Una extraña atracción aérea

Ya sea por necesidad, practicidad o lujo, algunos artistas y bandas optan por viajar en aeronaves privadas compactas para trasladarse durante sus presentaciones. No estar sujetos al itinerario y complicaciones de los vuelos comerciales es una ventaja  para un selecto grupo de personajes.

Juan Antonio Zertuche Juan Antonio Zertuche Publicado el
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Ya sea por necesidad, practicidad o lujo, algunos artistas y bandas optan por viajar en aeronaves privadas compactas para trasladarse durante sus presentaciones. No estar sujetos al itinerario y complicaciones de los vuelos comerciales es una ventaja  para un selecto grupo de personajes.

Sin embargo, este tipo de aeronaves compactas son más susceptibles a la turbulencia por tratarse de aeronaves más ligeras. Conscientes de esto, Led Zeppelin –la banda de rock más grande de la década de los 70– cambió su Falcon Jet privado por el primer Boeing 720 para la gira que dieron por Estados Unidos de 1973 a 1975. El avión fue bautizado como “The Starship” y también transportó a The Rolling Stones, The Allman Brothers, Alice Cooper y Peter Frampton antes de que fuera retirado de circulación. 

Pero no todos tienen esa chequera para solicitar los servicios de un Boeing. En 1977 la tragedia aérea impactó a Lynyrd Skynyrd, banda de rock sureño creadora de clásicos como “Sweet Home Alabama” o “Free Bird”, cuando su viejo avión Convair CV-300 se estrelló en Gillsburg, Mississippi.

En el accidente murieron el líder y alma de la banda Ronnie Van Zant, el guitarrista Steve Gaines, una vocalista de apoyo y un asistente, así como el piloto y copiloto. La tragedia no pudo haber ocurrido en peor momento: la banda iniciaba una gira para presentar su más reciente álbum “Street Survivors”, lanzado apenas tres días antes. Después del accidente, el quinto álbum de estudio de Lynyrd Skynyrd se volvió un éxito en ventas convirtiéndose en doble platino eventualmente. 

Quizá el accidente de avión más icónico en la historia de la cultura pop ocurrió cerca de Clear Lake, Iowa, el 3 de febrero de 1959, “The Day the Music Died” (o “El Día en que la Música Murió”) como Don Maclean inmortalizó con su canción “American Pie” de 1971. 

En el monoplano Beechcraft Bonanza 35 viajaban dos jóvenes estrellas del rock and roll: Buddy Holly (22 años), una de las figuras más influyentes –y fugaces– en la historia del género y Ritchie Valens (17), un adolescente promesa del chicano rock que popularizó “La Bamba” con un toque de rock and roll.

Y qué decir del accidente que cobró la vida de Pedro Infante el 15 de abril de 1957. Apresurado por viajar a la Ciudad de México, el “Ídolo de México” decidió no esperar más a su vuelo comercial y se subió al Consolidated B-24 Liberator, un avión de carga de la empresa TAMSA que terminaría por desplomarse en el cruce de las calles 54 sur y 87 de Mérida, Yucatán. La noticia conmocionó al país. 

Casos más recientes

Aaliyah tenía todo el camino preparado para convertirse en una superestrella del R&B y la cultura pop. A la par de su meteórico ascenso musical, “La Princesa del R&B” estaba por convertirse también en una estrella de cine. 

Sin embargo, su historia terminó de manera trágica en Las Bahamas el 25 de agosto de 2001. La cantante de apenas 22 años planeaba regresar a Estados Unidos luego de terminar de grabar un video para la canción “Rock The Boat”. Tal vez la prisa y emoción por regresar provocaron que la tripulación pasará por alta la negligencia de permitir 320 kilogramos de sobrepeso y un pasajero de más.  La aeronave Cessna 402B en la que viajaba no resistió el peso y se estrelló, causando la muerte de Aaliyah quien había terminado de rodar su parte en la película “Queen of the Damned”. 

Pero quien sí ha vivido un accidente así para contarlo es Travis Barker, el baterista de Blink-182. El 19 de septiembre de 2008 se desplomó el Learjet 60 en el que viajaba con otras tres personas además del piloto y copiloto. 

La aeronave se estrelló en una carretera en Carolina del Sur, pero increíblemente Barker logró sobrevivir –junto a Adam “DJ AM” Goldstein, que un año después moriría de una sobredosis de drogas– con un tercio de su cuerpo con quemaduras.  

Suerte que no pudo tener Jenni Rivera, quien acababa de presentarse con éxito en la Arena Monterrey horas antes de abordar el avión privado Learjet 25 con matrícula N345MC que la llevaría, junto con su equipo compacto, a Toluca. 

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