El sentido de la vista es el preferido de las neuronas y por lo tanto son las más vulnerables para el engaño, la seducción, las interpretaciones teatrales amateurs y profesionales que van desde unos tiros penales, conducir vehículos ecológicos, danzas o aprendiendo oficios. Foto: Cuartoscuro

Acerca de las transformaciones de los políticos

Reflexionar acerca de las vestimentas de los precandidatos es platicar del impacto de sus discursos

Desde hace miles de años el humano ha producido y manipulado textiles naturales por mera protección del clima, luego para distinguirse entre la gente al interior y entre los pertenecientes a otros clanes; también de camuflaje para la cacería y supervivencia.

Avanzando la civilización cientos de años después los ropajes fueron utilizados para posicionar, distanciar y jerarquizar. Se demuestra tanto con las indumentarias que se puede interpretar de tantas aristas y subliminalidades para reflexionar, para concluir en infinidad de posibles escenarios y en todos se coincide que puede distraer con la vestimenta. A fin de cuentas, el sentido de la vista es el preferido de las neuronas y por lo tanto son las más vulnerables para el engaño, la seducción, las interpretaciones teatrales amateurs y profesionales que van desde unos tiros penales, conducir vehículos ecológicos, danzas, aprendiendo oficios, todo lo buena onda, aunque sea copiado del recordado ya sabes quién. Nada es lo que parece, las apariencias engañan. Pero da igual: nos fascina, hasta los recién declinados saborearon esa sensación tan cegadora y adictiva que da el reconocimiento público. La selfie hace lo suyo en cada mente.

La regionalidad ecuánime y sincera es lo de menos en los temporales electorales. Siempre hay belleza en el engaño, la responsabilidad visceral que representan los suspirantes por candidaturas presidenciales agregando 128 para senadores más las miles de diputaciones, locales, federales y ayuntamientos a jugarse el año entrante; con sus nunca faltantes maromas, goleadas, botanas, líricas, expresiones sardónicas y enjambres seducidos con ilusiones de colmenas.

Es de alardear dignificar los trajes típicos y versátiles prendas como los huipiles, guayaberas y demás accesorios con bordados de patrones coloridos; proyectar sensibilidad por los pueblos, asentamientos, comunidades de usos y costumbres los hace más cercanos al pueblo, al menos eso se ve en la mayoría, dos del frente indistintamente del tiempo, los demás puede ser pura pose de autenticidad.

Reflexionar acerca de sus vestimentas es platicar del impacto de sus discursos; la interpretación es tan subjetiva que a unos no les gusta, a otros distrae y para el resto conscientemente le es indiferente.

Al paso de los meses venideros será de preguntarse: ¿quién tendrá la mejor adaptación a la transformación? Incluyendo el estado de ánimo de la nación.

El humor está mejor acá; esta recomendación lo demuestra: “Y las mariposas” de Joan Sebastian – 1977. Tan inocentes, de entre flores de colores… la inocencia u olvido del votante. El órgano es maravillosamente dulce y melodioso como slogans, promesas –como el néctar, polen y saliva; con probable contagio entre los enjambres.

Sentido pésame para la nación por la partida a otro plano de Porfirio Muñoz Ledo, una de las mentes vanguardistas de la política mexicana contemporánea. Sus duras críticas y precisas en pro de la democracia vibrarán por varias décadas.

 

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