Una escuela sin maestros

Roberto Olea Alonso tiene 12 años de edad, va a la Telesecundaria “Gabino Barreda” del municipio de Amozoc, en el estado de Puebla, su sueño es estudiar para ser maestro de matemáticas, pero hay un inconveniente: en su escuela, desde hace dos ciclos escolares, no tiene maestro.

 

90
alumnos de la Telesecundaria tienen casi dos años asistiendo a la escuela sin contar con el apoyo de un maestro
Los maestros y los alumnos deben estar en su salón de clases, estudiando, para que la educación funcione en el país” 
Roberto Olea AlonsoAlumno

Roberto Olea Alonso tiene 12 años de edad, va a la Telesecundaria “Gabino Barreda” del municipio de Amozoc, en el estado de Puebla, su sueño es estudiar para ser maestro de matemáticas, pero hay un inconveniente: en su escuela, desde hace dos ciclos escolares, no tiene maestro.

 

Aun sin profesor, Roberto no ha faltado un solo día a la escuela desde que sus padres lo inscribieron en la secundaria. Tiene la esperanza de que un día encuentre a alguien en el salón de clases que le 

pueda ayudar en su formación académica.

 

Ya va en segundo año. No sabe cómo, pero a él, al igual que a sus otros 90 compañeros de clases, lo ascendieron de grado. Al inicio de este ciclo, les dieron la buena noticia de que no repetirían el curso del primer año. No hubo necesidad de un examen de evaluación académica.

 

Técnicamente el grupo de segundo “A” de la secundaria “Gabino Barreda” es un grupo autodidacta. 

 

Todos los niños, sin la presencia de algún maestro, y a veces bajo el liderazgo del más grande del grupo, Bryan Emilio Hernández Ávila, se organizan para estudiar solos.

 

Los más avanzados ayudan a los que más trabajo les cuesta aprender.

 

Bryan Emilio asume el papel de papá dentro del grupo. Con regaños ordena a los distraídos a poner atención en la lectura. Todos lo miran con tanto respeto, que a veces le piden permiso para no asistir a clases.

 

En la dirección de la secundaria se sabe del “grupo huérfano”, pero allí poco se puede hacer. Se han hecho solicitudes de maestro para la institución, sin que haya respuesta oficial. Los padres de familia tampoco se han quedado con los brazos cruzados.

 

“No hemos dejado de insistir ante la Secretaría de Educación, que nos manden maestro para ese grupo, pero no hay respuesta. Ya llevamos así casi dos años”, dijo la secretaria de la Sociedad de Padres de Familia, Laura Alejandra Rodríguez Nava.

 

De acuerdo a la presidenta de la Sociedad de Padres de Familia de esa Telesecundaria, Verónica Huerta, la respuesta oficial es la misma siempre: “No tenemos presupuesto, háganle como quieran”.

 

Por eso esta vez le hicieron como quisieron; un grupo de casi 100 padres de familia de todos los grupos de la institución realizaron un bloqueo a la carretera federal Amozoc-Tepeaca, para reclamar a la Secretaría de Educación el envío de un maestro para los 90 alumnos que se están formando solos.

 

Pero la formación autodidacta en la que prácticamente han caído los alumnos del segundo “A”, no les molesta a ellos. 

 

“A veces pienso que es bueno que nosotros sepamos aprender, pero sí necesitamos la ayuda del maestro, para que nos explique lo que no entendemos”, explica Bryan Emilio.

 

Les hacen ‘bullying’

 

Los autodidactas han pedido el apoyo de la dirección del plantel para que “de vez en cuando” les manden un maestro de los otros que trabajan en el plantel. 

 

La dirección, de manera regular, apoya al grupo con profesores que les orientan en las lecciones de manera temporal. Se ha buscado la forma de colocar a esos alumnos en otros grupos para que avancen en sus lecciones, pero ellos mismos se han negado a esa posibilidad.

 

“Esa es una buena opción, pero en ninguno de los otros salones nos quieren, todos nos rechazan, nos dicen ‘los abandonados’ a veces nos llaman ‘los arrimados’, por eso preferimos quedarnos en nuestro salón y estudiar todos juntos”, dijo Roberto Olea Alonso.

 

Los estudiantes del segundo “A” también se sienten “bulleados” por los propios maestros de su Telesecundaria. 

 

Por eso rechazan las asesorías fuera de clases a las que algunos profesores se han ofrecido para todo el grupo. 

 

“No queremos que nos enseñen por lástima”, dijo Lucero Hernández, la rebelde del grupo. “Nos exigen que estudiemos y los maestros no vienen”, es algo que no alcanza a embonar en su lógica.

 

Por eso rechazan la presencia del director en el aula de clases, “porque sólo viene a regañarnos”, y tampoco aceptan la presencia de algunos otros maestros, “porque se la pasan mirando su celular”, explicó Bryan Emilio, quien es observado con atención por todo el grupo al momento de hablar con Reporte Indigo.

 

No pierden la esperanza

 

 

Roberto Olea Alonso, pese a su minoría de edad habla como un adulto. Dice que de qué sirve la Reforma Educativa si hay alumnos -como ellos- que no tienen la posibilidad de tener un maestro permanente que les ayude en sus dudas. 

 

No sabe a bien de qué trata esa enmienda, pero dice que no va a funcionar si los maestros no están con los alumnos. 

 

Dice que, si pudiera hablar con el secretario de Educación Pública, le pediría que buscara la forma de que todos los estudiantes contaran con un maestro para que les ayude a entender los libros de texto.

 

“Sólo quiero que las cosas en México funcionen bien, y la escuela es la base para que se solucionen todos los problemas que tiene nuestro país”; y el principal es el narcotráfico, y se puede solucionar desde la educación.

 

Roberto Olea Alonso observa cómo algunos de sus compañeros, entre bromas y risas, dicen a Reporte Indigo que a lo que aspiran a ser cuando grandes es ser narcotraficantes, “para tener mucho dinero y mucho poder”.

 

Guadalupe, de apenas 13 años, dice entre bromas que a ella le gustaría que “‘El Chapo’ fuera maestro de secundaria, porque él ha hecho más que Enrique Peña Nieto”.

 

Guadalupe fue la niña que en el bloqueo a la carretera Amozoc-Tepeaca, se plantó con una pancarta que decía “El Chapo, para maestro”.

 

Bajo ese panorama, con resignación los 90 alumnos ven la posibilidad de no poder ir a la preparatoria. Saben que no tienen probabilidades de acudir en el ciclo que les corresponde, porque claramente no cuentan con la formación académica requerida.