Asia, tambores de guerra

Una cadena de islas deshabitadas en el mar oriental de China, que ha ocasionado tensiones por décadas entre Japón y China, podría ser el factor desencadenante de un conflicto bélico en el continente asiático.

Aunque la tensión se ha mantenido por años entre ambos países que buscan reivindicar la pertenencia del pequeño archipiélago, las acciones recientes del Gobierno de Estados Unidos y la postura de los chinos le han dado una nueva dimensión al conflicto.

El respaldo de Donald Trump a Japón fue reprobado por el Gobierno de China, que se negó a hacer más comentarios al respecto
“El reciente recrudecimiento se debe a esta necesidad de Estados Unidos de marcarle la raya a China”
Adrián GuerraEspecialista en Derecho Internacional

Una cadena de islas deshabitadas en el mar oriental de China, que ha ocasionado tensiones por décadas entre Japón y China, podría ser el factor desencadenante de un conflicto bélico en el continente asiático.

Aunque la tensión se ha mantenido por años entre ambos países que buscan reivindicar la pertenencia del pequeño archipiélago, las acciones recientes del Gobierno de Estados Unidos y la postura de los chinos le han dado una nueva dimensión al conflicto.

Tras la reunión de Donald Trump con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, el pasado fin de semana, la Casa Blanca respaldó a sus aliados nipones en la controversia sobre las islas Senkaku, para Japón, Diaoyu para China.

Este gesto fue reprobado por Beijing, quien se opuso a los comentarios, argumentando que podría complicar cuestiones relevantes y tener un impacto negativo en la paz y la estabilidad regional.

Japón es el país que de facto ha ejercido actos de legítima titularidad sobre el archipiélago, sin embargo, desde Beijing se ha reactivado en los últimos meses el interés por la potestad de las islas.

Los chinos han enviado barcos pesqueros a las inmediaciones de las islas, además de barcos turistas que visitan este territorio controlado por Japón, lo que ha sido considerado como una afrenta en Tokio.

Para reforzar esta campaña y a modo de intimidación, el Gobierno chino también ha enviado en la última semana a tres buques de su Guardia Costera a las inmediaciones del archipiélago en conflicto, tras el respaldo público del gobierno de Trump a Japón.

¿Se trata solo de un mensaje al Gobierno japonés o también va dirigido a Washington?

Una provocación de este tipo habría sido impensada hace apenas unos años, cuando China no se convertía aún en la gran potencia económica y militar que es el día de hoy.

 

Potenciales detonantes

 

La maniobra de China desde hace unos años ha sido la de poder acaparar todo el territorio que pueda en el mar chino, lo que ya le ha traído conflictos con otros países, como Vietnam, por el control de diferentes islas.

El renovado interés por el archipiélago de Senkaku, y su enfrentamiento con Japón está llevando a los chinos a un nuevo nivel en la confrontación, pues indirectamente podría también considerarse una provocación a los Estados Unidos.

El conflicto por este conjunto de islas, sin embargo, no es el único que amenaza al sudeste asiático, pues ya hay varios potenciales detonantes de un conflicto que podría escalar.

Desde hace algunos meses, la tensión en esta región del continente asiático está cerca del punto de quiebre, con la posibilidad de un conflicto inminente entre las dos Coreas, con la inquietante presencia de Kim Jong-Un al frente de Corea del Norte, supuestamente respaldado por China.

China y Estados Unidos, los dos grandes jugadores geopolíticos, están midiendo fuerzas en el terreno comercial y diplomático, y ahora, con la amenaza de un posible conflicto bélico, podrían tener un nuevo frente abierto, el militar.

Juego de provocaciones

Adrián Guerra, especialista en Derecho Internacional, considera que el renovado interés por el control del archipiélago Senkaku está siendo utilizado por las grandes potencias, China y Estados Unidos, para mandarse mensajes.

“El reciente recrudecimiento se debe a esta necesidad de Estados Unidos de marcarle la raya a China. Es una clara señal de decir ‘Nosotros la relación que tenemos con China no es necesariamente la mejor’, obviamente los chinos tomaron esto como una provocación”, detalló Guerra.

Por otro lado, está convencido de que el envío de expediciones y sobre todo la presencia de buques de gran calado del Gobierno de China en las inmediaciones de las islas es una medida de presión de Beijing para obtener beneficios.

“A Japón le preocupa porque siente que esto es una provocación muy obvia. Es una provocación para ver si en algún momento Japón pudiera llegar a proponer un acuerdo o convenio para compartir la explotación de los recursos que haya en el archipiélago”.

El riesgo en estas provocaciones, señaló Guerra, es que el Gobierno chino decida ir más allá en su provocación y busque un pretexto para una confrontación militar abierta.

“Si algunos ciudadanos chinos, en estas expediciones, desembarcaran en la isla, el Gobierno japonés se vería obligado a entrar y obligarlos a desocupar, ahí China podría intervenir con el argumento de defender a sus ciudadanos agredidos por el ejército japonés”.

Las islas de la discordia

El Gobierno chino argumenta que el control de las islas Senkaku, o Diaoyu, se remonta al siglo 15, sin embargo, a finales del siglo 19 Japón las reconoció formalmente como territorio soberano japonés al no encontrar rastro de control de algún gobierno.

Después de la Segunda Guerra Mundial, las islas fueron administradas por Estados Unidos, que las devolvió a Japón en 1972 como parte de las negociaciones de la posguerra.

En las islas se han descubierto en los últimos años yacimientos de petróleo, gas natural y metano, recursos naturales que le dieron un nuevo matiz a la disputa por la potestad del territorio.

En 2008, los gobiernos de Japón y China acordaron la explotación conjunta de los recursos, sin embargo desde Tokio han acusado a los chinos de hacer perforaciones de manera unilateral.

Según algunos informes de la Iniciativa de Transparencia Marítima de Asia, en 2016 los chinos contaban con al menos 12 plataformas de perforación en operación.

Uno de los temores del Gobierno japonés es que los chinos puedan hacer adecuaciones a las plataformas, pues no tienen claro si quieren usarlas como avanzada militar.