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‘Tortas Robles’, en peligro de extinción

A través de redes sociales se invitó a la gente para que acudiera al “Tortatlón”, una iniciativa ciudadana que tiene como objetivo que este negocio sea declarado patrimonio cultural gastronómico del Centro Histórico y así evitar su desaparición

[kaltura-widget uiconfid=”38728022″ entryid=”0_aj50u3n8″ responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] El inconfundible olor de una milanesa sobre la plancha invade las Tortas Robles. Este comercio, que es el comedero de cientos de capitalinos, está a punto de desaparecer.

El lugar, que lo mismo deleita el paladar de estudiantes con mochila y tenis, de oficinistas con casimir y zapatos, y de turistas culinarios que andan de mezclilla, quedará extinto en este mismo año, según vecinos de las tradicionales tortas.

Son las 12 con 50 minutos y Doña Gloria Robles y su hijo Tristán, preparan las tortas con la mis- #Salve Robles ma técnica desde hace más de 70 años.

Mientras la señora Gloria mete las tortas en una bolsa de papel y cobra, su hijo Tristán sumerge bisteces de res —envueltos en huevo— en una montaña de pan molido, que en un momento más pasarán a la plancha para después descansar en un bolillo con una “pasada” de frijoles, queso derretido y embarrado de aguacate que se deshace como mantequilla al pasar el cuchillo.

“Me da tristeza, es un sentimiento muy profundo que no se puede expresar. En cada torta que hago me acuerdo de mi familia. Pero pues ni modo, tenemos que avanzar”
Gloria RoblesPropietaria

Ubicadas en la calle de Colón número uno, en el poniente de la Alameda Central, en el corazón de la Ciudad de México, las Tortas Robles podrían ser desalojadas del emblemático edificio, junto con los vecinos que habitan los 30 departamentos.

El negocio de la familia Robles inició en 1938, cuando el señor Alejandro comenzó a vender tortas “frías” en un carrito. Hoy, ya con un establecimiento, los hijos y nietos lo atienden con cariño y lo ven como un legado familiar.

Las próximas generaciones ya no comerán las tortas que sus padres y abuelos consumieron.

Al local, de cinco por tres metros —con cocina incluida— llega Don Arturo García y saluda a Guadalupe Robles, una de las hijas del fundador que labora en “el palacio de la vitamina T”.

Don Arturo, de 70 años, recuerda que a sus 10 vendía “cachitos” de la lotería en los alrededores de la Alameda, desde entonces ya era cliente frecuente.

“Lo que más me gusta es el sabor de las tortas que siempre ha existido. Torta fría, pero sabrosa. Mi favorita es la de quesillo y la de queso de puerco.

“Recuerdo al señor Alejandro, era una persona muy tratable, aunque con la gente malvada era muy especial”, describe Arturo, quien actualmente vive cerca del metro Tasqueña y se traslada una hora en transporte público para seguir consumiendo “las Robles”.

Así como el señor García, jóvenes acuden a Tortas Robles para consumir ese platillo.

Carla, está a dos personas de pedir su torta frente a la vitrina que muestra los ingredientes: quesillo, aguacate, chiles toreados y chiles chipotles.

Tortatlón”, la iniciativa para su rescate

Para los integrantes de la familia Robles y sus ayudantes ayer no fue un día común.

De la una a las dos de la tarde, la tortería Robles repartió más de un centenar de especialidades en todas sus combinaciones.

En días previos, en redes sociales se promovieron diversos hashtags para que la gente acudiera al “Tortatlón”, iniciativa ciudadana que tiene como objetivo que este negocio sea declarado patrimonio cultural gastronómico del Centro Histórico y con ello evitar su desaparición. El reloj marcó la una y afuera del negocio, se aglutinaron jóvenes, adultos y personas de la tercera edad, a la espera de su torta.

“¡Chiquitibum a la bim, bom, ba. A la bío, a la bao, a la bim, bom, ba, Robles, Robles, ra, ra, ra!”, gritó la clientela al unísono.

En la cocina, comenzó la repartición de tortas. El queso de puerco, el jamón, el huevo, el quesillo, la milanesa, y las verduras que acompañan este platillo circularon entre el equipo de los Robles y los empleados, quienes también concedieron una Coca-Cola o una Mundet roja a los comensales que las solicitaron.

#SalveRobles, #TortasForAll, #TortasPaLaBanda, #TortasParaTodos y #SaveRobles, fueron las etiquetas que acompañaron las fotos con torta en mano —o en boca — que los clientes compartieron en redes sociales

Los Robles y los vecinos están preocupados. El Edificio Trevi, en el que viven familias completas y jóvenes universitarios o profesionistas y que alberga además negocios emblemáticos como la Cafetería Trevi o El Café Denmedio además de la tortería, podrían ser desalojados en este mismo año.

Los cuartos que hoy son habitados por personas podrían convertirse en oficinas, señaló Carlos Acuña, quien habita un departamento desde hace 10 años.

Los comercios tan concurridos de la planta baja como Tortas Robles, podrían ser sustituidos por restaurantes gourmet que no podrían ser costeados por los que allí habitan, agregó un vecino.

Por esa razón es que la promoción de que Tortas Robles no desaparezca es la bandera no sólo de ese negocio, sino de muchas familias más que aprovechan para que la autoridad o el nuevo dueño haga caso a sus súplicas y deje este barrio como es.

En el Centro de la capital el fenómeno de la gentrificación es cada vez más visible; así como desaparecen cantinas tradicionales, tiendas de conveniencia, fondas, jarcierías, sastrerías o misceláneas, al mismo tiempo sus habitantes ven que son puestas en su lugar cafeterías Starbucks, Oxxo’s, tiendas Zara o franquicias de cadenas internacionales de restaurantes.

La popularidad del barrio que se resiste a cambiar a un costado de la Alameda, está impreso en una serie de fotografías que están colgadas en el negocio de los Robles, donde aparece Don Alejandro acompañado de sus clientes más memorables, entre ellos, reporteros y voceadores que visitaban con frecuencia su local.

“Cuando mi papá tenía su clientela, eran los jóvenes de la Marina, los estudiantes, los boleros, los dulceros, los voceadores. Él siempre decía que la torta era del pueblo. Cuando era chica yo pensaba que estas eran las tortas del futuro y no me equivoqué, son las tortas del futuro”, narró Gloria Robles, al rememorar a su padre.