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¿Castigo o consecuencia?

¿Eres de las personas que piensan que castigando a sus hijos es la mejor manera de educarlos? ¿O de los que creen que castigando a sus parejas logran hacerlos cambiar?

La verdadera razón por la que castigas es porque tu ego no soporta que los demás hagan cosas con las que tú te sientes mal.

El castigo enseña formas hábiles para evadir y esto es contraproducente. Como las personas que mienten o hacen cosas a escondidas para no ser castigados.

Si el verdadero objetivo de un castigo es educar, la mejor manera es enseñar, dar información, ejemplo y respeto. 

¿Eres de las personas que piensan que castigando a sus hijos es la mejor manera de educarlos? ¿O de los que creen que castigando a sus parejas logran hacerlos cambiar?

La verdadera razón por la que castigas es porque tu ego no soporta que los demás hagan cosas con las que tú te sientes mal.

El castigo enseña formas hábiles para evadir y esto es contraproducente. Como las personas que mienten o hacen cosas a escondidas para no ser castigados.

Si el verdadero objetivo de un castigo es educar, la mejor manera es enseñar, dar información, ejemplo y respeto. 

Si lo que quieres es hacer un acto de amor, proporciona la información necesaria, así es como la persona logra entender la experiencia que vivió y lo más importante es enseñarla a no sentirse culpable.

De lo que se trata es que la persona asuma el resultado de la experiencia y mientras esté el castigo de por medio es difícil que experimente la verdadera consecuencia.

Así como cuando los papás viven castigando a sus hijos por malas calificaciones. Hasta que reprueban el año les cae el veinte y se hacen responsables.

Por otro lado, si la persona deja de hacer cosas por miedo al castigo, el día que tú no estés, ten por seguro que las va a hacer, se va a equivocar y va a aprender.

Es importante hacerle ver a un hijo que tú como padre no le has dado ni quitado nada, que lo que recibe siempre será el resultado de lo que haga. 

Por lo tanto cuando deje de hacer algo dejará de generar aquello que lo beneficia y, tan pronto como lo vuelva a retomar, el beneficio regresa. De esta manera no te culpará a ti. 

Después de esto, lo que necesitas es ser firme. Si no hay consecuencias, a las personas les da lo mismo y los compromisos no tienen ningún valor. 

Necesariamente tiene que haber un resultado. 

Cuando la persona le da valor a algo es cuando se compromete y cumple.

Dentro de los resultados o consecuencias, jamás debes incluir el afecto ni las caricias ni el amor porque estos elementos son tan vitales, que sin ellos la persona no puede crecer sana.

En vez de establecer reglas, hagan acuerdos. De esta manera no habrá castigos si no consecuencias que los mismos hijos o pareja dejan estipulados desde un principio.

La mejor manera de manejar desacuerdos es con lenguaje amoroso y sin exaltación.

Como dijo Horace Mann: “El único propósito del castigo es la prevención del mal, mas nunca impulsará a nadie al bien”.

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