El festival celebrará su tercera edición del  22 al 25 de febrero. Foto: Especial.

Agua Viva, un festival literario para mujeres y disidencias que nació en pandemia

El encuentro virtual es organizado por tres librerías en Morelia, Xalapa y San Cristóbal cuyas gestoras se unieron en pandemia para visibilizar su trabajo y el de autoras, así como para sortear la crisis del sector librero

En un país donde los espacios y servicios culturales se concentran en la capital, hay proyectos en otras ciudades que están buscando crear espacios de encuentro mediante librerías o festivales virtuales. Es el caso de Agua Viva Festival, encuentro literario virtual nacido en plena pandemia con la idea de visibilizar el trabajo de mujeres y personas género disidentes involucrados en los diversos procesos del libro, así como para generar ingresos en un momento de crisis para el sector librero.

Lanzado a finales de 2020, este festival organizado por las librerías independientes La Cosecha (San Cristóbal de las Casas), El Entusiasmo Libros (Xalapa) y Traspatio Librería (Morelia) llega este año a su tercera edición, del 22 al 25 de febrero, con un programa de talleres y diálogos con escritoras como Guadalupe Nettel, Gabriela Jauregi, Mónica Nepote, Isabel Zapata, Gabriela Damian, Daniela Rea, Maricela Guerrero, María Galindo, entre otras.

“Esta edición lo rige la temática del antropoceno y logramos tocar los diferentes puntos dentro de la cadena productiva del libro o de la literatura porque hay talleres dedicados a la edición, a la poesía, a la narrativa, al ensayo”, comenta en entrevista con Reporte Índigo, Agustina Villela, fundadora de la librería El Entusiasmo, en Xalapa.

A lo largo de esos cuatro días, el festival ofrecerá espacios de reflexión en torno al antropoceno y el papel que juegan los libros y la literatura en la modificación de los sistemas naturales y su relación con la naturaleza.

Sin embargo, también se abordarán temas que ya tienen su lugar asegurado en este encuentro, como los cuidados y feminismos. Destaca un taller de introducción al análisis y la práctica feminista titulado “5 tesis alrededor de la despatriarcalización”, que ofrecerá la artista y activista boliviana María Galindo, líder de Mujeres Creando, un colectivo de artistas que intervienen las calles con graffitis y performances.

Un festival que respondió a la crisis editorial en pandemia

En 2020, en medio de la pandemia por Covid-19, uno de los sectores más afectados fue el del libro. Autores, editores, libreros y distintas profesiones involucradas dentro de la cadena del libro vieron mermados sus ingresos con la baja en ventas, cierre de librerías, suspensión de ferias de libros o espacios para talleres.

Ante ese panorama crítico y con una nómina que cubrir cada mes, las libreras Mara Rahab Bautista, en Morelia, Agustina Villela, en Xalapa, y Francesca Di Saint Pierre, en San Cristóbal, unieron fuerzas para crear el festival virtual Agua Viva, un espacio para visibilizar el trabajo de autoras y libreras, así como para generar ingresos entre ellas.

“En pandemia la verdad es que me sentí muy acompañada por las colegas en la virtualidad, fue menos difícil y menos complicado porque, por lo menos, tenía con quien hablar sobre el cierre de la librería, qué hacer con los libros, con la nómina. Sentí que teníamos muchísimas cosas en común y creí que podíamos sumar esfuerzos para ayudarnos entre nosotras y ayudar a las escritoras que también estaban sin chamba porque estaba todo paralizado”, cuenta Mara Rahab Bautista.

Así nació este festival autogestivo que desde su primera edición reunió a destacadas escritoras, como Cristina Rivera Garza, Yásnaya Elena Aguilar, Daniela Rea y María Fernanda Ampuero.

Desde entonces su crecimiento ha sido “orgánico”, ha logrado fortalecer una comunidad virtual en la que se difunde el trabajo de mujeres y personas género disidentes, y donde, además, cada participación es remunerada de manera equitativa y honesta.

“Nos pusimos un objetivo al principio de cada edición, que era llegar a x número de personas para que el festival tuviera alcance suficiente y que con esas inscripciones llegaramos a una cuota que nos permitiera, tanto a las librerías como a las talleristas, recibir compensaciones justas y dignas, y lo hemos logrado”, dice Francesca Di Saint Pierre, desde San Cristóbal.

Las librerías independientes que organizan el festival

En tres ediciones, el festival virtual se ha ganado el reconocimiento de escritoras tanto de México como de otros países, así como de lectores y amantes de los libros y la escritura que encuentran ahí un espacio donde compartir, reflexionar y aprender con las participantes. Esto gracias a la visión de estas libreras que, más que ver al libro como mero objeto de negocio, buscan crear espacios de encuentro entre autores y lectores en ciudades donde hacen falta este tipo de lugares.

“Yo sí creo que cada vez debe haber más librerías en ciudades grandes o pequeñas para facilitar el acceso a los libros, a otras ideas y a otras experiencias. Ya en sí una librería es un espacio que enriquece las comunidades y creo que en el país en el que vivimos ahora es importante que pensemos en la existencia de lugares que procuran la paz, el diálogo, la inclusión y el encuentro con el otrx con respeto”, dice Mara Rahab, quien estableció en 2016 su librería en Morelia, como un espacio para priorizar editoriales independientes, así como a los libros escritos por mujeres y libros infantiles.

“Creo que un poco del impacto que han tenido nuestras librerías en las ciudades donde residen es que los lectores se han dado cuenta que es posible habitar las librerías de otras formas. Son tres librerías muy alegres, vivas y muy orgánicas, eso ha sorprendido mucho a la gente joven, a las infancias, a gente adulta, porque pueden comprar o no, pero vienen a conversar. Esos son lugares de encuentro, un espacio que todo el tiempo procuramos que sea receptivo”, añade Villela.

Lo mismo opina Di Saint Pierre, quien destaca que su librería en San Cristóbal se ha convertido en un lugar de difusión para autoras en lenguas originarias. “Ellas han ocupado La Cosecha como su lugar de difusión y distribución de sus libros. Fue como una reacción en cadena, a partir de algunas colaboraciones que tuvimos con algunas colectivas y editoriales locales. Esa red se ha ido expandiendo y han decidido que La Cosecha era su punto de distribución en la ciudad y, obviamente, nosotros hemos abrazado ese proceso. Ha sido un trabajo recíproco”.

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