“Ninguno de nuestros derechos han sido otorgados, se han ganado con mucho sudor y lágrimas”, señala la escritora Cristina Rivera Garza. Foto: Especial

Cristina Rivera Garza: “Nuestras instituciones tardan en cambiar, pero van con paso firme”

La escritora Cristina Rivera Garza, quien se incorpora a El Colegio Nacional, platica sobre las inquietudes y temas que le han importado en los últimos años y que continuará trabajando, como la migración, los derechos de las mujeres y los feminicidios

Desde la fundación de El Colegio Nacional, en 1943, la presencia de las mujeres ha sido escasa. Hasta antes de la muerte de la pionera en ingresar a dicha institución en 1985, la historiadora Beatriz de la Fuente, el Colegio contaba con ocho especialistas.

A partir del lunes 9 de enero se incorporó la escritora Cristina Rivera Garza, quien describe a Reporte Índigo que esta noticia le llega en un momento de mucha productividad y en el cual está explorando más profundamente cada uno de los temas que le han interesado en los últimos años.

“Recibo esta noticia muy contenta y muy honrada, con la responsabilidad que implica. En los últimos años que han ido incorporando un número importante de mujeres, no lo suficiente, me hace pensar que nuestras instituciones tardan en cambiar, pero van con paso firme. Han habido mujeres escritoras en años anteriores que pudieran haber sido miembros integrantes de El Colegio Nacional, y habrá más en el futuro”, precisa la escritora.

Rivera Garza sostiene que es hija y nieta de migrantes entre México y Estados Unidos, por ello uno de los temas que actualmente le preocupa es la migración.

Asimismo, en lo que ha denominado “escrituras geológicas”, que es la relación entre la literatura y el cambio climático. Por supuesto, agrega, que no terminará de discutir cuestiones como la violencia contra las mujeres, hasta llegar a su punto más atroz: el feminicidio.

“Me importa mucho estar cuestionando las puertas que se cierran y poderlas abrir. Me parece importante que desde El Colegio Nacional se continúe hablando sobre estos temas que he estado trabajando por muchos años, muy cercanos a mi corazón, a mi vida y a mis preocupaciones intelectuales, que espero discutir con los colegas a través de la inter y transdisciplina”, agrega la escritora.

Una de las responsabilidades de El Colegio Nacional es la diseminación y la promoción de la ciencia y el arte, algo que Rivera Garza también ha hecho como profesora de escritura creativa en español en Estados Unidos.

Le gustaría pensar que varias de las cosas en las que ha estado trabajando como cuestiones de historia, archivo, de pensamiento y práctica crítica encontrarán, eventualmente, un lugar en esta institución.

El camino de su literatura

Hace aproximadamente un año y medio que Cristina Rivera lanzó su libro El invencible verano de Liliana, el cual tardó casi 30 años en publicar, pues relata el feminicidio del que fue víctima su hermana menor, Liliana Rivera Garza, y cómo su presunto feminicida, Ángel González Ramos, quedó impune.

La escritora expresa que se cambió el nombre a Michell Angelo Giovanni, vivió en el sur de California y murió ahogado el 2 de mayo de 2020. Esta información la compartió hace año y medio con la oficina de Alicia Rosas Rubí, subprocuradora de Procesos de la Fiscalía de la Ciudad de México, con el fin de que comprobaran esos datos. Hasta la fecha no ha recibido ningún tipo de respuesta.

En su columna publicada recientemente en El País, “¿De qué se ríe el feminicida?”, la autora explica que, por desgracia, concluye su artículo con algo que muchas familias de mujeres desaparecidas y asesinadas saben muy bien: el silencio institucional.

“Toda la información, la investigación la hemos llevado a cabo mi familia y yo. Por desgracia este silencio institucional es parte de la impunidad. Pero aún hay mucho trabajo por hacer. Yo creo que no hay que dejar de apuntar el dedo hacia la responsabilidad que le toca al Estado y a la sociedad civil para que se cuestionen estas complicidades y la protección a estos asesinos”, apunta.

Literatura y feminismo

Rivera Garza admite que algo que agradece mucho es el recibimiento cálido y empático por parte de sus lectoras, quienes le han informado que han asistido a marchas, han creado performances y obras en honor a Liliana.

“Nuestro duelo familiar y privado se volvió social, pues ha sido un cambio muy radical, algo que forma parte de la potencia de la escritura, que es articularnos con otros”, explica la autora de Nadie me verá llorar.

Como escritora, uno de los retos al llevar su lucha social a la letras es crear un ejercicio plural y colectivo a través de temas en los que se conecta profundamente, como es el caso de los feminicidios.

“Cuando escribo estoy inmiscuyéndome y articulándome con esta gran energía que es el lenguaje y a partir de ahí participar en este continuo hacer de la memoria, que es una parte fundamental del procesos de restitución de una justicia.

“Decía en el artículo que todos los que abrazamos a Liliana y todas las mujeres que hemos perdido, estamos participando también de esta otra justicia hecha complicidad, solidaridad y hospitalidad, casi cósmica, porque estamos atrayendo esas presencias al invocarlas. Eso me parece una de las virtudes y capacidades de la escritura”, detalla Rivera.

Sobre los recientes casos de feminicidios, Rivera Garza opina que la sociedad está acostumbrada a las narrativas oficiales, de allí la importancia de la escritura que no se ve a sí misma alejada del mundo, ni en una torre de marfil, sino unida orgánicamente.

En el caso de los feminicidios, precisa que la narrativa oficial es del crimen pasional que culpa a las mujeres y justifica a los perpetradores.

“No sólo se trata de volver a hablar del tema, porque esa historia la conocemos muy bien, el de glorificar al feminicida y a las fuerzas del Estado y policiacas, es poner el énfasis no sólo en el momento del crimen, sino en la vida de las mujeres. Se puede crear una manera distinta de contar historias” añade.

Cristina Rivera Garza anhela que algún día se dejen de escribir historias como la de El invencible verano de Liliana, porque eso significaría que ya no sucede, pero mientras no ocurra cree que es muy importante seguir investigando las formas de contar y de articular.

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