Humildad en las letras

En la tranquilidad de la mañana los hábitos se vuelven imprescindibles para el que tiene necedad de escribir una obra literaria, el sentarse frente a la computadora se vuelve un oficio y sin esperar a que llegue la musa, es deber el seguir o comenzar ante la hoja en blanco.

 

También tiene que ver con ¿para qué escribo? (…). Para entender ese mundo, no aspiro a entender la humanidad, me queda demasiado lejos (…) yo creo que la única manera de aspirar a una universalidad es contar ese pequeño mundito que uno conoce y ahí estoy y sospecho que ahí seguiré” 
Eduardo SacheriEscritor
https://youtu.be/ooUjgx49lbA

En la tranquilidad de la mañana los hábitos se vuelven imprescindibles para el que tiene necedad de escribir una obra literaria, el sentarse frente a la computadora se vuelve un oficio y sin esperar a que llegue la musa, es deber el seguir o comenzar ante la hoja en blanco.

 

Al menos esa es la visión de Eduardo Sacheri, quien confiesa que para escribir “La noche de la usina” le tomó todo el 2015, pero el año anterior se la pasó ordenando las ideas, notas personales y dando un esqueleto a la idea para esbozar la ahora obra ganadora del Premio Alfaguara 2016.

 

“Soy un tipo bastante constante porque hay muchos días donde no sale nada y no es que cuando siento que va a salir, ahí voy a sentarme, no, estoy sentado”, expresa Sacheri en cuanto a la inspiración, en entrevista para Reporte Indigo.

 

El tercer intento para concursar fue el definitivo para triunfar en el premio editorial para el oriundo de Castelar, Argentina, convirtiéndose “La noche de la usina” en su duodécimo trabajo publicado.

 

El gesto de la revancha

 

Al reflejar “La noche de la usina” una historia de revancha ante una crisis económica en Argentina el escenario parece volverse universal, al menos para los pueblos latinoamericanos, al cuestionar a Sacheri de si acaso este es un propósito implícito en el libro, él argumenta que la idea nunca fue esa.

 

“No aspira a tanto (risas) ¡ni si quiera a ser una revancha argentina! En todo caso una revancha de esos pocos desesperados, de ese pequeño grupo de justicieros o ladrones improvisados que son los protagonistas”, aclaró.

 

Aunque si cree que la literatura y el arte son un pequeño gesto de revancha ante la realidad, “muchas veces la realidad se impone como algo duro, trágico, como algo injusto, y a veces el arte toma sobre sus espaldas esto de convertirse en un gesto de reparación. Un gesto estético quiero decir, un gesto sin consecuencias materiales”. 

 

Crítico como lector

 

Modesto en todo momento ante su trabajo literario, Sacheri se presenta como un crítico a su propia escritura, misma que más que defender, pronuncia sin despegarle los pies de la tierra.

 

“Realmente mis libros vienen sin programa, lo cual no significa que no me encante que el lector se tope con ellos. 

 

“Me encanta cuando un lector siente algo después de leer un libro mío o mientras lee un libro mío, me encanta que suceda con un viejo que tiene décadas de lector detrás o con una niña de 14 años que descubre uno de mis libros y le parece bueno. Mi gran ambición literaria es que alguien cierre un libro mío y diga… ¡ni diga, haga!”.

 

Los absolutos son descartables a Sacheri, ya que sería un auto sabotaje declararse como un definitivo al presentar una obra literaria y no trascender de ella.

 

“Me parece que cuando eso sucede el autor se está poniendo como en un rol de dictar una verdad que nadie le ha pedido, entonces me parece que uno como autor, tal vez intenta reproducir esas pequeñas grandes lecciones que saca de sus lecturas más que de sus escrituras”, acotó.

 

Argentina: mirada autocomplaciente

 

Sacheri refleja en “La noche de la usina” la crisis argentina del año 2001, momento en el que Fernando de la Rúa se vio obligado a dejar la presidencia después de haber declarado un estado de sitio. Para el autor esta crisis ha pasado solo momentáneamente, pero seguirá latente.

 

“Seguiremos con nuestras crisis, los últimos años en mi país se instaló una mirada muy autocomplaciente por parte del gobierno, el que culminó el año pasado de ‘hemos venido a salvar el país y se acabaron las crisis’, que era paradójicamente una mirada muy parecida a la neoliberal de los años noventa con Menem, que desde otro punto de vista económico y político decía exactamente lo mismo”, resumió.

 

Este tipo de miradas le parecen al escritor nefastas, ya que los gobernantes, al  presentarse como salvadores de la patria es un absurdo, pues no existen tales.

 

“Como mucho hay una patria que ojalá fuese salvada pero me parece que esa cautela y esa distancia y ese escepticismo es algo bueno, es algo sano, y al contrario de ese abanderamiento fanático que he visto en distintas épocas de mi país me genera bastante fastidio”.

 

El mundo Sacheri

 

Entre los apuntes que el argentino tuvo a la mano antes de empezar a escribir “La noche de la usina”, salieron las palabras de Ernest Hemingway que le hicieron eco retumbante para seguir pasos precisos en la escritura.

 

“No lo podría citar exactamente, pero si hablaba de ‘habla de un mundo que conozcas’ y salvo que uno hable de ciencia ficción, donde claro, el desprendimiento es una condición, para cuando uno escribe otro tipo de literatura me parece que es un muy buen consejo”, reflexionó.

 

Al ser de Castelar, Argentina, Sacheri se confesa como alguien pueblerino sin ser de la gran ciudad, él refleja en sus ficciones un espejo de su entorno, es por eso que O’Connor –el pueblo donde sucede “La noche de la usina”– se parece a su terruño de origen más que a Buenos Aires.

 

“También tiene que ver con ¿para qué escribo? Para entender ese mundo, no aspiro a entender la humanidad, me queda demasiado lejos la humanidad (…) yo creo que la única manera de aspirar a una universalidad es contar ese pequeño mundito que uno conoce y ahí estoy y sospecho que ahí seguiré”, puntualizó.

 

Influencias innegables

 

Entre sus autores preferidos Sacheri confesó ser seguidor al menos de un quinteto latinoamericano, entre éste:

 

• Jorge Luis Borges

 

• Julio Cortázar

 

• Osvaldo Soriano

 

• Mario Vargas Llosa

 

• Gabriel García Márquez

 

O’Connor: lugar común en Sacheri

 

De “Aráoz y la verdad” el argentino toma prestado el pueblo de O’Connor, para retomarlo en “La noche de la usina” y hacer de sus habitantes una voz de reclamo social, pero su motivo para volver fue el confort que le causó el trabajo escrito en 2008.

 

“Era un mundo que me había gustado y eran personajes que me habían caído bien y por única vez pensé ‘volvamos’ (…) quedó como ese deseo de regresar a un lugar donde a uno lo habían tratado bien, esa fue como la necesidad o el deseo de volver”, indicó.

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