Tras el rechazo a la iniciativa del Presidente para llevar a cabo una reforma electoral, Morena aprobó en fast track el Plan B, el cual se encuentra en el Senado

El deseo insistente por destruir la democracia

Si hay algo que nos queda claro con el Plan B electoral es el deseo insistente de apoderarse de la democracia, de los órganos electorales, de las elecciones, del padrón electoral y, por supuesto, de su voto. Varias voces han denominado al famoso Plan B como el Plan V de la “venganza”, que desde antes […]

Si hay algo que nos queda claro con el Plan B electoral es el deseo insistente de apoderarse de la democracia, de los órganos electorales, de las elecciones, del padrón electoral y, por supuesto, de su voto.

Varias voces han denominado al famoso Plan B como el Plan V de la “venganza”, que desde antes de las elecciones de 2018, año en que el Presidente obtuvo el triunfo electoral, ya se encontraba en la lista de los deseos de quien hoy gobierna el país; su enojo y deseo por desaparecer al Instituto Nacional Electoral (INE), antes IFE, está arraigado desde 2006.

Se trata de aquella derrota electoral que dejó un malestar que al pasar de los años y los sexenios aún persiste. Un malestar que le está saliendo caro a México, a nuestra democracia, a nuestras libertades pero, sobre todo, a usted querido lector o lectora, ya que de apropiarse del padrón electoral y de los órganos electorales nuestras elecciones ya no tendrán garantías, transparencia, y muchos menos se respetará su voto.

Hoy el partido mayoritario pretende confundirnos al decir que necesitamos reducir los costos de nuestro sistema electoral, pero eso es mentira, ningún consejero electoral gana más que el Presidente; señalar que la reforma electoral a las leyes secundarias es para que haya austeridad es una de las más grandes falsedades de este gobierno que lo único a lo que aspira es a apoderarse de nuestra democracia, a centralizar nuestros votos y a imponer su voluntad.

Son horas de definición en el Senado, horas en las que el bloque opositor dará la batalla para impedir el insistente deseo de destruir nuestras instituciones electorales y poner en riesgo nuestra democracia y la alternancia política.

Es lamentable que sea más grande el deseo de desarticular al instituto electoral, y peor aún, de responderle a la ciudadanía que tomó las calles en defensa del árbitro electoral que “el INE sí se toca”, olvidándose con ello de que un presidente gobierna para todas y todos los mexicanos no solo para quienes simpatizan con su proyecto de nación.

Tenga la seguridad, querido lector o lectora, que mi voto y el del bloque opositor será en contra de la reforma a la leyes secundarias en materia electoral, no por capricho como actúan desde la Palacio Nacional sino por el deseo de defender nuestra democracia, nuestras libertades y la alternancia política.

En México no podemos regresar al país gobernado por un solo partido, esos tiempos ya quedaron en el pasado, tiempos de los que se quejaban y criticaban quienes ahora gobiernan.

No importa si es Plan B, C o D, en México la democracia, las libertades y la alternancia política se defienden hoy y mañana también, no son tiempos de indecisión o tibieza, son tiempos, como dirían desde el púlpito mañanero, de definirse entre ser demócratas o autoritarios.

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