La recesión que se avecina

El aumento de las tasas de interés de los principales bancos centrales y las políticas proteccionistas de Estados Unidos y China abren la posibilidad a que se desencadene una nueva crisis financiera global, la cual pondría en aprietos al gobierno entrante por la dependencia de México con su vecino país del norte

La economía global es como un paciente que salió de un coma pero que aún agoniza. A una década de la última crisis financiera que se originó en Estados Unidos con el colapso de la burbuja inmobiliaria y que contagió al resto del mundo, las alertas se vuelven a encender ante el temor de que una nueva recesión se esté gestando.

Analistas consultados por Bank of America pronostican que el epicentro de esta tormenta será Estados Unidos, pues la mayor economía del mundo sufrirá una desaceleración en el segundo trimestre de 2019 y en 2020 los vientos de la crisis se expandirán a todo el planeta.

La incertidumbre aumentó luego de que la semana pasada se experimentó una volatilidad bursátil que trajo consigo correcciones en las principales Bolsas tras meses de ascensos.

El golpe más duro se lo llevaron los mercados de Nueva York y Tokio al caer más de 3 por ciento durante la jornada del miércoles 10 de octubre.

Algunas de las razones que hacen creer que ocurrirá una nueva recesión es que el estímulo fiscal que sostiene el crecimiento estadounidense está por agotarse y el nivel de la inflación será mayor por los frentes comerciales que el presidente Donald Trump tiene abiertos con China y una decena de países a raíz de la imposición de aranceles.

Además, el impulso que recibe la economía de Estados Unidos derivado de la reforma fiscal firmada por el mandatario republicano mantiene la presión para que la Reserva Federal (Fed) continúe con las alzas graduales en las tasas de interés.

El inquilino de la Casa Blanca ha declarado que su “mayor amenaza” es el banco central estadounidense debido a que el rápido incremento en la tasa de referencia amenaza la salud de la economía nacional.

Esteban Rojas, analista de mercados financieros, explica que cuando el crecimiento es débil, la Fed mantiene sin cambios su política monetaria, pero al ajustarla, el riesgo de recesión es mayor.

Asimismo, el especialista plantea la interrogante sobre si en este momento el ciclo de expansión económica de Estados Unidos está por llegar a su fin, al considerar que desde 1945 este periodo ha durado alrededor de 58 meses en promedio, de acuerdo con cifras de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER por sus siglas en inglés).

Este último lapso que comenzó en marzo de 2009 lleva 115 meses, cinco meses menos que el período de crecimiento económico más largo registrado entre 1991 y 2001.

Durante el segundo trimestre de este año, la economía se aceleró a su ritmo más veloz en casi cuatro años a una tasa anualizada de 4.1 por ciento, gracias a que los consumidores estadounidenses aumentaron su gasto.

Para el cierre de 2018, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una expansión de alrededor de 3 por ciento, mientras que en 2019 avanzará un 2.5 por ciento.

Las cuatro condiciones para que ocurra una recesión son: aumento de la inflación; contracción de las ganancias corporativas, alza de tasas y desequilibrios macroeconómicos

“Se están prendiendo focos rojos porque hay señales que apuntan a un sobrecalentamiento en Estados Unidos. El crecimiento registrado es insostenible dentro de un contexto en donde se ve una estrechez en el mercado laboral y también existe una preocupación por el fuego cruzado de aranceles con China que puede arrastrar a todo el mundo”, precisa Esteban Rojas.

¿Prematuro hablar de crisis?

Históricamente las crisis mundiales han estado marcadas por una fuerte desaceleración del crecimiento y una reducción del Producto Interno Bruto (PIB).

Desde 1980 se han registrado cuatro tormentas financieras: a principios de los 80, principios de los 90, en 2001 y la última en 2008.Cada una estuvo caracterizada por presentar una reducción económica, del comercio y del sector financiero, según el Proyecto de Estabilidad Financiera de la Universidad de Harvard.

Dario Perkins, analista de TS Lombard, destaca en un análisis las cuatro condiciones para que ocurra una recesión: aumento de la inflación; contracción de las ganancias corporativas; alza de tasas y desequilibrios macroeconómicos.

Aunque se prevé que la Fed realice más ajustes a su política monetaria en los siguientes meses y meta más presión, Arturo Damm, académico de la Universidad Panamericana (UP), asegura que las condiciones actuales no son motivo de preocupación.

“Todavía no hay signos que nos puedan llevar a afirmar que estamos en la antesala de una nueva recesión a nivel mundial, pero si Estados Unidos sigue por el camino contrario al libre comercio y la disputa con China avanza, eso sí podría llevar al mundo a una complicada situación financiera”
Arturo DammEconomista

Los rumores de que la siguiente crisis sería peor a la de 2008 cobraron fuerza hace unos días por lo ocurrido en los mercados bursátiles.

No obstante, Joel Martínez, director general de la consultora de análisis económico Visor Financiero, descarta que esto vaya a ocurrir. Por principio, porque hace 10 años el desequilibrio global fue ocasionado por la crisis inmobiliaria en Estados Unidos que llevó al banco de inversión Lehman Brothers a declararse en bancarrota.

“Me parecen exageradas esas posturas, pues con los datos que existen en este momento no es posible tener una crisis similar. Cuando las personas dejaron de pagar las hipotecas, el sistema financiero colapsó y eso hoy no existe porque los bancos estadounidenses están mejor regulados”.

Emergentes en riesgo

Los países con economías emergentes también se ubican en el ojo del huracán ante una posible crisis económica en Estados Unidos.

Estas economías, además de presentar dificultades económicas particulares, también enfrentan otras condiciones adversas mundiales como el alza de los precios del petróleo, la fortaleza de la moneda estadunidense y las subidas en las tasas de interés.

El clima se complica ante los desequilibrios económicos que pudieran presentar, pero sobre todo ante los altos niveles de endeudamiento por parte de sus gobiernos que, en algunos casos, ha llevado al debilitamiento de las monedas locales.

Por si fuera poco, algunas de estas naciones enfrentan las complicaciones de la administración estadounidense, pues el gobierno de Donald Trump ha propiciado una guerra de aranceles en la que China y Turquía también son protagonistas.

El panorama para estos países es complicado y podría agravarse ante una eventual crisis en el país norteamericano, explica Raymundo Tenorio, analista económico del Tecnológico de Monterrey.

“Las economías emergentes están mal, por ejemplo, Rusia no confía en la banca internacional, Sudáfrica recién entró en crisis y Canadá registra problemas de inflación”
Raymundo Tenorioanalista económico del Tecnológico de Monterrey

El también académico destaca el desempeño que deberán tener los gobiernos de estos países para aminorar el efecto dominó que Estados Unidos podría provocar para que existiera una crisis a nivel global.

No obstante, Tenorio recalca que ante una posible recesión, los gobiernos no deben tomar medidas preventivas, sino reactivas, lo que expondrá la capacidad de maniobra de los países al mando.

Otras amenazas

Los ajustes en la política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos no son los únicos riesgos que están latentes.

Un nuevo tsunami se está gestando con en el crecimiento de la deuda global, la cual se ubicó en 318 por ciento con relación al PIB internacional al cierre del año pasado, de acuerdo con el Banco Mundial (BM).

De presentarse una crisis financiera a nivel global los países con economías ascendientes también enfrentarán otras condiciones adversas mundiales como el alza en los precios del petróleo, la fortaleza de la moneda estadounidense y las subidas en las tasas de interés

“El sobreendeudamiento en una etapa como la que estamos viviendo ahorita puede agravar los problemas tanto de los gobiernos como de las empresas y familias que se han endeudado”, manifiesta Arturo Damm, académico de UP.

De igual forma, el economista ve otros factores que pueden poner cierta presión sobre las condiciones financieras globales, entre los que destaca el precio del petróleo, la mentalidad proteccionista que se está multiplicando por el mundo y el Brexit.

“Si Estados Unidos mantiene una política proteccionista, lo mejor sería que los países afectados no respondieran con medidas espejo, pues si lo hacen el futuro no luce nada alentador”, expone.

La encrucijada de México

El desplome de Lehman Brohters el 15 de septiembre de 2008 tuvo un efecto dominó en las economías mundiales, a causa de ello, muchos bancos centrales intervinieron en la banca privada para mitigar el tamaño de la catástrofe económica.

La economía de México no fue la excepción y también sufrió los efectos de la recesión. En 2008 el peso perdió hasta 50 por ciento de su valor frente al dólar estadounidense, hecho que orilló a los inversionistas a adquirir grandes cantidades de billetes verdes.

La dependencia del gobierno mexicano con Estados Unidos lo pone en una posición difícil en caso de que su vecino del norte entre en una crisis económica, por lo tanto la nueva administración deberá recortar el gasto público y ejecutar un presupuesto que mantenga el equilibrio financiero

Otro de los golpes que entonces recibió la economía nacional fue la caída en la producción, mientras que las promotoras hipotecarias también se contaminaron de la crisis estadounidense.

Diez años después el panorama para México es diferente, aunque no del todo alentador

Especialistas coinciden en que la economía nacional cuenta con mayor fortaleza en los indicadores económicos, sin embargo una posible recesión en el país vecino del norte afectaría de forma directa.

Aunque Joel Martínez, director general de la consultora de análisis económico Visor Financiero, rechaza la idea de que Estados Unidos pronto pueda sufrir una recesión, estima que la posibilidad de un menor ritmo de crecimiento del PIB estadounidense tendrá impactos negativos sobre la economía nacional.

“Si sucediera algo como en 2008, que es una probabilidad muy baja, la forma para enfrentarlo lo mejor posible es tener unas finanzas públicas sanas, que los bancos se encuentren capitalizados y menos expuestos al crédito. Más no se puede hacer”, opina.

Ante ese panorama, el especialista advierte que México podría registrar menores niveles de exportación y producción, ya que Estados Unidos adquiere cerca del 90 por ciento de los productos hechos en tierra azteca, cifra de la que el 85 por ciento corresponde al sector manufacturero

Por su parte, James Salazar, subdirector de análisis económico de CIBanco, comparte que la economía mexicana enfrentaría mejor una situación adversa si las condiciones económicas se mantienen como las actuales, aunque coincide en el golpe a las exportaciones.

Salazar Salinas explica que al reducir el número de envío de mercancías al mercado norteamericano, sectores como el automotriz, el de autotransporte de carga y el de logística serían los más afectados.

Este efecto negativo podría extenderse a otras industrias como la electrónica, química, petroquímica y los productos agropecuarios.

Retos para el nuevo gobierno

Los expertos coinciden en que la destreza del gabinete económico de la administración que tomará el timón del país será clave para evitar que un resfriado económico se convierta en pulmonía.

Para Martínez, de Visor Financiero, si Estados Unidos entra en una recesión económica, la próxima administración deberá mostrar su fortaleza para recortar el gasto público, además de presentar y ejecutar un presupuesto que mantenga el equilibrio financiero.

Aunque no todas las visiones son positivas. Raymundo Tenorio, analista económico del Tecnológico de Monterrey, advierte un riesgo debido a que el nuevo gobierno busca implementar una economía restrictiva.

“No estamos preparados para una eventual crisis recesiva en Estados Unidos y menos con un gobierno que no va a utilizar la política fiscal con el propósito contracíclico, como debería”, refiere.

El también catedrático explica que la política fiscal de la administración federal entrante impulsará un gasto que podría causar alzas inflacionarias.

En tanto, Salazar de CI Banco, destaca que el nuevo gobierno deberá mantener las condiciones idóneas para evitar índices inflacionarios y tasas de interés más altas, además de promover los canales de consumo público y privado con el fin de eliminar dificultades para mantener estables las finanzas públicas que permitan sortear una posible crisis.

“El reto para el próximo gobierno será seguir con el proceso de consolidación fiscal. Ya que la única manera de compensar afectaciones externas es con un mercado interno más fuerte”
James SalazarSubdirector de análisis económico de CIBanco