El amor en tiempos de ‘House of cards’

El estreno de la segunda temporada de “House of Cards” el viernes pasado, nada más y nada menos que el Día de San Valentín, puede haber parecido poco romántico para algunos.

Pero el aparentemente utilitario matrimonio de Frank y Claire Underwood es una representación (si bien exagerada) mucho más precisa de las relaciones modernas que cualquier chick flick.

Los personajes interpretados por Kevin Spacey y Robin Wright forman una pareja posmoderna, en la que los roles de cada uno no están definidos por su género, sino por sus ambiciones y necesidades.

El estreno de la segunda temporada de “House of Cards” el viernes pasado, nada más y nada menos que el Día de San Valentín, puede haber parecido poco romántico para algunos.

Pero el aparentemente utilitario matrimonio de Frank y Claire Underwood es una representación (si bien exagerada) mucho más precisa de las relaciones modernas que cualquier chick flick.

Los personajes interpretados por Kevin Spacey y Robin Wright forman una pareja posmoderna, en la que los roles de cada uno no están definidos por su género, sino por sus ambiciones y necesidades.

Así, según explica Marlisse Silver Sweeney en Policy Mic, “lo que Frank y Claire tienen se acerca mucho más a la igualdad, complicidad y amistad que docenas de relaciones en películas como ‘Valentine’s day’ o similares”.

Además, el fin de su matrimonio quedó claro desde un principio y se definió sin dramas, sin promesas y, quizá, sin romance. “Claire, si todo lo que quieres es felicidad, di que no”, dijo Frank, “no te voy a dar un par de hijos y contar los días hasta que nos retiremos. Te prometo libertad de eso. Te prometo que nunca estarás aburrida”.

Hanna Rosin escribió sobre ello en Slate. “¿Qué significa esta promesa en su matrimonio? Claire y Frank operan como una unidad letal, pero siempre puedes ver las partes separadas de la máquina”, señala, “se sostienen separados, y comprendiéndose mutuamente”.

Sin embargo, esto no excluye el aspecto amoroso de la relación. Rosin añade que “vivimos en una época en la que los matrimonios de las élites educadas operan como asociaciones de iguales, cercanas y exitosas”, y los describe como “matrimonios de compañía”, poniendo como ejemplo a los Obama y los Clinton.

En ellos, los hombres y mujeres trabajan en sus propios proyectos, y no se pierden, señala, “en una versión pobre y aplastada del matrimonio”. Así evitan olvidar el verdadero romance que viene de estar enamorado, la locura por el otro, la admiración.

Claire y Frank Underwood no confunden estar casados con estar fusionados, y así no pierden el deseo. En su relación “arruinar el delicado balance entre estar separados y estar alejados” es la mayor de las traiciones. Y este tipo de relaciones son rara vez retratadas. 

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