Su afición por la literatura surge a una temprana edad, lo que la lleva a abrir con 15 años su blog “Relocos y recuerdos” y poco después a ganar el premio de poesía Emiliano Barral. Foto: Especial

Elvira Sastre desafía el conformismo con poesía

En medio de su travesía desde España hasta México, presenta su libro Adiós al frío. En esta obra, aborda los desafíos de su generación, destacando la fragilidad como fortaleza, la evolución de roles de género y la búsqueda de una libertad auténtica en la escritura

En Madrid, el otoño se manifiesta con sus característicos días de lluvia y ocasional presencia de nieve. Esta temporada, admirada por la poeta española Elvira Sastre, adquiere un encanto al contrastar con la vivacidad cromática de México, especialmente de Oaxaca. El viaje a este rincón del país no sólo representó una travesía geográfica, sino también un viaje emocional y mental.

Sastre relata la travesía desde Madrid, donde las lluvias torrenciales amenazaron con impedirle abordar; este periplo se entrelazó con eventos de alcance global, como la crisis en Israel y Palestina, y un continuo flujo de noticias desgarradoras. No obstante, le permitió encontrar la belleza en medio del caos.

“Llegar a México me hace recordar que también hay partes iluminadas en el mundo, pero donde hay luz, hay sombra. Cuando vuelva a España será invierno, y pensar en este calor, en este sol, en las paredes y los artistas que hay, sentiré un poquito de calor dentro”, relata a Reporte Índigo la poeta, quien presentó su libro Adiós al frío.

Este trabajo de poesía se entrelaza con su última novela, la cual recién terminó y presentará el próximo año. En ambas, plasma sus reflexiones sobre los desafíos que enfrenta su generación, especialmente en el contexto español.

La autora destaca la dualidad de la fragilidad y la vulnerabilidad como la verdadera fortaleza de las personas, aunque admite que explorar estos temas puede ser un proceso difícil.

“Mi generación, la de los 30 años, por lo menos, en España, nos pilló una niñez y una adolescencia de estar muy protegidos, sin mala fe, pero te hacían sentir muy especial, que el futuro estaba para ti.

“Recuerdo llegar a la universidad, hubo una crisis económica muy grande, y darte cuenta de que la vida no estaba para ti, que la gente pierde los trabajos; el futuro y el presente eran bastante negros. No te queda tiempo libre para el ocio, ni para viajar. Tampoco puedes descansar porque hemos crecido mucho con lo de producir todo el rato”, señala.

La lucha de toda una generación

Elvira Sastre aborda las dificultades que enfrenta su generación en la actualidad, destacando la precariedad laboral en ciudades como Madrid, donde encontrar vivienda se convierte en una tarea casi imposible y gran parte del sueldo se destina a cubrir los gastos básicos.

La escritora también explica la paradoja de su generación en relación con la revolución de identidades y género. Reconoce el progreso en términos de feminismo, pero señala que la generación creció con referentes y narrativas machistas.

“Nos ha dado tiempo de subirnos al feminismo, por suerte, pero crecimos con los referentes y narrativas muy machistas. Lo de la generación de cristal lo dicen como algo peyorativo, pero realmente creo que sí, tenemos una fragilidad, porque nuestra vida ha sido muy distinta”, opina.

En cuanto a la evolución generacional, Sastre reflexiona sobre las diferencias entre las abuelas, las madres y las generaciones más jóvenes. Destaca la adaptabilidad de su madre a las nuevas tecnologías y la combatividad que la caracteriza. Además, expresa esperanza al observar a las generaciones más jóvenes como agentes de cambio que continuarán construyendo un mundo más equitativo.

Sastre descubrió la fotografía analógica como un pasatiempo hace unos años. A pesar de su naturaleza costosa, encuentra placer en la preparación y la paciencia que requiere cada foto

“Tenemos 30 años y somos jóvenes, todavía tenemos posibilidades de cambiar el mundo a nuestra manera. También hemos logrado muchos cambios sociales, de mentalidad, la relación con nuestros cuerpos, porque crecimos con referentes estéticos muy estereotipados y heteronormativos, tuvimos que romper con todo eso y fuimos nosotras, merece la pena que nos sintamos orgullosas de lo que hemos conseguido”, sostiene.

En sus obras, Elvira Sastre no solo promueve el autocuidado y el amor propio, sino que también enfatiza la relevancia de cultivar el propio afecto como una estrategia defensiva en el mundo. Este enfoque no solo contribuye a fortalecer la seguridad y confianza personal, sino que también vislumbra un horizonte en el que las mujeres puedan vivir en comunidad.

“Se tenía la idea de que entre mujeres había más competencia y eso ha cambiado, ahora la verdadera red de apoyo y las verdaderas relaciones sentimentales ya no son tanto con la pareja, sino con tus amigas y eso es muy bonito.

“Al final, eso es una defensa, es existir en el mundo con mayor seguridad, confianza, y aprendes a poner límites, porque a las mujeres no nos enseñaron a poner límites, nos educaron en esta complacencia, de servir, de adular, de acompañar, y de no pedir nada, y eso está cambiando”, pronuncia.

Su forma de ver la libertad

La autora de “Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo” opina que la palabra libertad ha sido sobreutilizada, especialmente en el ámbito político en España, llevando consigo connotaciones positivas que en realidad encubren realidades opuestas.

Advierte que, bajo la máscara de la libertad, se han perpetrado acciones perjudiciales para la sociedad, especialmente para las clases más desfavorecidas.

“Te dicen esa palabra mientras te ponen unas esposas en la mano. No creo que vivamos en libertad y más siendo mujeres. También tiene que ver con las cadenas que nos ponemos, el síndrome del impostor, millones de cosas que te coartan, pero que con mucha terapia y deconstrucción podemos alcanzar lo que queremos”, sostiene.

A pesar de las barreras, Sastre encuentra un reducto casi 100 por ciento libre en su vida: la escritura. Describe cómo, en sus inicios, esa libertad era pura y genuina al no tener lectores ni preocupaciones. No obstante, reconoce la presión actual de las expectativas externas y cómo esta puede influir en su proceso creativo.

“Me ha pasado que cuando publico una frase de amor en las redes, hay gente haciendo un debate sobre esa manera de querer. No tenemos que ser tan moralistas todo el rato con las cosas artísticas, porque matas esa subjetividad, matas esa libertad”, concluye.

Un poema que resuena en la actualidad

En el poema “Yo no quiero ser recuerdo, Elvira Sastre desafía el conformismo y expresa su deseo de ser más que un simple recuerdo. Escrito en una época más joven, fue su declaración de intenciones, marcando una etapa de rebeldía y determinación.

“Cuando lo escribí era más jovencita y ya era guerrera, ahora creo soy mucho más, pero en ese momento era más atrevida. Lo recito siempre, dio nombre a la gira del año pasado, me acompaña mucho; cada vez que lo leo me hace sentir  muy bien, porque me lleva a esa época en la que lo escribí”, describe.

Su experiencia con la música

Elvira Sastre aprendió a tocar el piano en el Conservatorio. Después de años, redescubre el piano como una forma libre y genuina de expresión creativa.

“Poco a poco, sin mayores pretensiones, voy a dejar un espacio para el piano, que sea libre; tocaré lo que me apetece. Estoy muy acostumbrada a una disciplina limitada por mi propia autoexigencia y perfección, entonces me cuesta hacer algo creativo en lo que no soy buena”, cuenta.

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