El libro está escrito con una prosa musical a través de piezas entre jazz y blues; además de la aparición de un saxofonista estadounidense llamado Doug. Foto: Especial

Mónica Lavín se sumerge en “Tonada de un viejo amor”, libro que escribió hace 25 años

Tonada de un viejo amor, de Mónica Lavín, es una novela que explora el amor, la lucha por la identidad y la influencia de la sociedad en las decisiones de los personajes. A través de un viaje retrospectivo, la escritora reflexiona sobre su propio proceso de escritura y la evolución de su perspectiva literaria

Un manojo de uvas frescas que reposa en unas palmas es el cuadro visual que encapsula la esencia misma de la reedición de Tonada de un viejo amor, de Mónica Lavín. Un cuarto de siglo tuvo que transcurrir para que esta obra cobrara nueva vida, ahora bajo el sello de la editorial Planeta.

El texto resurge como si el tiempo no hubiera erosionado la pasión que lo impregna. Todo comienza en un funeral donde los álamos y sabinos despojados de sus hojas se alzan como testigos silenciosos. Este entorno sobrio se convierte en el reflejo tangible de la melancolía de su protagonista Cristina, mientras se despide de Carlos, el amor que marcó su ser.

“Habría arremetido a puñetazos sobre el féretro indolente, acostada sobre la tapa la habría abarcado con sus piernas, frotando el pubis y su pecho clamando la resurrección de Carlos, le hubiera gritado ‘cabrón, cobarde, amor. Te moriste de puro miedo’”, se puede leer en los primeros párrafos en los cuales se comprueba lo que Lavín afirma a Reporte Índigo: su encanto por las historias de amores apasionados.

“Me encanta la fuerza de lo amoroso, también entiendo que el amor es un torrente que está bien que llegue al agua profunda, pero hay que haber saboreado el torrente apasionado, sino tampoco llegas a esa conclusión.

“Me gustó descubrir que escribí esa historia con enorme pasión e incertidumbre, con gran fragilidad, porque, así como en el amor, en la escritura, hay que arriesgarse y atreverse”
Mónica LavínEscritora

“Puede ser una idea muy equivocada mía, pero noto que hay una nostalgia en los jóvenes de la pasión amorosa, como si nadie estuviera dispuesto al riesgo de lo que significa la pasión, porque la pasión amorosa tiene un riesgo, desde luego, se puede salir muy mal de ella. Pero es mejor que flotar y no probar aquello que te va a descolocar, pero da mucho”, confiesa Lavín.

Tonada de un viejo amor narra las pasiones ocultas de personajes que luchan por alcanzar el amor y aceptar el pasado entre viñedos y melodías de los años 40 y 50 como “Bésame mucho”. Así cobra vida esta obra sobre el deseo y su búsqueda.

En San Lorenzo, un pueblo vinicultor al norte de México, la vida de sus habitantes se ve sometida a las reglas de una burguesía aferrada a un pasado que fue borrado por la Revolución. En el seno de este entorno, Cristina Velasco se rebela contra el destino y experimenta con plenitud su sexualidad.

“Lo único que tenía Cristina era el lenguaje de su cuerpo. Eso es donde sí decía lo que desea; ella se pelea con esos modelos preestablecidos, porque ni quiere dedicarse a hacer mermeladas, ni hacer lo que se espera de ella. Yo ahora le diría que sí, es más fácil quedarse, amar al muerto, porque no hay nada que compita contra eso”, cuenta.

La escritora recuerda que cuando lanzó Tonada de un viejo amor hace 25 años estaba tanteando lo que significaba escribir una novela, pues a esa edad, solo tenía guardado en su cajón un ensayo que nunca salió a la luz.

En ese momento, vino a su mente la decadencia de una pareja conformada por un músico estadounidense y una joven en medio de un pueblo al norte del país. Imaginó cómo habría sido ese encuentro y su desenlace, historia que se traslada en su libro.

“Que esté, otra vez, en circulación, se concilia con una parte de mí cuando era una mamá joven, no podía escribir cuento, porque pide concentración durante muchas horas. Creo que si no hubiera escrito Tonada, a lo mejor, nunca hubiera seguido con las novelas, porque puse a prueba varias como el vértigo y la estructura.

“Me volví a meter en esa atmósfera del desierto, y noté ciertas cosas para pulir, porque el tiempo le va dando a un escritor mayor conciencia y deseo de producir una prosa poderosa. La goma es muy importante, como decía Hemingway ‘el otro extremo del lápiz’”, cuenta Mónica.

Mónica Lavín revela que había nombrado a la novela El saxofón del polvo; sin embargo, con el tiempo se decidió por Tonada de un viejo amor

Una historia sobre la libertad

En las palabras de Lavín, el proceso de escribir esta novela se asemeja al acto de amar y compartir, conexión que se entrelaza en la historia misma, donde el protagonista revela su mundo interior y hablar sobre las pasiones, su arrebato y placer.

“Sentí que había una dosis adecuada de lo que yo quería decir. Cuando la publiqué por primera vez me daba pudor, porque la consideraban subida de tono, pero eso se pierde con el tiempo, se gana libertad y se pierde censura, con la edad dices lo que no te gusta, te vuelves más clara con respecto a tus asuntos.

“Nunca he querido perseguir lo burdo, ni lo vulgar, me gusta que se diga lo que hay que decir, pero que se apueste por la elegancia y belleza”, considera.

La historia también aborda cuestiones sobre la percepción de la mujer en la sociedad y cómo esta a menudo limita sus acciones y decisiones. Lavín destaca que, incluso, en la actualidad, persisten actitudes arraigadas que limitan la libertad y la autonomía de las mujeres en el amor y en la vida.

“Me volví a conmover con Cristina, pensé que sí pasa la prueba del tiempo para mí, puede llegar a nuevos lectores. La protagonista tenía un destino escrito, de pensarlo me asfixia. No tenía posibilidades más que ser la esposa de alguien aceptado por la familia, no podía estar con cualquier pelafustán, porque seguimos en un mundo estratificado.

“En ciertos lugares y núcleos sigue pasando y se espera que esos pactos se mantengan. Ahora pienso cómo las mujeres no podían decidir a menos que el señor con el que se casan se las lleve a otro lado. Ellas no se van a la aventura, porque el mundo no estaba dispuesto para eso todavía y, quizá, todavía persiste esa idea”, opina.

Lavín revela cómo esta novela marcó un punto de inflexión en su propia perspectiva literaria. Antes, creía que las historias extraordinarias debían tener escenarios lejanos y exóticos. Sin embargo, con el tiempo, se dio cuenta de que las historias cercanas y personales también pueden ser profundamente enriquecedoras, incluso, se pueden utilizar para explorar temas como la violencia de género.

“Me da ternura esa Mónica que daba pasos tímidos y escribía una novela corta porque, temía un poco, a las aguas de las demasiadas palabras”
Mónica LavínEscritora

“La crítica va hacia la mujer, lamentablemente. Creo que hasta los feminicidios que ahora padecemos tienen que ver con esa idea de que la mujer no es por sí sola. De que nosotras no podemos hacer lo que se nos pegue la gana y querer a quien querramos, decidir nuestro camino y arriesgarnos a la libertad”, cuenta.

Al reencontrarse con su obra después de años, Lavín elogia a su yo más joven por haber capturado la pasión y la fragilidad de la narrativa. Reconoce que este viaje es un regalo que se hace a sí misma, permitiéndose recordar y apreciar el camino recorrido. Se vuelve en un puente entre el pasado y el presente, una celebración de la evolución y la madurez literaria.

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