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¿Olvido o censura?

Ejercer el derecho al olvido en Google despierta temores en torno a la censura y la libertad de expresión, al menos esto es lo que se pone en evidencia luego de que el gigante de Internet eliminó, de los resultados de búsqueda, contenido de medios de comunicación británicos, como The Guardian y la BBC. 

En mayo de este año, el Tribunal Europeo dictaminó que Google debía permitir a los ciudadanos ejercer su “derecho a ser olvidados” de la Red. 

Ejercer el derecho al olvido en Google despierta temores en torno a la censura y la libertad de expresión, al menos esto es lo que se pone en evidencia luego de que el gigante de Internet eliminó, de los resultados de búsqueda, contenido de medios de comunicación británicos, como The Guardian y la BBC. 

En mayo de este año, el Tribunal Europeo dictaminó que Google debía permitir a los ciudadanos ejercer su “derecho a ser olvidados” de la Red. 

Esto se traduce en la posibilidad de que las personas soliciten que se eliminen de los resultados de búsqueda aquellos enlaces cuya información sobre las mismas sea obsoleta, inadecuada, irrelevante o que carezca de interés público.

Y así fue. De las más de 70 mil solicitudes que Google ha recibido desde que el Tribunal Europeo emitió el fallo, en lo que va del mes, seis artículos publicados en The Guardian han desaparecido de los resultados de búsqueda, reportó el diario británico. 

Tres artículos aluden a Dougie McDonald, exárbitro de futbol que en el 2010 se vio obligado a renunciar luego de que se conociera que mintió sobre las razones por las que concedió un penal.  Si bien la información no ha sido eliminada de los sitios fuente, el contenido no aparece en los resultados de búsqueda –en la versión británica de Google– si se escribe el nombre de dicho sujeto.

Encontrar en Google una publicación de la BBC que data de 2007 en la que se describe cómo Stanley O’Neal, expresidente ejecutivo de Merrill Lynch, “fue obligado a salir de Merrill después que el banco de inversión sufrió pérdidas colosales en inversiones imprudentes que había hecho”, explicó Robert Peston, autor del artículo. Dicha información, también fue retirada de los resultados de búsqueda. 

Se desconoce quién solicitó que se retiraran los contenidos. Google tampoco ha revelado la cantidad de solicitudes que ha aprobado ni en qué se está basando realmente para proceder a autorizar que se elimine cierto contenido de la Red. 

O como cuestionó Peston: “(…) ¿por qué Google ha dado muerte a este ejemplo de mi periodismo?”

Un portavoz de la BBC dijo que “estamos sorprendidos que este sea el resultado del dictamen del Tribunal Europeo de Justicia y preocupados sobre las consecuencias de la eliminación de la búsqueda de este tipo de material”. 

Por su parte, Google respondió que “hemos comenzado recientemente a tomar acciones en las solicitudes recibidas sobre el retiro de contenido después de la decisión que tomó el Tribunal Europeo de Justicia. Para nosotros, este es un proceso nuevo y en desarrollo. Continuaremos escuchando retroalimentación y también trabajaremos con las autoridades de protección de datos y otros a medida que cumplimos con el fallo”. 

Pero James Ball, editor de proyectos especiales de The Guardian, precisó que las decisiones respecto a la desaparición de los artículos corresponde a los medios de comunicación, no a Google. “Los editores deben luchar contra este desafío indirecto a la libertad de prensa, que permite que los artículos ‘desaparezcan’”. 

Y apuntó que “The Guardian, como el resto de los medios,  escribe regularmente sobre cosas que las personas han hecho que pueden no ser ilegales, pero que plantean cuestiones políticas, morales o éticas graves –de evasión fiscal, por ejemplo. No se debe autorizar que estos desaparezcan: hacerlo es un enorme, aunque indirecto, desafío a la libertad de prensa. El fallo ha creado un cronómetro en la libertad de expresión, nuestro periodismo se puede encontrar solo hasta que alguien pide que se oculte”.

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