Los dilemas del legislador

Los dilemas del legislador

Los legisladores están obligados a reconocer que la responsabilidad que tienen en el Congreso les fue conferida por los ciudadanos electores que votaron para llevarlos hasta la curul. Por lo tanto, deberán mantener presente, en cada ocasión que emitan un voto en sesión de la Cámara de Diputados, la convicción de que son legisladores por […]

Los legisladores están obligados a reconocer que la responsabilidad que tienen en el Congreso les fue conferida por los ciudadanos electores que votaron para llevarlos hasta la curul. Por lo tanto, deberán mantener presente, en cada ocasión que emitan un voto en sesión de la Cámara de Diputados, la convicción de que son legisladores por y para proteger y servir lealmente a los intereses de la sociedad que representan.

Incumplir con este mandato es traición, que deberá ser denunciada y castigada por los electores.

Los ciudadanos frecuentemente tienen que reprimir intereses individuales en favor de la comunidad. En el mismo sentido, un legislador está obligado moralmente a reprimir sus intereses partidistas en beneficio de los intereses superiores de la comunidad que representa.

Actualmente, la mayor parte de legisladores reprimen sus convicciones para responder a los propósitos del partido que los postuló, aún cuando sean contrarios a los intereses de los ciudadanos.

La sociedad que votó por los legisladores exige lealtad y congruencia con los compromisos asumidos en tiempos de campaña. El ciudadano electo, ahora legislador, deberá responder moralmente a la comunidad de la que proviene, salvaguardando los intereses ciudadanos por encima de los partidistas, que son incluso, nocivos para sus conveniencias.

Ciertamente, el legislador es quién hace, establece, redacta y aprueba leyes para la ordenación y beneficio de la sociedad. El legislador vota a favor o en contra, se abstiene o incluso tácticamente se ausenta de la sesión. Cada voto suma para una mayoría que aprueba un contenido que lejos de argumentos retóricos, apoya o perjudica a la población.

En el cumplimiento de esta responsabilidad el legislador enfrenta dilemas que debe encarar:

Primero, servir incondicionalmente a la comunidad que representa o responder a los intereses de su partido.

Segundo, responder a su conciencia con autonomía o ceder a presiones externas.

Las decisiones de los diputados deberán estar inspiradas en principios de integridad, autonomía, legalidad, objetividad y justicia. Los legisladores deberán evitar caer en la trampa de la heteronomía, que aplica a los individuos que viven según las reglas que les son impuestas, aún contra su voluntad, pagando con el precio de la pérdida de autoridad moral y de la libertad que concede la autonomía de su conciencia.

Ovidio, el gran poeta y filósofo escribió “veo el camino correcto y lo apruebo, pero sigo el incorrecto”.

Es un dilema que el legislador deberá afrontar en cada elección. Qué camino elegir, decidir el sentido de su voto y votar.

En nuestros días, los legisladores están a tiempo de no perder el rumbo porque la historia no los absolverá, por el contrario, en su próxima intención reeleccionista, los ciudadanos tendrán en su caso la oportunidad de cobrar la traición, disponiendo de los recursos siempre favorables para la comunidad, como son, la observación y la buena memoria.

Es para mi distinción y motivo de agradecimiento la oportunidad que Reporte Índigo me concede para integrarme como parte del equipo de colaboradores y analistas políticos con el propósito de compartir con ustedes, muy estimados lectores, desde la perspectiva ciudadana, análisis y puntos de vista sobre los temas que más influyen e impactan a la sociedad de la que somos parte. Nace hoy CONCIENCIA ACTIVA, deseando que esta columna sea de su mayor interés y participación.