La novela se publica 20 años después de Memoria de mis putas tristes (2004). Foto: Especial

La historia detrás de la novela póstuma de Gabriel García Márquez

En agosto nos vemos se publica simultáneamente en 40 idiomas este 6 de marzo, fecha en que se festeja el 97 aniversario del Premio Nobel de Literatura colombiano

Hoy llega a las librerías de todo el mundo la obra póstuma del Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez (1927-2014), En agosto nos vemos.

Traducida a 40 idiomas, la novela corta editada en México por Diana (sello perteneciente a Planeta) y por Penguin Random House en España, sale a luz cuando se cumple el 97 aniversario del nacimiento del escritor colombiano, convirtiéndose en uno de los libros más esperados del año.

La novela, que se publica 20 años después de la polémica Memoria de mis putas tristes (2004), es descrita como “un canto a la vida, a la resistencia del goce pese al paso del tiempo y al deseo femenino”.

Según Penguin Random House España,  el libro cuenta la historia de Ana Magdalena Bach, quien cada mes de agosto, “toma el transbordador hasta la isla donde está enterrada su madre para visitar la tumba en la que yace. Esas visitas acaban suponiendo una irresistible invitación a convertirse en una persona distinta durante una noche al año”.

Dará una visión feminista del escritor, según sus hijos

Algunas pistas sobre la novela ya existen en la web desde 2003,  como un texto titulado “La noche del eclipse” que fue publicado en la revista colombiana Cambio, también retomado por otros medios como el periódico El País y la revista Etcétera en México. Entonces, el relato se presentaba como parte de una serie de cuentos que completaría lo que el Nobel había llamado  la trilogía “sobre el amor en la edad madura”, conformado por sus novelas Del amor y otros demonios (1994) y Memoria de mis putas tristes (2004).

La novela inédita de Gabriel García Márquez es descrita como “un regalo inesperado para los innumerables lectores del Nobel colombiano”

Puesta bajo escrutinio feminista en los últimos años, esa última novela ha sido descrita como una apología de la misoginía y la violencia contra las mujeres.

De acuerdo con los herederos de García Márquez, En agosto nos vemos vendrá a dar una visión más amplia del universo del escritor. “Creo que cierra muy bien ese tríptico en clave feminista. Por su punto de vista, el de una mujer, nos pareció que iba a ensanchar el mundo de Gabo para sus lectores, y sobre todo para sus lectoras”, declaró su hijo Rodrigo García en una entrevista con El País recientemente.

Los detalles de su publicación

Escrita mucho antes de que la demencia senil nubalara la memoria del también periodista, la novela se desarrolló por varios años y, al final, había sido desechada por el propio autor porque consideró que no funcionaba,  incluso llegó a pedir que se destruyera.

Los borradores de la novela fueron parte del archivo que la familia del escritor vendió en 2014 a la Universidad de Austin, Texas. Ahí permanecieron hasta que, hace dos años, sus hijos Rodrigo García y Gonzalo García Barcha revisaron la novela y decidieron publicarla.

Sobre esa decisión, a pesar de la voluntad del escritor colombiano, Rodrigo García comentó a El País que posiblemente su padre no quería publicarla porque ya no comprendía bien el texto:

“Trabajó intensamente en ella. Y luego, a medida que se le olvidaban las cosas, se olvidó también de ese libro. Mi teoría es que cuando dijo que no funcionaba había perdido la capacidad para juzgarlo. No está tan pulido como sus otras novelas, pero tampoco es un desastre que no se entienda. Yo creo que era él quien ya no entendía nada”.

Un vistazo a la obra

En su revista LENGUA,  Penguin Random House España compartió las primeras páginas de la esperada novela del escritor colombiano, que comienza con el siguiente párrafo:

“Volvió a la isla el viernes 16 de agosto en el transbordador de las tres de la tarde. Llevaba pantalones vaqueros, camisa de cuadros escoceses, zapatos sencillos de tacón bajo y sin medias, una sombrilla de raso, su bolso de mano y como único equipaje un maletín de playa. En la fila de taxis del muelle fue directa a un modelo viejo carcomido por el salitre. El chofer la recibió con un saludo de amigo y la llevó dando tumbos a través del pueblo indigente, con casas de bahareque, techos de palma amarga y calles de arena ardiente frente a un mar en llamas. Tuvo que hacer cabriolas para sortear los cerdos impávidos y a los niños desnudos que lo burlaban con pases de torero. Al final del pueblo se enfiló por una avenida de palmeras reales donde estaban las playas y los hoteles de turismo, entre el mar abierto y una laguna interior poblada de garzas azules. Por fin se detuvo en el hotel más viejo y desmerecido.”

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