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El lejano sueño de ‘basura cero’

La crisis por contaminación que padeció el Gobierno de la Ciudad de México y sus habitantes destapó otro problema de la urbe: qué hacer con las 12 mil 600 toneladas diarias de basura que se generan en los hogares, oficinas y centros de distribución.

Tras el encontronazo público entre Miguel Ángel Mancera y Eruviel Ávila, mandatarios de la capital del país y del Estado de México, respectivamente, este último amagó con cerrar los depósitos de su estado que a diario reciben los desechos de los capitalinos.

La UNAM advierte que el Bordo Poniente es uno de los pasivos ambientales más peligrosos de la zona, con millones de toneladas de gas metano
La CDMX lleva la mayor parte de sus desechos a cuatro rellenos sanitarios ubicados en el Estado de México, y uno más en Morelos

La crisis por contaminación que padeció el Gobierno de la Ciudad de México y sus habitantes destapó otro problema de la urbe: qué hacer con las 12 mil 600 toneladas diarias de basura que se generan en los hogares, oficinas y centros de distribución.

Tras el encontronazo público entre Miguel Ángel Mancera y Eruviel Ávila, mandatarios de la capital del país y del Estado de México, respectivamente, este último amagó con cerrar los depósitos de su estado que a diario reciben los desechos de los capitalinos.

Luego de que el relleno sanitario del Bordo Poniente concluyó su vida útil, un año antes de que Miguel Ángel Mancera asumiera como jefe de Gobierno,  la Ciudad de México contrató diversos rellenos del Estado de México y  de Morelos para depositar los desechos sólidos que a diario se generan.

Se trata de dos rellenos ubicados en el municipio de Ixtapaluca, uno más en Cuautitlán Izcalli y el cuarto en Tepotzotlán, todos en el Estado de México; además del depósito de Cuautla en Morelos.

Luego del amago del gobernador Eruviel Ávlia, el gobierno capitalino volvió a poner sobre la mesa el pendiente que había olvidado: el manejo de sus propios residuos sólidos.

El frente en Morelos

A la embestida se sumó el gobernador del estado de Morelos, el perredista Graco Ramírez, quien informó que luego de la contingencia el relleno sanitario de Cuautla, “La Perseverancia”, dejaría de recibir los residuos sólidos extras de la Ciudad de México.

Y es que, de las 100 toneladas que contempla el convenio firmado con la empresa, la recepción de basura se incrementó a mil toneladas diarias luego de que el Estado de México cerró las puertas al desperdicio de la capital.

El desproporcionado incremento en la recepción de basura obligó a la empresa de “La Perseverancia” a habilitar la quinta celda de dicho relleno sanitario.

En la capital del país, el servicio de limpia emplea a 2 mil 380 camiones recolectores de basura que se distribuyen en las 16 delegaciones bajo operación de poco más de 17 mil trabajadores del Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal (SUTGDF).

De acuerdo con las cifras de la Secretaría de Obras y Servicios (Sobse) del Gobierno de la Ciudad de México, de las 12 mil toneladas diarias de basura, 5 mil se reciclan en la planta de composta y en los hornos de combustión en cementeras, el resto, entre 7 y 8 mil toneladas se van a los tiraderos de estados vecinos.

Por cada tonelada que se deposita en los espacios del Estado de México se pagan 300 pesos, lo que se  traduce en un pago diario de casi 2 millones y medio de pesos por este concepto.

Desperdicios sustentables

Desde que se presentó el Plan Integral de Manejo de Residuos Sólidos 2013-2018, el Gobierno capitalino se fijó como meta cerrar el sexenio con el manejo total de los desperdicios.

Buscaría posicionar a la Ciudad de México en el grupo de urbes que generan energía a partir del empleo de desechos orgánicos y el empleo de tecnologías de punta. 

El reto de llegar a “basura cero” de la administración capitalina cambiaría totalmente la forma de utilizar los residuos sólidos.

Sin embargo, la reciente crisis de contaminación que terminó con los amagos del Estado de México y Morelos evidenció lo lejos que está el Gobierno de la Ciudad de México de conseguir su independencia.

Desde hace casi tres años, el jefe de Gobierno planteó que el esfuerzo de los 17 mil trabajadores del área de Servicios Urbanos, que diariamente recolectan la basura en la capital tendría un cambio radical, pues romperían con la cadena de recoger los desperdicios y llevarlos a los tiraderos del Estado de México y Morelos.

“Lo que vamos a generar es electricidad”, planteó Mancera.

Ahora, las autoridades de la Ciudad de México tienen frente a sí otra bomba de tiempo en materia de contaminación: el Bordo Poniente.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a través de diversos estudios ha alertado que, a más de dos años de la clausura oficial que Marcelo Ebrard hizo de dicho depósito, el Bordo Poniente es uno de los pasivos ambientales más peligrosos de la Zona Metropolitana del Valle de México.

La situación es que, a pesar de que fue cerrado, en el terreno hay millones de toneladas de gas metano que busca salir y no ha sido aprovechado, según se proyecto en los documentos al momento de la clausura.

Una de las voces que advierte del peligro es José Luis Luege Tamargo, presidente de la asociación civil Ciudad Posible, quien refiere que en la clausura del Bordo Poniente no se realizó un sellamiento en todo el montículo y tampoco la serie de ductos para captar el biogás más tarde.

El compromiso de aprovechar el biogás nunca se cumplió y hoy el Bordo Poniente es una de las fuentes más graves de contaminación de la capital, insiste Luege.

Así que por ahora se juntan el peligro que representa el Bordo Poniente, el rechazo de los estados vecinos a seguir aceptando recibir la basura de la capital y la contaminación que generan los millones de autos que circulan a diario. 

Miguel Ángel Mancera debe -como se lo recomendó el Centro Mario Molina- poner en marcha medidas “muy drásticas, incluso si son poco populares entre la población” y el gobernante tendría que ir a contracorriente  de sus prácticas proteccionistas.