Nosotros como consumidores deberíamos ser los que mandáramos. Foto: Especial

¿Servicio?

Indignante y lo que le sigue es enfrentarse cotidianamente a una de las peores aportaciones tecnológicas de la historia. Me refiero a la maldición del Interactive Voice Response, mejor conocido como IVR. En castellano ranchero significa una Respuesta Interactiva de Voz… o sea: ¡nunca te voy a contestar! Todos conocemos la cantaleta desquiciante de “Nuestro […]

Indignante y lo que le sigue es enfrentarse cotidianamente a una de las peores aportaciones tecnológicas de la historia. Me refiero a la maldición del Interactive Voice Response, mejor conocido como IVR. En castellano ranchero significa una Respuesta Interactiva de Voz… o sea: ¡nunca te voy a contestar!

Todos conocemos la cantaleta desquiciante de “Nuestro menú ha cambiado… escuche con atención y no sea imbécil…”. En el momento de redactar lo anterior derramé varios mililitros de bilis… literal. Prácticamente ocurre en todas las empresas, dependencias y anexas.

Según los encargados de implementar tan aberrante sistema, es en pro de un mejor servicio, lo cual, a todas luces es completamente falso. La realidad demuestra que su prioridad es bajar costos despidiendo gente, lo que termina siendo un incremento en sus utilidades en vez de reducir el precio de lo que venden.

Ahhhh… pero si “le picas” en la opción de comprar, de inmediato te contesta un ser humano. Eso es el colmo de la desfachatez…

También es muy frecuente que te remitan a sus páginas de internet y a sus aplicaciones, en donde enfrentaremos nuevos problemas. Es evidente que todo esto está pensado para que nos cansemos y desistamos.

Como yo soy obsesivamente numérico tengo por costumbre cronometrar estas llamadas. El promedio rebasa los 20 minutos, llegando en una ocasión a más de hora y media. Se me acaban los descalificativos…

  1. ¿Y la autoridad? ¿Por qué no toman cartas en el asunto? ¿No se dan cuenta? Aquí va una propuesta más de tantas que ha hecho Saber Gastar en sus 25 años de existencia:
  2. Tener menú genérico, es decir, que sea el mismo por cada industria o sector y que esté autorizado por la instancia correspondiente.
  3. Establecer tiempos máximos de respuesta que, de excederse, ameriten una multa con la modalidad de taxímetro.
  4. Contar con al menos dos líneas por empresa: una para que sigan vendiendo y una exclusiva de solución de problemas.
  5. Eliminar al robot en ciertos casos en que claramente sean fallas de la entidad, institución o empresa responsable.

Finalmente, no debemos dejar pasar nuestra propia responsabilidad. Nosotros como consumidores deberíamos ser los que mandáramos y no ser parte del rebaño, así que te invito a que busques marcas y productos que tengan un sistema telefónico humano y elijas comprar ahí. ¡Ya basta de aguantar estas barbaridades!

Parafraseando a Flora Tristán: “Consumidores del mundo… uníos”.

“No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.

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