A la fecha, se han tejido más de mil 500 metros cuadrados, de los cuales, una parte fue instalada en dos salas de la Universidad del Claustro de Sor Juana. Foto: Especial

Sangre de mi sangre, un tejido que visibiliza los feminicidios y desaparecidos en México

Frente al entorno de desigualdad, inseguridad y violencia que prevalece en México, la Colectiva Hilos presenta Sangre de mi sangre, que incluye más de mil 500 metros cuadrados de tejido. Se trata de una instalación con partes del manto rojo para denunciar la desaparición de personas

Una gran mancha roja recorre México, desde su origen en Guadalajara a Puerto Vallarta, Jalisco; Chihuahua; Querétaro, Sinaloa, Zacatecas y hasta la Ciudad de México; son miles de manos que se unieron en un tejido, una red amorfa que representa la sangre que genera la violencia, las desapariciones y los feminicidios de México.

Frente al entorno de desigualdad, inseguridad y violencia que prevalece en México, la Colectiva Hilos presenta la exposición Hematofobia común. Sangre de mi sangre, acción participativa y artística que denuncia y crítica las formas de dominación en una cultura, donde la esperanza sea esa hebra las que restaure el tejido social.

Se trata de una acción artística participativa convocada por la colectiva tapatía, que consiste en la elaboración de un tejido color rojo de gran escala como manifestación y metáfora del derramamiento de sangre a causa de los feminicidios y las desapariciones ocurridas en gran parte del país.

“A través de este de este proyecto se intenta dar voz a todas las personas que no lo tienen, las personas involucradas y las no involucradas también, porque hablamos por muchos”, indica Claudia Rodríguez, fundadora de la Colectiva Hilos.

La idea de Sangre de mi sangre surgió a finales de 2019 al ver el incremento de los feminicidios y desapariciones en Jalisco. Durante 2022, por ejemplo, se posicionó como la novena entidad a nivel nacional con mayor número de feminicidios en México, registrando 35 casos de 947 a nivel nacional.

En entrevista con Reporte Índigo, Rodríguez cuenta que nunca se imaginaron el impacto de la pieza y de cómo han logrado visibilizar la violencia con el fin de que no se normalice.

Hilos de yute y rafia roja se convierten en un cuerpo donde se expresa el dolor, la rabia, la inconformidad y la impotencia, pero también la esperanza de cientos de personas en busca de una respuesta, un cobijo o un abrazo.

“Somos un grupo de artistas que creemos que desde el arte es importante visibilizar y dar respuestas. La colectiva se formó con la intención de realizar proyectos de índole social a través de soportes textiles”, detalla Claudia, quien es psicóloga, pero que decidió tomar el arte como forma de expresión y vida.

“El tejido es la metáfora de esta sociedad, somos un poco de todo. Porque el tejido tiene muchas texturas y eso le da resonancia”, precisa.

Sus esfuerzos no sólo han llegado a universidades o instancias culturales como museos y bibliotecas, también han tomado las calles, han marchado durante el 8M y el tejido se ha colocado en importantes monumentos como la Glorieta de La Minerva, en Guadalajara y en el Ángel de la Independencia, en la Ciudad de México.

En total, han sumado más de 20 estados en los que la colectiva se ha presentado, incluyendo otros países como Chile para viabilizar a las mujeres víctimas de la dictadura, hasta Argentina, Venezuela, España, Paraguay y Colombia.

“Ha sido muy interesante ver cómo es esta especie de masa madre se va reproduciendo, eso es lo que queríamos y también se van generando pequeñas células, es un proyecto vivo”, reitera Claudia.

Apostar por la empatía y solidaridad

A decir de la artista Claudia Rodríguez, el proyecto Sangre de mi sangre le ha ayudado a acercarse y abrir diálogo en comunidad, pues sólo así puede surgir un cambio.

También, al llevar a las calles, es una forma de manifestarse y hacerles ver a quienes tienen el poder que, aunque sí hay un miedo por salir, solamente saliendo a los espacios públicos se pueden recuperar.

“Cuando tejemos siento que se recupera lo humano que todavía nos queda, nos olvidamos de ser empáticos y solidarios. Ya nos da miedo salir a la calle, porque es peligroso, no puedes ir vestido de tal manera o hay que cuidarse la bolsa, entonces hay que recuperar este espacio que nos pertenece.

“Al tejer en áreas públicas resignificamos y nos apropiamos estos espacios de manera pacífica; guardamos cierto silencio para que se escuche el tejido, porque hay que verlo y sentirlo”, aclara.

Durante las marchas, precisa, han cargado en silencio los tejidos que han trabajado por meses como una forma de respeto por todas las muertes, las violencias, las desapariciones y el dolor de cada persona.

“Creo que la gente se acerca a tejer, porque todos tenemos la necesidad de hacer algo, no sabemos qué y cuando vemos que hay una posibilidad de sumarnos hacemos lo imposible.

La obra Sangre de mi sangre, de la Colectiva Hilos, se exhibirá en el Claustro de Sor Juana hasta el 9 de mayo. La entrada es gratuita

“Nosotras no dejaremos de tejer, porque lo hacemos por familias enteras. Sí creo que es importante generar empatía y solidaridad en estos tiempos, es nuestra forma de decir ‘ya basta’”, concluye Claudia Rodríguez.

El desgaste del color

Desde 2009, la Colectiva Hilos se ha encargado de crear un magno tejido, por lo cual muchas de las tonalidades rojas se han modificado.

“Hemos notado que el yute se gasta con el sol, por lo que va cambiando de tonalidades. Al principio nos preocupaba, porque pensábamos que se acabaría ese rojo intenso; ahora hay partes muy cafés, casi beige, y eso le ha dado un sentido al tejido, a la hora de ver el desgaste propio de la pieza nos da una línea de tiempo, que al traducirla en esta situación social, pues podemos estar hablando de las y los desaparecidos”, opina la fundadora de la colectiva.

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