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Al rescate de las memorias

Maamun despierta cada mañana en Zaatari, con un cuenco de plástico se lava la cara y se acicala para empezar el día, se viste y calza sus sandalias para dejar el dormitorio 2236 y dirigirse caminando a su trabajo.

Abre la puerta de su cubículo, entre el cautín, los circuitos y alambres se encuentra el hábitat de su día a día: Reparar teléfonos celulares para quienes lleguen a su puesto en el campo de refugiados de Jordania.

Los migrantes provenientes de Siria guardan con recelo los dispositivos móviles, ya que en ellos cargan lo poco o mucho que han logrado sacar de su país.

Alrededor de 70 mil euros costó realizar este documental
Hay más de 3 millones 800 mil refugiados sirios en el mundo
"Que no se nos olvide, al final son personas antes que refugiados y la dignidad que transmite esta gente yo creo que es digna de verse y de ponernos en su piel para empatizar con eso que está sucediendo”
Jorge Fernández Mayoral
https://youtu.be/34uaYPiFfwU

Maamun despierta cada mañana en Zaatari, con un cuenco de plástico se lava la cara y se acicala para empezar el día, se viste y calza sus sandalias para dejar el dormitorio 2236 y dirigirse caminando a su trabajo.

Abre la puerta de su cubículo, entre el cautín, los circuitos y alambres se encuentra el hábitat de su día a día: Reparar teléfonos celulares para quienes lleguen a su puesto en el campo de refugiados de Jordania.

Los migrantes provenientes de Siria guardan con recelo los dispositivos móviles, ya que en ellos cargan lo poco o mucho que han logrado sacar de su país.

Fotografías y videos son su único recurso de apegarse a la memoria de su pasado, donde reside la identidad de quienes han tenido que partir por una guerra que no es la suya, es el tesoro más invaluable que poseen.

Tres españoles se dieron a la tarea de visitar el lugar donde viven más de 80 mil personas, y tras la lente capturaron la vida de Maamun, obteniendo el documental “District Zero”, que tuvo su presentación internacional en México en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara.

Uno de los directores del testimonial, Jorge Fernández Mayoral, platicó con Reporte Indigo acerca de la experiencia que le dejó grabar el largometraje de poco más de una hora de duración y sus impresiones después de haber estado en Jordania.

Haciendo visible la problemática

El tema social en video es algo con lo que se ha encontrado familiarizado el equipo de producción proveniente de Pamplona, España, ya que hace 10 años estrenaron el documental “Nömadak TX”. Esta producción habla del txalaparta, un instrumento que requiere de dos personas para lograr su sonido.

La Oxfam, junto con la Comisión Europea, buscó a este grupo de cineastas para proponerles un proyecto único, “nos llegan un día con un encargo y más que un encargo era ‘mira tenemos esta situación, hacedlos visibles’ esto hablando de los refugiados”, comentó Fernández Mayoral.

El eco resonó con la frase “Hacedlos visibles” en los realizadores y surgió la idea bajo dos conclusiones, “queríamos hablar de la identidad de quienes son esos refugiados y hablar de la problemática que está sucediendo en Jordania, en respecto a la identidad es donde dijimos, tenemos que utilizar un teléfono móvil, porque todos nosotros dentro del teléfono está ya nuestra identidad, habla de quienes somos”.

Fernández Mayoral explicó que cuando los sirios abandonan su país, de las pocas cosas que pueden tomar consigo es el celular, por lo que al llegar al campo de Zaatari buscaron a alguien que se encargara de reparar los dispositivos inteligentes y encontraron a Maamun.

Es un tema para todos

Fernández Mayoral considera que es importante para México ver este documental, sobretodo por la actual situación migratoria que sucede al norte del país, “dentro de las crisis migratorias en México pues es lo mismo, es intentar empatizar con esa gente (…) es gente con carreras, con idiomas, nadie allá en Siria se imaginaba un año antes de la guerra que iba a suceder esto”. 

La barrera del lenguaje

Una de las complicaciones al momento de rodar el documental, fue el comunicarse y entender a las personas dentro de Zaatari, ya que todas hablan árabe, “y nuestro traductor es tartamudo (risas), para darle más locura a la situación”.

El testimonial transcurre sin tener entrevistas a cuadro o una voz narrativa que conduzca al espectador, es a través de conversaciones y pláticas entre los indocumentados que se lleva la estructura del documental.

El cineasta y su equipo tenían que confiar en la habilidad de su traductor, con quien a veces era más fácil hablar con señas, pero se fiaban de que al introducir un tema en común con quienes aparecen a cuadro surgirían los diálogos de manera natural, situación que si lograron capturar en pantalla.

“Tuvimos que traducir todo lo que había sucedido en el árabe y aparecieron cosas que ni en un guión imaginado las hubieses escrito, tan bien como estaban”, acotó el codirector.

Producción a contrarreloj

Al lograr entrar al campo de refugiados, el equipo de producción contó con tres semanas para grabar la historia de Maamun, las cuales se convirtieron en solo 13 días en concreto.

Para cumplir los protocolos, los realizadores tomaron té con quienes iban a estar involucrados a cuadro, lo cual sucedió el primer día que pisaron Zaatari, por lo que en realidad tuvieron 12 días de producción, “de los cuales a su vez, para ponerle más límites al proyecto, tenemos un horario muy concreto y no podemos pasar la noche en el campo de refugiados, porque está prohibido para gente extranjera”.

Contaron con cinco horas por día para filmar, lo que significó que el esfuerzo fuera mayor, sin embargo, esto ayudó al proceso de edición. La producción del documental hasta obtener el primer corte fue de casi tres meses.

Después del documental

El documentalista estuvo a principios del 2016 de nueva cuenta en Jordania, donde se topó a Maamun, “estuve en su tienda de teléfonos y terriblemente sigue en esa situación, también con una dignidad increíble”, por lo que exhortó a que esta realidad sea vista, para lograr un cambio ya que “es un problema que nos atañe a todos”.

Sin dramatizaciones

En “District Zero” se aprecian videos de ataques terroristas sin editar, fotografías de casas destruidas así como de los sobrevivientes, todo el material es original acorde a las palabras de su codirector, “todos los videos que aparecen son los videos de los propios protagonistas (…) rescatamos y nos cedieron parte de su identidad”.