Los encuestadores también tienen que sortear las inclemencias del tiempo y las groserías de las personas que abordan. Foto: Especial

Encuestadores, entre el asedio y la precariedad

Empresas han empezado a prescindir de los servicios de personas que levantan en terreno los ejercicios demoscópicos dada la violencia de la que son víctimas por parte de varios sectores

Son la parte más importante de las empresas que realizan estudios de opinión en México y aun así es el sector que más padece de abusos, precariedad laboral, e incluso amenazas y agresiones de grupos delincuenciales y del crimen organizado.

Se trata de las personas que se dedican a realizar encuestas por todo el territorio nacional y que se enfrentan a diversas violencias durante sus jornadas laborales, por lo que han lanzado un llamado al Gobierno federal y a las empresas para que se garantice la seguridad en su trabajo.

El asesinato de dos encuestadores contratados por Morena en el estado de Chiapas, presuntamente por el Cártel Jalisco Nueva Generación, puso en guardia a este sector laboral que ha visto como se ha desplomado el ingreso que obtienen por esta actividad en los últimos años.

Gerardo Leal, socio de la casa encuestadora FactoMétrica, señaló en entrevista con Reporte Índigo que el aumento de violencia en contra de las personas que se encuentran en campo realizando todo tipo de encuestas ha generado que las empresas migren a nuevas tecnologías para evitar riesgos y abaratar costos.

“Los encuestadores se enfrentan muy a menudo a cuestiones de violencia cuando realizan visitas en ciertos municipios o zonas rurales. También los retenes del crimen organizado son un factor importante para que las personas decidan no entrar a ciertos lugares para realizar su trabajo”, sostuvo Leal.

Y agregó que la incorporación de las tecnologías y otros formatos ha facilitado que las empresas dejen el método tradicional de mandar a gente a entrevistarse cara a cara y lo hagan ahora por medio de llamadas telefónicas o redes sociales.

“Lo importante de una encuesta es que se cuide la representatividad de la población. Pese a que muchas empresas realizan ya sus métodos de trabajo por medio de llamadas telefónicas, aún existen encuestas que requieren de una aplicación de campo”, precisó el asociado.

Y es que además de la violencia que viven día a día, los encuestadores también tienen que sortear las inclemencias del tiempo y las groserías de las personas que abordan. Hay personas que con dificultad acceden a dar su opinión sobre un determinado tema. Además, ellos mismos deben costear de su salario pasajes y comida.

De acuerdo con la plataforma Data México del Gobierno federal en el país laboran unos 72 mil personas que se dedican a este oficio, cuyo salario promedio es de 5 mil 400 pesos al mes. Además trabajan hasta 34 horas a la semana.

Los datos oficiales arrojan también que la edad promedio de las personas dedicadas a esta labor es de 38 años.

La incertidumbre es el panorama permanente de los encuestadores

Cualquiera que se dedique a este trabajo, independientemente de la casa encuestadora o del ejercicio que tenga a cargo, sale a la calle con la mentalidad de que las personas van a responder con un “no” y varias resistencias.

Por ello deben aprender a atajar las negativas de los ciudadanos que visitan y tratar  de convencerlos para que, de forma respetuosa, obtengan la opinión sobre un tema en específico.

Mayte Fuentes, coordinadora de campo en la empresa encuestadora Áltica fue contundente sobre esta problemática: los encuestadores son blanco de todo tipo de situaciones y a pesar de ello, se les ha reducido el sueldo en los últimos años.

“La mayoría de las personas son ya contratadas como eventuales, es decir, trabajan solo en proyectos temporales. Hay gente que lleva años como encuestador y han aprendido a tener sus propios protocolos de seguridad como enviar en tiempo real su ubicación y notificar a las autoridades cuando visitan un barrio peligroso”, sostuvo.

El caso más grave de violencia que vivió Mayte Fuentes, fue cuando secuestraron a un equipo de trabajo de una empresa encuestadora para la cual laboraba.  Relata que fue la peor experiencia que ha vivido en estos años.

Y si bien no hay un perfil de los encuestadores, los más experimentados reconocen que existe un sinfín de peligros en las rutas que tienen que caminar, por lo que utilizan las redes sociales para notificar a amigos y familiares en los sitios en donde se encuentran.

En julio de este año, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía reconoció que tuvo que pagar una especie de cuota al crimen organizado para que sus encuestadores accedieran a ciertas zonas del país para realizar el Censo Agropecuario 2022.