Hijas del destino

Hay decisiones que cambian la vida de uno mismo y otras que pueden cambiar la vida de alguien más.

Abraham George, fundador de la escuela Shanti Bhavan, decidió que quería hacer algo por los demás. Tras convertirse en uno de los empresarios hindúes más importantes de Estados Unidos y después de cumplir 50 años, consideró que era momento de ayudar a cambiar la vida de personas en necesidad.

George vendió su empresa, regreso a la India y construyó un colegio que apoyaría a un niño por familia de las castas más bajas de esa nación, en especial de Bangalore.

Hay decisiones que cambian la vida de uno mismo y otras que pueden cambiar la vida de alguien más.

Abraham George, fundador de la escuela Shanti Bhavan, decidió que quería hacer algo por los demás. Tras convertirse en uno de los empresarios hindúes más importantes de Estados Unidos y después de cumplir 50 años, consideró que era momento de ayudar a cambiar la vida de personas en necesidad.

George vendió su empresa, regreso a la India y construyó un colegio que apoyaría a un niño por familia de las castas más bajas de esa nación, en especial de Bangalore.

El colegio ayudaría con los estudios, techo y alimentación durante el ciclo escolar de los niños que fueran seleccionados, así como con su preparación educacional hasta aplicar para el examen de una universidad.

Bajo el sistema mixto, la escuela motiva a niños y niñas por igual, impulsándolos a romper las cadenas con las que muchas mujeres son lastimadas.

La serie documental “Daughters of Destiny”, de Vanessa Roth, retrata la vida de Thenmozhi, Karthika, Preetha y Shilpa, quienes son un ejemplo de que las cosas pueden cambiar, a pesar de seguir bajo las reglas de un sistema social tradicional. En esos lugares, la esperanza es un buen motivo para continuar la lucha por la igualdad.

Thenmozhi y Karthika: El esfuerzo de sus madres

Elegida por su madre, Thenmozhi fue aceptada desde los siete años en Shanti Bavan.

Aunque le dolió dejar a su familia, la pequeña comenzó a mostrar desde que llegó su adaptación al aprendizaje, sobresaliendo como una niña inteligente, curiosa y aguerrida.

Debido a que entró desde pequeña y a que no vivió muchas situaciones que atraviesan las niñas de su edad, su criterio sobre lo bueno y lo malo comenzó a definirse para decidir con ello hasta dónde llegar.

Aunque su madre la apoya, definió los límites que debe acatar de forma tradicional, una preocupación que la pequeña muestra a lo largo del documental.

Al igual que Thenmozhi, Karthika ha sido apoyada sólo por su mamá, quien bajo un trabajo casi inhumano logró sacar a su familia adelante.

Preocupada por la situación marginada de trabajo de su madre, Karthika decidió que ayudará a los que no pueden defenderse y se convertirá en la voz de los que nadie decide escuchar.

Preetha y Shilpa: Las voces de la realidad

Como el sueño de cualquier adolescente, Preetha sólo desea cantar.

Siendo una niña entró a Shanti Bhavan y aunque su interés no se encontraba en alguna de las ciencias, fue dedicada en todas ellas porque sabía que la educación haría que ella no fuera una mujer de la cual pudieran abusar.

Preetha, la más rebelde de ellas por su interés peculiar por el canto, no es una chica tradicional, no viste como los demás y muestra dificultad para aceptar las diferencias entre hombres y mujeres que marca una cultura tradicional.

Otra de las estudiantes más sobresalientes que muestra el documental es Shilpa, una chica menos rebelde y amante de las letras, que es portavoz de una verdad que exige y denuncia la realidad.

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