Ayudemos a Acapulco, no solo porque las y los mexicanos somos solidarios y generosos. Foto: Especial

Ayudemos a Acapulco

La reconstrucción de Acapulco es tarea de todas y todos, no solo del Gobierno federal y estatal, que por cierto, han dejado mucho que desear

Muchos conocimos el mar por primera vez en Acapulco, para otros es su destino vacacional de cada año, para algunos es su punto de reunión familiar, otros encontraron el amor en ese puerto del Pacífico, o bien, fueron sus primeras vacaciones con amigos.

Acapulco nos ha abrazado a todas y todos, mexicanos y extranjeros, es una de nuestras playas más famosas en el mundo. Hoy Acapulco nos necesita.

Duele leer que el 80 por ciento de los hoteles están afectados, y duele porque al ser un destino turístico, hay miles de mexicanos y mexicanas que viven de ello, y que hoy no tendrán un ingreso seguro, pues el turismo nacional o extranjero regresará a ese maravilloso puerto hasta que se haya recuperado.

La reconstrucción de Acapulco es tarea de todas y todos, no solo del Gobierno federal y estatal, que por cierto, han dejado mucho que desear. Es solo que así como todos hemos necesitado de Acapulco, hoy Acapulco necesita de nosotros.

Acapulco ha sido escenario de diversas películas, series; es testigo de muchas historias plasmadas en canciones de compositores e intérpretes como Juan Gabriel o Agustín Lara, por mencionar algunos; Acapulco es más que un destino para vacacionar. Y no se trata de romantizar la desgracia, no, se trata de ayudar, de ser solidarios, de recordar lo mucho que nos ha dado Acapulco.

Sé perfectamente lo que un huracán hace en su paso por los puertos, por las comunidades, por los municipios, sé porque lo he visto con mis ojos cuando fui secretaria de Desarrollo Social. Un huracán puede destruir todo en cuestión de segundos, no solo bienes materiales, sino familias, comunidades, la vida misma.

Ayer, después de muchas horas de no tener información, el Gobierno federal reportó que hasta ahora se tenía el recuento de 27 personas fallecidas y cuatro personas desaparecidas. Esta es una de las partes más duras de un huracán, nuestros muertos. Sin olvidar por supuesto, a los cientos de afectados.

La desaparición del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), demuestra la urgencia de contar con un fideicomiso para estos casos. La naturaleza no sabe de partidos, ni de ideologías, ni de austeridad, ella solo actúa.

¡Lástima!, que el gobierno que se dice de la Transformación, entiende por transformación, destrucción. Extinguir un fideicomiso para así obtener más recursos para obras faraónicas, es y será uno de los errores más caros que tendrá que pagar este gobierno, porque en una desgracia como la de Acapulco bien podrían utilizarse ese dinero, que además es público.

La falta de protocolos, de prevención, la indiferencia, la no actuación inmediata destruyen vidas, familias, bienes y patrimonios. Acapulco es víctima de una mal llamada austeridad.

Ayudemos a Acapulco, no solo porque las y los mexicanos somos solidarios y generosos, sino porque Acapulco merece resurgir de los escombros y convertirse, una vez más, en el maravilloso puerto del Pacífico.

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