¿Cómo llegamos a esta penosa situación? pues fácil, por la imprudencia de los dos gobiernos. Foto: Especial

Ecuador y México

La irrupción en la embajada mexicana en Quito no se puede justificar, es una violación al derecho internacional

Antes de avanzar, es necesario dejar en claro que el conflicto que hoy viven Ecuador y México, es de sus gobiernos y no de sus pueblos. Las dos naciones compartimos el origen y destino de ser latinoamericanos, nos une la afinidad con el pasado de los habitantes originarios, el flujo cultural que llegó de la península ibérica, los efectos del imperialismo del norte y la lucha por desarrollarse y mantener nuestra identidad, soberanía e independencia.

La irrupción en la embajada mexicana en Quito no se puede justificar; no solo es un agravio al país, es también una violación al derecho internacional, a la tradición diplomática y a la relación de dos pueblos amigos.

Ecuador debe responder sobre su conducta y el mundo no puede perdonar o ser omiso ante lo sucedido. Las embajadas son territorio de los países que representan y su personal tiene inmunidad diplomática. En la televisión y redes sociales vimos la brutal entrada al inmueble y la estúpida agresión a un funcionario de la cancillería, uno no puede menos que indignarse por la prepotencia de las alevosas fuerzas policiacas y militares.

Pero, ¿cómo llegamos a esta penosa situación? pues fácil, por la imprudencia de los dos gobiernos, más ansiosos en construir narrativas políticas que en respetar el orden internacional y conservar una buena relación entre los países que conducen.

Así las cosas, conviene aclarar:

Primero.- Jorge Glas, un político en apuros legales y que había estado en prisión por el caso Odebrecht, entró en diciembre pasado a las instalaciones de la sede diplomática con el pretexto de la persecución política. Es difícil saber si Glas es responsable de algún ilícito, puesto que una buena parte de las imputaciones se dan en el marco de las pugnas entre el expresidente Correa y sus sucesores.

Segundo.- Daniel Noboa, presidente de Ecuador, intentó, sin éxito, por diversas vías, la entrega de Glas.

Tercero.- El pasado 4 de abril el presidente López Obrador, en su conocida y resbalosa mañanera, vertió opiniones sobre situaciones de la vida interna del país sudamericano; a lo anterior, la mecha corta de Daniel Novoa declaró a nuestra embajadora persona non grata, y el otro mecha corta mandó un avión por todo el personal de la representación mexicana.

Cuarto.- En el inmueble vivía Jorge Glas y es claro que los ecuatorianos adivinaron la intención de sacarlo a la fuerza de aquella nación sin esperar el salvoconducto, y es allí cuando se les ocurre la peregrina idea de sacarlo a la fuerza y ponerle en la madre a la inviolabilidad de la embajada.

Hoy, dos grandes naciones están en una crisis propia de países bananeros por tener gobiernos bananeros. No termino sin señalar dos cosas, uno, la grandeza de los pueblos que no han caído en las tentaciones nacionalistas y, dos,  la impecable actuación del señor cónsul don Roberto Canseco, gran mexicano y buen servidor público.

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