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¿Para qué el dinero?

Los sudarios no tienen bolsas, sentenció Andrew Melon con toda razón. ¿A dónde nos conduce esta carrera enloquecedora por tener y acaparar, consumir y poseer? 

Los sudarios no tienen bolsas, sentenció Andrew Melon con toda razón. ¿A dónde nos conduce esta carrera enloquecedora por tener y acaparar, consumir y poseer? 

¿Es posible viajar simultáneamente a diez ciudades en diez diferentes aviones o ponerse tres trajes o usar varios sombreros, relojes, automóviles y camisas al mismo tiempo o comer cinco veces al día comida china, mexicana, francesa, alemana e italiana, bebiendo al unísono whisky, vino, ginebra, cognac y tequila, o pasar la misma noche en cinco camas de cinco mansiones ubicadas en cinco países distintos con cinco o 10 diferentes mujeres? 

La sed de tener, la avaricia, debe tener un límite y más nos vale encontrarlo pronto antes de que la codicia acabe con lo mejor de nosotros…

Los narcotraficantes envenenan a la sociedad, a la juventud, la parte más valiosa de una nación, por dinero. Enajenan estupefacientes en las puertas de las escuelas, en colonias, pueblos y ciudades por dinero. Disputan a balazos nuevos territorios por dinero. Se matan entre sí con tal de apoderarse de nuevos mercados, por dinero. 

Sobornan a policías mexicanas y a la DEA, entre otras más, mexicanas o extranjeras, para lograr una expansión más acelerada de su negocio y comprar impunidad, por dinero. 

Siembran grandes extensiones de terreno y asesinan a quienes se niegan a entregárselo para hacerse de más dinero. Desafían a las fuerzas armadas del país, por dinero. Se juegan la vida o su estancia por el resto de sus días en una prisión de alta seguridad al introducir drogas en Estados Unidos o comerciar con ellas en México, por dinero. 

Exponen a sus familiares a terribles venganzas como las de recibir las cabezas de sus hijos o las de sus seres queridos en cajas de zapatos o encontrarlas tiradas en un bar de mala muerte, solo por dinero. 

Subsisten sepultados en el pánico de ser traicionados en cualquier momento por colegas, socios, amantes o fuerzas del orden, antes a su servicio salvo que hubieran recibido una oferta mejor por atraparlos, siempre por dinero y solo por dinero.

¿Pero para qué el dinero si no pueden vivir en paz desde que se saben perseguidos por diferentes policías, no ignoran la existencia de gigantescas recompensas por sus cabezas, mismas que estarían gozosos de cobrar sus amigos, socios, guardaespaldas, hijos o hijastros o lo que sea, por lo que sospechan hasta la muerte de cualquier buen dios? ¿Para qué el dinero si no pueden disfrutarlo ni hacer nada útil con él? 

¿Los arrestan en yates de lujo en la Costa Azul vestidos con smokings de seda? ¡No! ¿Mantienen casas de caridad o de asistencia social? ¡No! ¿Coadyuvan a la educación? ¡No! ¿Hacen algo por la niñez además de envenenarla y destruirla? ¡No! ¿Pagan impuestos? ¡Obviamente no! ¿Son grandes filántropos? ¡No! ¿Entonces para qué tanta riqueza y, además mal habida? ¿Qué sentido tiene vivir en el terror con el pánico de ser detenido o masacrado?

Sin entrar a discutir el daño que le hacen a la humanidad dichos criminales, le pregunto al lector, ¿para qué ser uno de los hombres más ricos del mundo, pregunta en la que incluyo a muchos magnates víctimas de una patética mezquindad…?

Por lo menos habría que expatriarlos (me refiero a los narcos…) una vez que hubieran confesado sus fechorías de modo que además no tengamos que mantener a esos gusanos con nuestros impuestos…

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