Con la pandemia, La Gran Pompa tuvo que repensar la forma de trabajar la comedia. Sin embargo, una gran ventaja que nota Méndez es que el público está ávido del contacto real. Foto: Especial

La Gran Pompa celebra 18 años de trayectoria y de risas

La Gran Pompa cumple 18 años de trabajo y lo festeja con una función de A capricho, primer espectáculo de la agrupación que ahora configura en una nueva versión para toda la familia en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris

El arte circense unió a Valerio Vázquez y Malcolm Méndez, artistas que si bien se conocían desde la secundaria, su pasión por la comedia los llevó a otra aventura: fundar la compañía La Gran Pompa.

Han pasado 18 años y para Méndez ha implicado aprendizaje y muchos retos, como el enfrentarse al público y a provocar la risa. En entrevista comenta a Reporte Índigo que este periodo implica una madurez de conciencia y de contactar con la gente a través del humor.

“En un inicio estábamos más preocupados por cuestiones técnicas implícitas en el lenguaje circense, que las acrobacias salieran bien, enfocados en la pulcritud. Al principio, la práctica fue muy intensa, pero con el tiempo eso ha quedado de lado, no es que lo menospreciemos, cada quien ha desarrollado sus habilidades, pero lo que más nos mueve es el contacto con el público”, explica Malcolm.

Actualmente se encuentran más relajados y abiertos en escena, momento que celebra Malcolm y que están dispuestos a compartir con el público.

Como parte de su festejo por su 18 aniversario la dupla ofrecerá una nueva versión de A capricho, el primer espectáculo que crearon como compañía. Es una especie de autorretrato que habla de la amistad entre dos payasos.

A capricho, que fue estrenada en un contexto de calle, como parte de un festival de artes en el Centro Histórico, ahora llegará el 4 de mayo al Teatro de la Ciudad Esperanza Iris

“El espectáculo, así como nosotros mismos, también se ha ido transformando de acuerdo con las circunstancias. Nuestra idea es que ninguna función va a ser idéntica, porque el público es distinto.

“Es una especie de competencia entre Valerio y yo por hacer el truco más aplaudido, hacer el chiste más gracioso y por llevar al público hacia nuestro lado. Finalmente, nadie gana esa competencia, más bien se transforma en una comunión en la que generamos un ambiente cálido y amistoso”, detalla el artista.

Gracias a este espectáculo, Malcolm resalta su capacidad como artista de leer al público y provocar que también se exprese, reaccione, o hasta grite, elementos que, cuando eran más jóvenes les perturbaba por no saber cómo reaccionar ante ello.

“Éramos muy joven, a veces, omitíamos las risas del público; ahora tenemos la chance de relajarnos, de escuchar estos estímulos del público y desarrollarlos. Hemos evolucionado como artistas escénicos en nuestra escucha del público, saber no sólo qué funciona, por qué se ríen, o no, sino también provocar diversas reacciones,”, cuenta Malcolm.

Crear humor después de la tragedia

El tiempo, el trabajo y la misma escena les han enseñado que existen diversos tipos de humor. De gente que entiende algún lenguaje subyacente y así detectar alguna ironía o un sarcasmo. Asimismo, con La Gran Pompa han aprendido a reconocer qué tipo de personas son, qué les gusta, mueve, alegra y conmueve para lograr una comunicación honesta.

Incluso, con la pandemia, La Gran Pompa tuvo que repensar la forma de trabajar la comedia. Sin embargo, una gran ventaja que nota Méndez es que el público está ávido del contacto real, con el ánimo de divertirse y de disfrutar.

“Estamos necesitados de un contacto empático y honesto, más allá de la ficción del teatro, o del circo”
Malcolm MéndezArtista circense

“Lo que hacemos nos va transformando, enseñando y abriendo puertas que ni siquiera teníamos chance de ver que ahí estaban. Tienes que aprender a reírte de ti mismo. Uno llega a la conclusión de que no son tan dolorosas algunas situaciones y que somos capaces de trascenderlas.

“Con los personajes intentamos hacer una caricatura de uno mismo, resaltar y exagerar algunos rasgos que están en nosotros, pero que tendemos a ocultar o disfrazarlas, para aparentar algo más positivo. Aprendí a darle vuelta a situaciones adversas o que no me gustan y transformarlas en humor, dejarlas ir a través de una catarsis, de una carcajada”, concluye.

Te puede interesar