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La doble moral

La cloaca que se destapó en Hollywood y en otras partes del mundo ha puesto al juicio público a acosadores y abusadores sexuales. Pero no se mide con la misma vara a quienes cometen otros delitos

El acoso no es nuevo en el entretenimiento, el abuso tampoco. Y la reacción tanto de los espectadores como de algunos medios de comunicación demuestra la doble moral que se rige ante este tipo de situaciones.

No se justifica, nunca. Y la víctima nunca tendrá la culpa (mucho menos si no denunció hasta años después por razones como miedo). Sin embargo, es muy diferente la vara que mide a Kevin Spacey y a Harvey Weinstein que a otros productores y figuras públicas que han salido a la luz para ser expuestas al juicio público (y probablemente legal).

Su desempeño dentro del entretenimiento (como es el caso de Kevin Spacey) no se ve afectado por sus deplorables actos a nivel personal (fue acusado por el actor Anthony Rapp por acoso sexual, en un incidente hace 31 años, cuando este último tenía 14 años de edad).

Aún así, Spacey fue condenado, señalado, juzgado y cancelaron su serie –“House of Cards”– en Netflix. A su vez, se le negó el International Emmy Founders Award de 2017, el cual se le iba a entregar en noviembre.

Para muchos fue una medida injusta, ya que no hay una querella a nivel legal en su contra (por acoso sexual y pedofilia). Para otros, se exige que así se juzgue a Kate del Castillo –quien debutó su documental “Cuando conocí al Chapo” en la plataforma digital mencionada– por hacer negocios con Joaquín “El Chapo” Guzmán, uno de los principales narcotraficantes de México y el mundo.

Y es que figuras tanto de Hollywood como de México y otros países no sólo son acosadores y abusadores sexuales, también son corruptos, son narcotraficantes, son explotadores e inclusive cometen delitos que quedan impunes… como muchos otros actos ilícitos que se cometen en la República Mexicana. Y no se dicen, no se exponen, no se castigan.

“La propia empresa (Televisa) te sexualizaba en ese entonces de una manera muy fuerte, que en ese momento yo no lo entendía, pero sí me molestaba (...)”
Kate del CastilloActriz

O todos coludos…

¿Cuántas víctimas de acoso no hay en empresas del entretenimiento como Televisa y TV Azteca? ¿Por qué no hay productores mexicanos juzgados –mínimo– por la opinión pública como sucedió con el productor estadounidense Harvey Weinstein?

¿Por qué los actores y directores nacionales no se quedan sin trabajo y sin galardones al igual que Kevin Spacey?

Porque la impunidad también reina en el espectáculo. Porque cuando se han vivido episodios de acoso al aire, las consecuencias no han pasado del enojo en redes y plataformas sociales digitales.

Basta recordar ese momento en el que la conductora de Sinaloa, Andrea Vilash, se deshizo de la tanga que portaba ante la “petición” de los integrantes de la Original Banda Limón, durante el programa piloto “Paranoia TV”. Esto después de que uno de los músicos intentara quitarle la ropa interior.

Ejemplos hay muchos, sobre todo cuando se trata de mujeres. Estén o no al aire, ellas son víctimas de acoso y abuso sexual. Y también son tratadas de manera denigrante, como señaló Kate del Castillo en su documental en Netflix, “la propia empresa (Televisa) te sexualizaba en ese entonces de una manera muy fuerte, que en ese momento yo no lo entendía, pero sí me molestaba (…) las comidas de publicistas, eras básicamente una elegida, así ¡wow! si te invitaban… porque literalmente esas comidas eran para ofrecer a las actrices a los publicistas, que son la gente que mete el dinero en Televisa, quienes compran los tiempos de aire”.

El productor y periodista mexicano Epigmenio Ibarra coincide con Del Castillo, “así como en Colombia, las prepago (prostitutas) famosas. O sea, la televisión era un catálogo, tú escogías en pantalla y había actrices que por un papel hacían cualquier cosa”. 

Pero callar también es complicidad. Que la víctima guarde silencio es entendible, pero que figuras públicas, medios de información y colegas de acosadores  se vuelvan cómplices también debería condenarse públicamente.

“Así como en Colombia, las prepago (prostitutas) famosas. O sea, la televisión era un catálogo, tú escogías en pantalla y había actrices que por un papel hacían cualquier cosa”
Epigmenio IbarraProductor y periodista

Víctimas mexicanas

En el caso de Kevin Spacey hay otra denuncia pública y esa es de Roberto Cavazos, quien trabajó con el protagonista de “House of Cards” en 2008, en la obra “The 24 Hour Plays”, en el Teatro Old Vic en Londres.

“Somos muchos los que tenemos una ‘Kevin Spacey story’ (apodo que le pusieron a las insinuaciones del actor). Parece que sólo hacía falta ser un varón menor de 30 para que el señor Spacey se sintiera libre de tocarnos (…) Era tan común que hasta se volvió un chiste local (de muy mal gusto”, dijo Cavazos.

Roberto agregó que la estrategia más común que tenía Spacey era invitar a jóvenes actores a un picnic con champagne, “cada historia variaba en lo lejos que llegaba el picnic, pero la técnica era la misma. Más común era que el señor se encontrara en el bar de su teatro, estrujando a quien le llamara la atención. Así me tocó a mí la segunda vez. Yo nunca me dejé, pero sé de algunos que temieron ponerle un alto”.

A su vez, la actriz mexicana que radica en Estados Unidos, Karla Souza, habló de cuando fue acosada en México (no por Spacey).

“Créeme que es algo difícil porque la gente no entiende la psicología detrás de ser acosada, que es que justamente te culpas a ti misma, haces todo por pensar que es tu culpa y hay una manipulación y una especie de lavado de cerebro que te hacen estas personas que hacen que tú creas que ellos tienen razón. No sé cómo explicarlo, son muchas cosas, y luego te da miedo delatarlo o hablarlo con toda la gente”, señaló la actriz.

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Nuevas víctimas denunciaron a Harvey Weinstein esta semana

En todos lados

>> Muchos se preguntan por qué los productores de Televisa no son expuestos como Harvey Weinstein o Kevin Spacey.

>> Si se tomaran las medidas de Netflix a Kevin Spacey con todos los acosadores, los sets y estudios de grabación se quedarían vacíos.

>> Callar también es complicidad. Muchos testigos y empleados sabían perfectamente las prácticas denigrantes de productores, directores y actores.

 >> El mundo de las artes y el entretenimiento está lleno de los que Molotov bautizó como “carnales de las estrellas”, cuyos cómplices han callado por años las prácticas que hasta se han vuelto una fórmula para la contratación de artistas.

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