Nunca estás enojado por la razón que crees

¿Te has puesto a pensar que cuando te enojas no lo estás haciendo por la razón que crees?

La mayoría tiene un sistema de creencias basado en sus experiencias pasadas y en las percepciones que provienen de sentidos físicos. Las percepciones del mundo exterior son un “espejo y no un hecho”.

Annette Manautou Annette Manautou Publicado el
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¿Te has puesto a pensar que cuando te enojas no lo estás haciendo por la razón que crees?

La mayoría tiene un sistema de creencias basado en sus experiencias pasadas y en las percepciones que provienen de sentidos físicos. Las percepciones del mundo exterior son un “espejo y no un hecho”.

Una vez más, recuerda que la mente es como una cámara cinematográfica, que proyecta el estadio interior hacia el mundo. Como dice Jerry Jampolsky, creador de la metodología sobre “Curación de actitudes”, “si mi mente está llena de dudas, temores y conflictos, eso es lo que proyectaré y eso viviré”.

Hay muchas teorías sobre el enojo y la hostilidad, unas indican que es un mecanismo de defensa para ocultar tristeza, otras dicen que quien se enoja está pidiendo amor a gritos.

Si pones atención, verás que cuando estás en conflicto, te vuelves menos paciente y tolerante, gritas en lugar de hablar y por eso se dice: ámame cuando menos lo merezca porque es cuando más lo necesito”.

Primero estás lleno de tensión y conflicto en la mente y después proyectas enojo hasta por el vuelo de una mosca. Y crees que la mosca es la causante de tu malestar, que el mundo exterior es la causa y no el efecto.

Por ejemplo, ¿qué pasa si estás haciendo fila en el banco y llega una persona y te pega “sin querer”? Tu reacción por lo general va a ser enojo, pero ¿qué pasa si te das cuenta que quien te pegó esta ciego? Tu pensamiento cambia de enojo a compasión en un instante ¿no es así?

O cuando tu pareja quedó de estar contigo a cierta hora y no llega, no te avisa y no te contesta el teléfono… No la bajas de impuntual e irresponsable. Pero ¿qué pasa si te enteras que tuvo un accidente? Te vuelves el ser más amoroso del mundo y lo único que te importa es que tu pareja esté bien. O simplemente ¿cuántas veces te sientes inconforme con tu vida y crees que eres víctima de alguien que te hizo daño y consideras que tu malestar es su culpa?

Estos son solo algunos ejemplos para que te des cuenta de que tú mismo le das valor, significado e importancia a cada situación. 

Si tus pensamientos son la causa y lo que ves es el efecto, no tiene sentido alguno culpar al mundo o a las personas de la infelicidad o el dolor que experimentes.

Cuando tu mente está en paz, el mundo y quienes lo habitan parecen gozar de paz. Sería útil reconocer que el tráfico o un amigo que llega tarde no son las verdaderas causas de tu enojo, sino los pensamientos que invaden tu mente.

Si desde que despiertas te propones ver el mundo con ojos de amor, te enfocas en agradecer y reconocer lo bueno, a ver lo que otros necesitan y a ser comprensivo y amable, todo lucirá en armonía, te sentirás confiado y las personas mostrarán su luz porque estarás enfocado en la luz.

Jampolsky narra una anécdota personal sobre este tema: tenía problemas serios de espalda y se dio cuenta que el dolor aumentaba cuando estaba bajo estrés, especialmente cuando tenía miedo o le guardaba rencor a alguien. Pero cuando aprendió a liberarse de sus resentimientos a través del perdón y conforme sanó sus relaciones personales, comenzó a liberarse del síntoma.

Se permitió creer que la mente controla al cuerpo y hoy asegura que la mayor parte de la gente que sufre dolores de espalda tiene el potencial para aprender a liberarse de sus rencores, sus culpas y sus miedos para sanarse a sí mismo a través del perdón.

“Todos tenemos el poder de dirigir nuestra mente y reemplazar pensamientos de miedo, frustración y depresión por sentimientos de paz interior. Creo que estoy enojado(a) por lo que otros hacen o  por circunstancias y sucesos que parecen fuera de mi control. La ira, los celos, el resentimiento o la depresión sólo son la forma que toma el miedo que experimento. Cuando tomo conciencia de que puedo elegir entre sentir miedo o sentir amor, no existirá nada que logre perturbarme”.

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