Foto: Archivo de la Universidad Emiliano Zapata

50 aniversario de la fundación de la colonia Tierra y Libertad / Parte 1

En 1973 la gente del campo abandonaba sus tierras por la falta de alimento y por el deseo de superación, de darle una mejor educación a sus hijos, de tener un lugar digno para vivir, aunque fuera en las orillas de la ciudad. Así nace Tierra y Libertad.

La década de los 60 despertó un mix de emociones juveniles tanto en lo social, en lo político y no se diga en lo cultural, en todas sus expresiones y añadiéndole: el amor, dolor y la firme convicción de transformar a la sociedad mexicana en esa búsqueda interminable de una mejor humanidad, un país que ha creado leyes y avanza en los procedimientos para la impartición del derecho; se ha quedado corto ya que la población afectada sufre mucho para exigirlo, por lo que el camino para lograr la paz y la justicia social requiere de participar activamente en un movimiento que lucha por la educación como principal detonante del progreso y exigir la onda dogmática de la Constitución.

En fin… en toda Latinoamérica y en gran parte de África se dieron estos detonantes con un arma muy poderosa, como diría Fela Kuti: “music is the weapon”, y acá en esta parte del continente y hacia el sur se populariza: la trova, el canto nuevo, el folk de protesta -para los ñeros y fresas; con inspiración de lo que también estaba sucediendo unos años antes en los Estados Unidos de América y hasta en Sabinas Hidalgo de aquel Nuevo León OG.

En estas geografías latinas, cantautores como Óscar Chávez, Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, Violeta Parra, Atahualpa Yupanki, Víctor Jara, el querido Pablo y cuanto juglar urbano, beatnik y hippie amenizaba los ensayos de los mítines en las universidades públicas, barrios de trabajadores y obreros: gente con más ética de los que a hoy se les llaman emprendedores, antes eran los grandes artesanos, punks y maestrazos en sus oficios; hoy las profesiones modernas que algunas de ellas se formaron con la sensibilidad de la época; ahora tienen hijos que además fueron educados bajo la política pública de libros texto editados por la homicida de la ortografía y auspiciados por la televisión nacional abierta.

Las canciones en aquella época eran tan fuertes y precisas como millares de panfletos, pintas rojas, antorchas, machetes, lápices, azadones y martillos. Lucio Blanco y Genaro Vázquez en la senda de la búsqueda de mejores oportunidades para la gente del abandonado campo y de los más necesitados: el hambre de un objetivo superior a Tlatelolco en el 68 en el norte de Nuevo León a finales de abril del 67 y hasta comienzos del 73 en la clandestinidad, en el arrojo a lo incierto, cuando es todo o nada, capturando el auge de la gente dirigida hacia un proceso de transformación radical a toda costa.

Huérfanos de esas generaciones de cambio que se han lubricado en engranaje generacional -un mundo mejor es posible y aquí cambia todo, la semilla rinde frutos y se organizan los primeros lotes de tierra y se conforman las primeras asambleas generales, cuyos integrantes eran miembros de familias, jóvenes y abuelos de espíritu libre, edificando la colonia Tierra y Libertad.

La organización era clave, la comunicación de voz en voz, ultrapersonal y cada amarre con todo y muertes. El barrio comenzaba a movilizarse y la gente del campo continuaba abandonando su tierra por la falta de alimento: dejar los pozos para utilizar drenajes -ese deseo de superación, de darle una mejor educación a sus hijos, de tener un lugar digno para vivir, aunque fuera en las orillas de la ciudad. Y llegan a la basura y penumbra por la humareda y polvaredas de las cicatrices y vestigios humanos que permanecerán millones de años a causa de los actuales ecocidios y devastaciones a los cerros y cumbres que rodean casi toda el área metropolitana.

Por esos años surgió una conversión de profesiones, como es el caso de la cantautora tamaulipeca que saltó del periodismo como formación para convertirse en promotora e ideóloga inteligentemente de izquierda, que a través de su canto y sus dedos rasgando cuerdas llenó de canciones a la resistencia. Judith Reyes contribuyó tanto en el despiste con las autoridades como en levantar el ánimo de aquellos recién llegados denominados por el gobierno como invasores.

Y no solo en la capital de Nuevo León: también hubo movilizaciones de resistencia y músicos haciendo patria exigiendo respeto y dignificación para todos en pro de los derechos humanos en estados como Chihuahua, lugar al que más tarde se exilió con sus hijos; Durango, Aguascalientes, Zacatecas, Sonora, todos en la misma onda de la causa y con diferentes definiciones, pero sin duda mismos objetivos.

Regresando a Judith Reyes, fue pionera en la composición de corridos con historias y anécdotas de movimientos de izquierda a través de sus letras. En el 58 intentó postularse como senadora de la República por un partido de aquellos de época que a la par se convirtió en una amenaza para el gobierno; que en esos días con alguna chapuza, injustamente la arrestan para evitar su llegada al curul. Pero no pudieron impedirle continuar viajando por todo el país, tan es así que su vocación la llevó a intercambiar ideas con líderes de todas las izquierdas y de movimientos rebeldes, sobre todo de causa social.

Así conoce al dueto Anaya-Rodríguez; el primero con un gran liderazgo, valentía, filosofía y conocimiento de causa, y la segunda con esa motivación, energía, apoyo y visión también con misión educativa que detonan positivas emociones; esas que al humano correcto lo lleva a dirigir masas en esta batalla de las causas justas. Además ella participó en la agrupación musical denominada Los Chicanos.

De haber estado en alguna de esas noches frías con peste de sudor y basura en algún momento del 73, probablemente Judith en alguno de sus conciertos rugió con esta poderosa canción.

Judith Reyes / Gorila, Gorilón. El próximo 24 de marzo cumpliría 99 años.

Y este es el documental que vale la pena conocer:

Esperen la continuación…

 

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