Pega impunidad a Iglesia Católica tapatía

El asesinato del sacerdote en el municipio de Tlajomulco llevó, sin embargo, a que tanto el cardenal de Guadalajara, Francisco Robles Ortega, como la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), exigieran su resolución a las autoridades jaliscienses

Los llamados que han hecho los jerarcas católicos para que no quede en impunidad el asesinato del sacerdote Juan Miguel Contreras García, ocurrido el 20 de abril pasado al interior de una iglesia de Tlajomulco de Zúñiga, han servido de muy poco para dar con los responsables del ataque.

Hasta hoy la Fiscalía General de Jalisco no ha detenido a ninguno de los autores del asesinato, aunque inicialmente se informó que fueron un par de sujetos los que llegaron a la iglesia San Pío de Pietrelcina, ubicada en la colonia Haciendas de Santa Fé, para dispararle a quemarropa al sacerdote.

De acuerdo con las autoridades locales, y en específico con el secretario General de Gobierno del Estado, Roberto López Lara, sí hay avances en la indagatoria que sigue la Fiscalía jalisciense, e incluso se ha podido tanto determinar quiénes son los probables homicidas, como descartar que el asesinato esté vinculado con la función sacerdotal que desempeñaba Contreras García.

López Lara ha señalado con respecto al homicidio del sacerdote católico: “Estamos muy cerca del tema; no quisiera dar comentarios. Se tiene ya al autor material identificado, pero sí pido prudencia por el sigilo que debe llevar etas indagatorias”. El funcionario fue categórico el pasado 30 de abril en que no hay motivos religiosos detrás del ataque: “es un crimen de otro tipo”, dijo.

El asesinato del sacerdote en el municipio de Tlajomulco llevó, sin embargo, a que tanto el cardenal de Guadalajara, Francisco Robles Ortega, como la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), exigieran su resolución a las autoridades jaliscienses.

Al día siguiente del hecho, el 21 de abril, Robles Ortega, dijo sobre el caso ante los medios de comunicación: “Llegó (el sacerdote) a su parroquia para retomar sus servicios y, estando en su oficina dispuesto a servir, sin mediar palabra, sin mediar reclamo, llega un sujeto que no sabemos quién es, y lo mata injusta y cobardemente (…) Tenemos que encomendar a nuestras autoridades que desgraciadamente tienen que reconocer que sus esquemas de seguridad han resultado fallidos; y no lo digo sólo por este sacerdote, lo digo por tantas vidas que son injustamente segadas”.

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