“Nos  roban las palabras” fue el título del performance que la grafitera boliviana presentó en el Museo de Arte Moderno en la ciudad de México. Foto: Especial

María Galindo,  artista y feminista radical: “No necesitamos hablar francés ni inglés para pensar feminismo”

La artista boliviana habla de los feminismos en AL y de la fuerza que han tomado los grafitis como una herramienta de protesta

María Galindo (La Paz, Bolivia, 1964) tiene muy presente en su cuerpo y memoria los registros de sus insurrecciones artísticas. En su brazo derecho tiene un ligamento lesionado de tanto grafitear paredes y, al hablar de esa práctica artística que ha ejercido durante 30 años, recuerda bien cuando la policía, en el gobierno de Evo Morales, la arrestó por pintar en un edificio del Estado la frase  “Fiscalía rima con porquería”, en protesta por un feminicidio que las autoridades de Bolivia no resolvieron. También le gusta contar las tantas veces que ha grafiteado la fachada del Museo Nacional de Arte de La Paz para denunciar la violencia patriarcal en un país que se dice plurinacional.

“Lo que pasa es que yo soy un bicho peculiar. Me interesa sacudir los cánones artísticos, pero no desde la reflexión artística endogámica”, dice a Reporte Índigo la líder del colectivo feminista Mujeres Creando, que desde 1992 ha tomado las calles de Bolivia con sus grafitis y performances para denunciar las injusticias patriarcales.

La escritora, activista y feminista radical estuvo en México para participar en InSURrecciones, un ciclo de performances comandados por el Goethe-Institut Mexiko a artistas de América Latina con la idea de provocar las artes tradicionales y dar cabida a las prácticas performativas decoloniales. Su performance tuvo lugar en el vestíbulo del Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México el 6 de abril, una acción que podría contravenir su práctica artística callejera al aceptar las restricciones de lo que podía o no hacer en este recinto, pero que ha aprovechado para reflexionar sobre la fuerza de la palabra contra las reglas de las instituciones culturales.

“Es una pieza muy, muy política, que apunta a lo que está sucediendo por fuera de lo que entendemos en el mundo del arte. Yo soy una mujer que trabaja por fuera de la institución artística, fuera de los cánones y las instrucciones de la instituciones, por lo tanto, aceptar las condiciones del Museo es un encorvamiento,  que lo hago voluntariamente, pero no es muy convencional para mí”, dice la artista que tuvo que reiterar varias veces  a los directivos del museo que no haría destrozos.

“He aceptado todas las restricciones de mala gana, pero muy a propósito y con mucha ironía, porque no le quita ninguna fuerza a mi trabajo. He atendido todos los requerimientos del museo, que te pone límites por acá y por allá, que nadie se piense que un museo es un lugar sin límite. Todo lo contrario. Es como un corsé”, añade Galindo.

Los grafitis como teoría feminista

Una de las reglas que puso el recinto, contó, fue no dañar el piso exterior porque es patrimonial, un concepto que lleva años intentado “tirar por tierra”:  “El concepto ‘patrimonial’ es patriarcal, colonial, que se usa como pretexto para disciplinar”.

“El poder siempre utiliza el argumento del patrimonio para reprimirnos”, apunta la grafitera al recordar aquella vez que fue arrestada por el grafiti en la Fiscalía boliviana.   “Fue gestado a raíz de una injusticia con un feminicidio. Me iniciaron un proceso por daño a bienes del Estado, o sea, en Bolivia tenemos una colección de corruptos que no han sido procesados por daño a los bienes del Estado”.

Para esta artista, “los grafitis configuran una teoría feminista gratuita, poética, escrita en las paredes, que no se vende ni se compra”.  Por eso, celebra que esta expresión artística esté siendo apropiada por los movimientos feministas en cada manifestación en América Latina, tal como sucede en México:

“He participado en alguna marcha del 25 de noviembre en Ciudad de México y he visto a estas jóvenes salir con martillo en mano y con una rabia que es histórica. Las respeto profundamente, con toda mi alma, y no hay argumento que las tilde de destructivas que pueda justificar lo que está pasando con las violencias contra las mujeres, contra las mujeres trans, contra los cuerpos feminizados en todas nuestras sociedades. Bolivia tiene el índice de feminicidios, de violaciones, de impunidad más altos de la región, que no me venga la Fiscalía a decir que hay procesos”.

“Me parece muy interesante que los feminismos le estén poniendo al poder patriarcal la balanza de qué vale más, una vida o tu pared”, añade.

“Los grafitis configuran una teoría feminista gratuita, poética, escrita en las paredes, que no se vende ni se compra”
María Galindo

¿Qué es el feminismo bastardo de María Galindo?

Autora del libro Feminismo bastardo, que se ha convertido en una referencia sobre los movimientos feministas en AL, María Galindo sostiene que su teoría feminista proviene de la calle y de los espacios domésticos, no de la academia que por años se ha encerrado en cubículos y ha tenido el monopolio del pensamiento feminista.

“Hay una tecnocracia de género neoliberal que ha monopolizado el discurso feminista en América Latina y ya basta. Entonces, las lesbianas, las putas, las trans, las migrantes, les otres, hemos cogido la herramienta de la conceptualización y yo, por ejemplo, en este momento estoy escribiendo teoría feminista, mi libro  Feminismo bastardo se ha publicado en 6 países y estoy sacando nueva edición en Bolivia”.

“Es un momento diferente, en el que le hemos quitado el monopolio a esa élite tecnocrática que se encerró en la academia y que creía que podía mandar sobre las feministas o podía apropiarse de lo que es o no el feminismo. Ahora se hacen las ofendidas y víctimas, pero lo único que hemos hecho es quitarles el monopolio, que es tomar el papel y escribir, decir que somos pensantes, que la academia está reproduciendo un discurso colonial, que no necesitamos hablar francés ni inglés para pensar feminismo”, añade.

Esa diversidad de voces y propuestas, dice, están enriqueciendo al pensamiento feminista en AL. Lo que falta, añade, es dialogar y conversar para mantener esa pluralidad: “La discrepancia, el desacuerdo, es lo mejor que nos puede pasar. Hay que construir diálogos más allá de ningún gueto, por eso yo hablo siempre de indias, putas y lesbianas juntas, revueltas y hermanadas. Es decir, hay que ser capaces de hablar, no solo para ti, desde tu gueto, desde tu lugar identitario, sino entrelazar luchas”.

Brilla en la Bienal de Venecia

Después de su estancia en México, la artista boliviana presenta en estos días su docuficción Revolución Puta en la sexagésima Exposición Internacional de Arte de la Bienal de Venecia 2024, que este año acoge a propuestas artísticas de diversos países de América Latina.

Este trabajo audiovisual rodado en Bolivia, que reivindica a las trabajadoras sexuales, se expone junto a otras piezas de otras partes del mundo, como parte del Archivo de la Desobediencia, un proyecto que se propone como un “atlas de tácticas contemporáneas de resistencia”.

Libros de María Galindo

  • Y si fuésemos una espejo de la otra, por un feminismo no racista (1992)
  • Ninguna mujer nace para puta. Edición ilustrada de Lavaca Editora (2007 )
  • Mujeres Grafiteando(2006), autoría colectiva de recopilación de grafitis producidos por Mujeres Creando.
  • No se puede Descolonizar sin Despatriarcalizar (2013)
  • No hay libertad política sin libertad sexual (2017)
  • Feminismo bastardo (2021)
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