Guerra de lodo

Las elecciones de este año se juegan en dos pistas: en una, los candidatos hablan de sus propuestas, se fotografían con sus electores y recorren los lugares que quiere gobernar; en la otra, el piso es de lodo, uno donde se trata de ensuciar la imagen de los abanderados y buscar que los ciudadanos sientan repudio él o ella.

En un país lastimado por la corrupción y la impunidad, las acusaciones contra los oponentes pueden ser un terreno fértil para sembrar la desconfianza e inclinar la balanza electoral.

El catedrático del ITAM, Fernando Dworak, consideró que los candidatos deben dejar de lado la actitud de víctimas cuando se emprende contra ellos una campaña negra
“En Estados Unidos, por ejemplo, el modelo de campañas permite todo. La única regla de oro es no decir mentiras de un candidato; si eso ocurre, ya se incurre en el delito de difamación”
Gustavo López MontielPolitólogo y académico del Tec de Monterrey
Hay otro tipo de guerra sucia: la que destruye propaganda o ejerce actos de violencia directo contra los candidatos y que hiere literalmente su campaña política

Las elecciones de este año se juegan en dos pistas: en una, los candidatos hablan de sus propuestas, se fotografían con sus electores y recorren los lugares que quiere gobernar; en la otra, el piso es de lodo, uno donde se trata de ensuciar la imagen de los abanderados y buscar que los ciudadanos sientan repudio él o ella.

En un país lastimado por la corrupción y la impunidad, las acusaciones contra los oponentes pueden ser un terreno fértil para sembrar la desconfianza e inclinar la balanza electoral.

No es privativo de una sola entidad. En los cuatro estados donde habrá elecciones este año –gobernador en el Estado de México, Coahuila y Nayarit; y alcaldes en Veracruz- se han registrado estrategias de guerra sucia.

La principal arena son las redes sociales. Desde páginas de Facebook o mediante cuentas de Twitter se lanzan contenidos que buscan lastimar a los oponentes.

A pesar de todo, esta guerra sucia no siempre es perjudicial. Expertos aseguran que mediante ella, los electores pueden conocer los contrastes y las partes oscuras de los diferentes aspirantes a un cargo de elección popular.

Sin embargo, como ocurre en otros países, para que esto sea beneficioso, en México el límite que debería existir es el del falso testimonio; todo lo que se denuncia debería ser verdad.

Hay también otro tipo de guerra sucia: aquella que destruye propaganda o ejerce actos de violencia directo contra los candidatos o personas y lugares cercanos a ellos; esa que no solo quiere lastimar la imagen, sino herir literalmente la campaña política de los contrincantes.

Lucha online

Como no había ocurrido antes, la preferencia de los electores indecisos podría definirse no viendo la televisión, sino a través de la pantalla de su teléfono celular.

Ya no basta la acción de los llamados “mapaches electorales”, aquellas célebres brigadas que actuaban a cualquier hora del día o de la noche para repartir bienes o dinero a cambio de que las personas votaran por un partido político específico.

Estos mapaches repartían –y reparten- pollitos vivos, gallinas, fertilizante, tinacos, láminas y otros bienes para intentar inclinar la balanza del voto a su favor.

En spots de televisión y radio, los partidos políticos lanzaban spots en los que se buscaba mandar un mensaje contundente a los electores. Algunos otros interesados también podían lanzar mensajes contra alguien en particular.

Fue así como surgió aquella campaña negra contra Andrés Manuel López Obrador, en el 2006, donde se acuñó aquella frase de “Un peligro para México”.

Vino entonces la reforma electoral y con ella la prohibición de que particulares pudieran contratar espacios de propaganda, bajando un poco el tono de las campañas en medios electrónicos.

Sin embargo, al quedar sin regulación posible, la guerra sucia comenzó a florecer en internet.

Ya en la elección del 2012 se comenzaban a ver algunos casos de campañas negras contra los candidatos presidenciales; pero conforme han pasado los años, es ahí donde ahora se muestran buena parte de las campañas negras.

Hoy día, los candidatos a puestos de elección popular enfocan parte de su estrategia a las redes sociales, a la que millones de mexicanos tienen acceso mediante sus teléfonos celulares y donde los contenidos pueden hacerse virales en cuestión de minutos.

Así es la guerra sucia que se desarrolla en la elección del Estado de México.

En esa entidad, que tiene el padrón más grande de todo el país, los ciudadanos votarán para elegir a su nuevo gobernador o gobernadora.

A la par de las campañas en las calles y plazas del estado, los spots y otras prácticas tradicionales, los candidatos han tratado de posicionarse en redes.

Lo hacen desde sus perfiles institucionales de redes sociales, o con páginas que juegan positivamente con su personalidad.

Es el caso de Alfredo del Mazo Maza, candidato del PRI, quien tiene un alter ego en Facebook, bautizado como Del Mazo Kun, un dibujo tipo animé en que el candidato aparece como un súper héroe que va al rescate del Estado de México.

Pero también está el lado negativo. En Facebook está un perfil que con el nombre de PRIMazo en el que se publican múltiples críticas contra el priista, como relacionarlo con exgobernadores como Javier Duarte o Roberto Borge.

No es el único. Contra Josefina Vázquez Mota, candidata del PAN a la gubernatura se creó la página Corruptina Vázquez Mota, en la que se hace mofa de sus propuestas e imágenes.

Delfina Gómez, candidata de Morena, tampoco se salva. En Facebook se creó el perfil Delfina Títere para burlarse sobre su cercanía con Andrés Manuel López Obrador.

No es la única guerra sucia que se libra. En algunas partes de la entidad, como en Texcoco, en días recientes se acusó que desde un helicóptero se lanzaron volantes con mensajes contra Delfina Gómez. Ella gobernó el municipio de 2012 a 2015.

¿De oficio?

En redes sociales se dio a conocer la semana pasada un supuesto oficio emitido desde la secretaría general del PAN para pedir a todos los panistas que se explotara el discurso de que Javier Duarte estuvo vinculado con Andrés Manuel López Obrador.

Aunque el PAN desmintió la veracidad de tal documento, bastaron unas horas para que la imagen del oficio supuestamente firmado por Damián Zepeda, secretario general del partido, circulara en redes sociales.

“En todos los pronunciamientos públicos que hagan los dirigentes estatales y municipales del partido sobre el tema (de la detención de Javier Duarte), deberán mencionar la exigencia de que Duarte aclare sus vínculos con López Obrador. Ser enfáticos en este punto.

“Con objeto de transmitir un mensaje homogéneo, en todos los casos deberá mencionarse la cantidad de dos millones y medio de pesos mensuales como el monto que Duarte entregaba a Morena. De este modo el mensaje tendrá mayor credibilidad ante la opinión pública”, se lee en el documento, supuestamente enviado desde la oficina de Zepeda a la de José de Jesús Mancha, presidente del PAN en Veracruz.

Acción Nacional negó que el documento sea veraz.

“Nuevamente, vemos a nuestros adversarios políticos recurrir a la guerra sucia y a las descalificaciones para tratar de esconder lo que sí es evidente: los vínculos cómplices de Javier Duarte con distinguidos priistas y con Andrés Manuel López Obrador”, sostuvo el PAN en un comunicado.

Morena no le creyó. El partido presentó una queja ante el INE por esa estrategia para intentar vincular al exgobernador priista capturado en Guatemala, con el partido de López Obrador.

El crimen como arma

En Coahuila y Nayarit la principal arma de la guerra sucia han sido las acusaciones de pertenecer o apoyar al crimen organizado.

En el primer caso, los ataques entre los candidatos a la gubernatura del PRI, Miguel Riquelme, y del PAN, Guillermo Anaya, van desde el costo de sus relojes o sus propiedades hasta las acusaciones de comprar votos.

Mientras los panistas acusaron a los priistas de esconder despensas para ser entregadas en la campaña de Riquelme, los priistas respondieron con una acusación que podría cambiar el rumbo de la elección.

El PRI denunció al PAN ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) por supuestamente comprar votos mediante 6 mil activistas a sueldo que supuestamente se encargan de comprar votos.

Para pagarle a estos activistas, se han erogado casi 70 millones de pesos; los priistas llamaron a esta estrategia “operación lavado”.

En Nayarit la bomba estalló cuando fue detenido en Estados Unidos el procurador de justicia estatal, Édgar Veytia, lo que provocó que la oposición arrancara con sus ataques contra el gobernador, Roberto Sandoval, y su partido, el PRI.

Los priistas se han quejado, por ejemplo, de que se han destruido anuncios espectaculares en varios puntos del estado, donde promocionan sus propuestas y su imagen.

Asunto de contraste

La guerra sucia o las campañas negras no solo sirven para denostar a los adversarios, sino para conocerlos.

Para Gustavo López Montiel, politólogo y académico del Tec de Monterrey, las campañas negras también son campañas de contraste, porque permiten acceder a cierta información de los candidatos o los partidos que si no es dada a conocer por los adversarios, no habría manera de saberla.

Sin embargo, el modelo en México no es óptimo, pues no hay ninguna regulación específica que obligue a decir solo la verdad, como pasa en Estados Unidos.

“En Estados Unidos, por ejemplo, el modelo de campañas permite todo. La única regla de oro es no decir mentiras de un candidato; si eso ocurre, ya se incurre en el delito de difamación. En ese modelo, todo lo que sale debe ser cierto; y en eso confían los electores”, expuso.

Fernando Dworak, catedrático del ITAM, consideró que los candidatos deben dejar de lado la actitud de víctimas cuando se emprende contra ellos una campaña negra, pues se trata de una competencia donde todo vale.

“Los partidos van a meter todo lo que tienen a la competencia. Se van a dar con todo, guerra sucia, claro. La propaganda negativa es normal en todas las democracias, con ella hacemos un contraste entre los candidatos, y sí, el abuso de la propaganda negativa desincentiva al electorado.

“Pero nosotros debemos empezar a dejar el discurso de victimización; estamos hablando de la lucha por el poder. Y vamos a ver a todos los partidos que van a estirar todos sus recursos para ganar”, sentenció.

Las elecciones de este año servirán para proyectar las estrategias que los partidos podrán utilizar en el 2018, cuando se dará la sucesión presidencial.

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