Un auditorio confundido

¿Cuántos kilómetros hay entre Alaska y Argentina? Un poco menos que los aplausos que recibió la velada de Kevin Johansen en el Teatro de la Ciudad.

Dos horas y media coreadas por un público de culto que si bien no llenó todo el recinto sí lo convirtió en un aquelarre privado.

El propio Front Man ironizó con que sería un concierto al estilo de Bruce Springsten. De esos que duran mucho rato pero no se sienten.

¿Cuántos kilómetros hay entre Alaska y Argentina? Un poco menos que los aplausos que recibió la velada de Kevin Johansen en el Teatro de la Ciudad.

Dos horas y media coreadas por un público de culto que si bien no llenó todo el recinto sí lo convirtió en un aquelarre privado.

El propio Front Man ironizó con que sería un concierto al estilo de Bruce Springsten. De esos que duran mucho rato pero no se sienten.

Los pasillos y el propio escenario se hicieron pista de baile. Viernes nocturno de homenaje al Mama Rumba pero en el Centro Histórico. Los sincretismos y juegos de palabras del gringo-argentino acompañado de su banda The Nada deleitaron a mexicanos y una gran cantidad de argentinos que del Esperanza Iris hicieron un pedacito del Luna Park.

Kevin salió primero vestido de vaquero urbano para no dejar fuera –también tocó la balada country Tiene algo- a los tan vilipendiados Estados Unidos. Le hizo caravana a David Bowie con el cover Modern Love. Su banda se lució.

El sonido podría haber alcanzado calificación de impecable si no fue porque el guitarrista tuvo algunas fallas de sonido. Se desmenuzaron el nuevo álbum Miss Americas, en el que traen de portada a Enrique “El Zurdo” Roizner, legendario baterista argentino -78 años de edad, 60 tocando- que recientemente recibió la distinción de personalidad destacada de la cultura argentina; y que de hecho es el baterista de planta de The Nada.

La temperatura subió con la rumba-rock No voy a ser yo. Pero todo se convirtió en pachanga con el postulado neofreudiano La Cumbiera Intelectual, donde las fans –ninguna en la edad de la adolescencia- subieron al escenario para arrancarle besos y pasos de baile a su principe azulado. Anoche soñé contigo fue coreada como himno en lunes matutino de homenaje a la bandera. El irónico bossanova No digas Maybe le movió las caderas hasta a los que por pudor no bailan.

Con una guitarra de Hello Kitty se mofó de los obsesivos por el Fashion y lo monocromático de la moda, y la rola se convirtió en un ponchis ponchis que incluyó coreografía. Guacamole volvió a parar a todos y todas. Ellas se volvieron a subir al escenario como si hubieran contratado a Kevin Johansen para una despedida de soltera.

Llegó el tradicional Fin de fiesta, donde todos los músicos se forman y pasan al micrófono del vocalista. Algo tiene de melancólico esa canción. Se sintió en el Esperanza Iris. Cada grito, cada oda, cada porrra las raqueteaba Johansen diciendo que estaban confundidos, que el público estaba equivocado. Y si fuera así, la noche del viernes fue de un teatro más que medio lleno pero muy confundido.

 

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