A los doctores los prefieren delgados

Se predica con el ejemplo. Para obtener confianza en un experto, como en el caso de la medicina, el estado de éste es fundamental para la credibilidad de un paciente, al menos para las personas que necesitan lograr cambios radicales en su vida y que buscan atención profesional para ello.

Si una persona sufre de problemas de salud tales como sobrepeso u obesidad mórbida, al acudir con un médico, el estado de salud –y físico– del mismo es crucial para que el paciente confíe y se quede con el especialista.

Se predica con el ejemplo. Para obtener confianza en un experto, como en el caso de la medicina, el estado de éste es fundamental para la credibilidad de un paciente, al menos para las personas que necesitan lograr cambios radicales en su vida y que buscan atención profesional para ello.

Si una persona sufre de problemas de salud tales como sobrepeso u obesidad mórbida, al acudir con un médico, el estado de salud –y físico– del mismo es crucial para que el paciente confíe y se quede con el especialista.

Es el caso del Dr. George Fielding, reconocido internacionalmente por ser un experto en aplicación de banda gástrica y bypass gástrico. Uno de los pioneros de la cirugía para bajar de peso, en Australia.

En los 90, Fielding recuerda que pesaba 330 libras (149 kilos) y en entrevista para The New York Times, aseguró que “las personas iban a consultarse y decían que lo harían (la cirugía) y luego ya no regresaban”.

Y añadió que los pacientes potenciales seguro pensaban: “¡Wow! ¡Está gordo! ¿Será bueno?”.

Un estudio del International Journal of Obesity prueba ese sentimiento del paciente hacia el doctor con problemas de peso, pues disminuye la credibilidad hacia el médico, mucho más que la que pueden tener los doctores de peso “normal”.

Esto también aplica a otras áreas de la medicina. En el caso del Dr. Deep Ramachandran, especialista del sueño y el cuidado crítico pulmonar del Genesys Regional Medical Center, en Michigan, dice que cuando analizó a pacientes por irregularidades en la respiración, tuvo que decirles que necesitaban perder peso para recuperarse.

Pero el mismo Ramachandran tiene un índice de masa corporal de 38, es decir, que debe bajar alrededor de 60 libras (27 kilos), apunta una publicación en el blog “Well” de The New York Times.

Para el estudio, investigadores de la Universidad de Yale aplicaron encuestas a 358 personas acerca de doctores –hipóteticos– con peso normal, con sobrepeso y otros con obesidad.

E incluyeron adjetivos en pares de una lista de la “Fat Phobia Scale” (creada en 1984), para medir la percepción de los voluntarios. Entre los adjetivos estaban “flojo/trabajador” y “atractivo/no atractivo”.

Las conclusiones de la investigación publicada en Nature sugieren que los especialistas con sobrepeso u obesidad pueden ser vulnerables a sesgar actitudes de los pacientes y que su estado de salud (y apariencia física) puede afectar negativamente la percepción del paciente en cuestión de credibilidad, ganas de seguir indicaciones y al nivel de confianza.

Ramachandran dijo que no es hipocresía, sino que “los doctores son humanos primero y científicos en segundo lugar. Estamos sujetos a las mismas enfermedades que el resto de la sociedad. Es un problema muy difícil y un desafío”.

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