empezando por la valorización de su trabajo.

“Lo que hace Apapacho es vender el trabajo de los artesanos en un entendido de comercio justo, siempre poniendo quién es el artista y el origen de la artesanía.

También presentamos capacitaciones en el que la primera de ellas es la valorización de su trabajo.

Uno de los miedos más grandes que me he encontrado con los artesanos es el de vender su trabajo a un precio justo, pues temen que nadie les quiera comprar”, explica Ambrosio.

Para este programa -de los cinco que ofrece Apapacho-, le ayudan al artesano a calcular sus gastos comunes, sus gastos de transporte, material, mano de obra, tiempo, esfuerzo y requerimientos para optimizar las condiciones de trabajo y otro tipo de factores que les ayude a calcular el verdadero precio y valor de su trabajo artesanal.

A comparación de otras grandes empresas que pretenden ayudar a los artesanos para que comiencen con el ‘aprenda a ser su propia vitrina y hágalo con sus propias manos’, esta asociación les enseña a través de diversos programas las formas en que se pueden amparar de una forma sencilla, como la de colocar siempre la descripción de su trabajo, la técnica, el origen, el tiempo y otros elementos más.

Comercio justo

  1. Oportunidad para productores desfavorecidos
  2. Transparencia y responsabilidad
  3. Prácticas comerciales justas
  4. Pago justo
  5. No al trabajo infantil ni al trabajo forzado
  6. Igualdad de género
  7. Buenas condiciones de trabajo
  8. Desarrollo de capacidades
  9. Libertad de asociación
  10. Respeto al medio ambiente
Fuente: Organización Mundial del Comercio

 

Más allá de Amazon y Fonart

“Blusa Pejy. Blusa de un lienzo realizada completamente en telar de cintura con brocado y calado en hilo de algodón. Realizada en San Juan Cotzocón, Oaxaca, México por Irma Gervacio Miguel. Tiempo de realización: cinco días. Precio: 650 pesos.

 Rebozo Tuk. Reboso tejido en telar de cintura en hilo de algodón. Elaborado por Amalia Martínez Casas en Tamazulapam del Espíritu Santo, Oaxaca, México. Tiempo de elaboración: 3 semanas. Precio: 970 pesos”.

Los anteriores son ejemplos de las prendas que se venden en la tienda online de Apapacho, una asociación oaxaqueña sin fines de lucro que busca mejorar la calidad de vida de los artesanos a través del comercio justo de sus piezas.

Al igual que Apapacho, otras asociaciones como La Cosita Chula buscan el desarrollo y el trabajo de los artesanos a través de páginas en línea en las que implementa el ‘comercio el justo’.

En México existen asociaciones que buscan fomentar y desarrollar el trabajo de los artesanos a través de páginas en línea en las que se implementa el comercio justo

“Llevamos tres generaciones en el negocio de la alfarería y comenzamos a darnos cuenta que la nueva generación que venía no estaba tan interesada en seguir trabajando el producto de la manera en que nosotros lo veníamos haciendo.

Pensamos que preservar la cultura a la manera en que a nuestros jóvenes les gusta podría ser otra forma de luchar contra el olvido de técnicas milenarias que otras personas seguro continuarán, además de luchar contra el abuso de las grandes empresas ayudando a otros artesanos que no tienen las herramientas para promover su producto nacional”, explica un vocero de La Cosita Chula.

Nacida de la búsqueda de poder promover el producto nacional a través de ventas en línea, La Cosita Chula no sólo funciona como una plataforma, pues actualmente está compuesta por 80 artesanos de 15 estados de la República, los cuales, forman parte del esquema de ‘comercio justo’ artesanal.

“Hay una moda desvirtuada por lo que han llamado #ConsumeNacional, pero también hay carencias, explotación y necesidad… ‘La Cosita Chula’ busca bloquear a las personas y empresas que pretenden abusar”, advierten sus promotores.

De acuerdo con la fundadora de la Asociación Apapacho, el comercio justo está basado en un modelo agrícola, que fue retomado por organismos internacionales que tienen una certificación, como herramienta contra el abuso.

“México pertenece al Organización Mundial de Comercio Justo, pero aún no existe un organismo que certifique el ‘comercio justo’ en el país, por lo que el mercado de masas le está ganando a los artesanos mexicanos”, comenta Pilar Ambrosio.

“México pertenece a la Organización Mundial de Comercio Justo, pero aún no existe un organismo que certifique el ‘comercio justo’ en el país”
Pilar AmbrosioFundadora de la Asociación Apapacho

En una revisión a la página de la Organización Mundial del Comercio Justo (WFTO por sus siglas en inglés) aparece México como uno de los miembros, sin embargo, carece de organizaciones que regulen el comercio justo.

Lo que buscan los artesanos mexicanos es  algo sencillo: que los consumidores, mexicanos o extranjeros, paguen un precio justo (sin regateos) por sus productos artesanales. Y que las grandes marcas de ropa no plagien sus diseños. Es algo justo. Es algo digno.

MAP: Innovación artesanal

Entre las instituciones enlace que exhiben el trabajo de los artesanos mexicanos se encuentra el Museo de Arte Popular (MAP).

Un espacio público que fomenta el arte popular mexicano a través de sus exposiciones, talleres, concursos, seminarios y actividades que invaden las calles de México.

Ante el plagio, la explotación y la situación actual que viven los artesanos mexicanos, el MAP ha establecido acciones para recuperar la biodiversidad de las artesanías a través de la exposición y venta a través del comercio justo.

“El MAP tiene como misión apoyar a los artesanos, la artesanía y el arte popular de diferentes maneras. Desde la exhibición de sus piezas, la conformación de talleres que de alguna manera van perfeccionando el aprendizaje de técnicas, valorización del trabajo, la innovación, entre otras.

Por ello y debido a los casos de éxito con algunos de ellos, hemos decidido establecer una línea directa entre los artesanos y la biodiversidad de sus productos, además de bridar capacitación a través de diversos talleres”, explica Walther Boelsterly, director general del Museo de Arte Popular.

Para el Mtro. Boelsterly, es importante que el país preserve la artesanía, pues es a través de ella, sus artesanos y pueblos originarios que la cultura se mantiene viva.

“No podemos hablar de justicia cuando hay servicios básicos que no se les están ofreciendo a los artesanos… Cuando se les solicita un registro electrónico, pero donde viven no hay agua o luz.

Sin embargo, hay que considerar como algo importante la exposición de las artesanías o el arte popular mexicano a través de los espacios que en línea se puedan otorgar… Si no nos subimos al comercio en línea nos pueden dejar”, comenta.

Para el director del MAP la responsabilidad es de todos, no sólo de unos cuantos, pues somos los ciudadanos los que también debemos considerar el precio y la calidad de lo que vamos a comprar.

“Sí falta legislar, pero también falta como ciudadano no comprar piratería, productos chinos, regatear y excusarnos en las instancias”, explica.

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