De instinto animal

“Felicidad, no sé si me importa lo que es, Ricardito. De lo que sí estoy segura es que no es esa cosa romántica y huachada que es para ti. El dinero da seguridad, te defiende, te permite gozar a fondo de la vida sin preocuparte por el mañana. La única felicidad que se puede tocar”.

“Felicidad, no sé si me importa lo que es, Ricardito. De lo que sí estoy segura es que no es esa cosa romántica y huachada que es para ti. El dinero da seguridad, te defiende, te permite gozar a fondo de la vida sin preocuparte por el mañana. La única felicidad que se puede tocar”.

Pronunció la Niña mala a Ricardo Somocurcio –en la obra “Travesuras de la niña mala” de Mario Vargas Llosa– quien siempre quiso a esta mujer sin importar los desaires, sin importar que ella sólo quería el dinero que él no poseía, sin importar que ella desapareciera al menor intento por brincar en el mejor escalafón social.

¿Es acaso el dinero la respuesta a todo en la vida?

Al menos para David Aames, el personaje que encarna Tom Cruise en “Vanilla Sky” (2001) esta era la solución que su padre daba para 99 preguntas de 100 que nos hacemos al día.

Y parece que es tarea primordial en este mundo incivilizado sobrevivir a costa de los valores económicos, siendo así como la cinta “Animales nocturnos” (2016) nos pone enfrente la burla en la que nos hemos convertido como especie.

Creemos necesitarlo todo, que la opulencia es la meta a alcanzar, que la comodidad se obtiene en lo material, pero cuando Susan Morrow (Amy Adams) encuentra en la novela de su exesposo “Animales nocturnos” a personajes que se vuelven hacia la venganza como un modo de vida, es que su presente se torna en duda, y parece importar poco el imperio de esta mercader del arte contemporáneo.

El poco experimentado cineasta Tom Ford también escribe el guión de este thriller que logra evocar atmósferas con sello David Lynch, sobre todo con guiños a “Por el lado oscuro del camino” (1997), y la manera en como la historia se mete dentro de otra ficción, le da un cierto toque de neorrealismo al estilo Fellini.

Entre los flashbacks del largometraje se reflejan los conflictos de los personajes, ya que Susan empieza siendo una mujer que desea vivir de hacer arte plástico, pero eventualmente renuncia, ya que su madre le incita a que en el fondo, la necesidad económica le ganará más que su orgullo por ser una gran artista.

Por otro lado, su esposo, el escritor Edward Sheffield (Jake Gyllenhaal) está empeñado en salir adelante aunque no sea un hijo acomodado de la sociedad adinerada estadounidense, pero Susan duda de que entre su falta financiera y la perseverancia de su marido pueda existir un punto que realmente les de seguridad emocional a ambos.

Entonces, después de todo, ¿La Niña mala de la novela de Vargas Llosa tiene razón? ¿Puede más el dinero que la felicidad?

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