Siria: La Guerra VIRAL

“Bajo ataque. Ningún lugar a dónde ir, cada minuto se siente como la muerte. Oren por nosotros. Adiós”. 

 

(La guerra en Siria) uno de los conflictos urbanos más devastadores de nuestro tiempo”  
Peter MaurerPresidente del Comité
Internacional de la Cruz Roja

“Bajo ataque. Ningún lugar a dónde ir, cada minuto se siente como la muerte. Oren por nosotros. Adiós”. 

 

Ciento cuarenta caracteres como este son lo más cercano que existe actualmente a una crónica veraz de lo que pasa en Alepo desde hace al menos dos años, pues en la región del norte de Siria los periodistas extranjeros son prácticamente inexistentes y ni la ayuda humanitaria, ni los medios de comunicación pueden acceder. 

 

Ese tweet lo escribió Bana Alabed, una niña siria de 7 años que desde finales de septiembre comenzó a publicar su vida diaria con fotos y videos, a través de una cuenta de Twitter llevada por su madre.

 

Conocida como la Ana Frank de Siria, Bana Alabed es una más de los 8 millones de niños en riesgo de muerte o mutilación que viven en medio de la guerra, y que atrajo la atención del mundo entero, especialmente desde que tuiteó el día que una bomba destruyó su casa y casi la mata.

 

Triste espectáculo 

 

Jamás la humanidad había visto en tiempo real imágenes de los horrores sufridos por personas atrapadas entre escombros, bombas y armas químicas. 

 

Nunca se había vivido un conflicto bélico en livestream, mientras el mundo observa desde la comodidad de sus smarthphones, el exterminio de una población. 

 

Las redes sociales han cambiado la forma de hacer y leer el periodismo, pues el testimonio narrado en directo y de primera mano hace que estas lleguen a lugares donde el periodismo es incapaz de penetrar. 

 

Así lo demuestran los últimos cinco años transmitidos en vivo desde Siria, y particularmente desde la ciudad sitiada de Alepo, epicentro del conflicto desde julio.

 

Enterados por un tuit

 

La diferencia con las guerras que precedieron al conflicto en Siria es que ésta no sólo pasa por los medios de comunicación principales, sino que multiplica sus fuentes al ser documentada todos los días a través de retweets en las pantallas de nuestros teléfonos celulares o computadoras. 

 

Hoy en día hay 3.4 mil millones de usuarios en Internet. Aproximadamente 500 millones de tweets se 

envían cada día. Casi siete horas de fotogramas se suben a YouTube cada segundo, en hasta 76 idiomas diferentes. 

 

Con 1.700 millones de cuentas activas, Facebook es el “país” más grande del mundo. Y según el centro de investigaciones Pew, la mayoría de los usuarios de Twitter y Facebook reciben sus noticias desde estas plataformas. 

 

Es por ello que el 59 por ciento de los usuarios de Twitter se basa en esta herramienta para seguir los eventos de noticias mientras acontecen en tiempo real.

 

De acuerdo a la Unión Internacional de Telecomunicaciones, el uso de Internet en el mundo creció un 16 por ciento cada año desde el 2005. El Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos estima que en Medio Oriente primero se tiene acceso a Internet que a la electricidad.

 

De primera mano

 

Mientras el ejército del régimen de Bashar Al-Assad avanza rápidamente en la parte oriental de Alepo, y ya controla el 70 por ciento de una zona que mantiene sitiada, Twitter y Facebook se han convertido en la única fuente que tiene el mundo de conocer la barbarie de esta guerra. 

 

Hay páginas de Facebook que narran las noticias en primicia antes que The New York Times o The Guardian, como la Aleppo Media Center, que es un grupo de periodistas sirios que desde 2012, y gracias a una red de corresponsales en los diferentes barrios, logra filtrar información e imágenes sobre lo que está sucediendo en la ciudad y las zonas bombardeadas.

 

La variedad de mapas que circulan en los medios de comunicación desde sus plataformas digitales para ilustrar el avance de las fuerzas involucradas en el conflicto, no son producto de la creatividad de los diseñadores gráficos de medios occidentales. 

 

Vienen de cartógrafos principiantes, que desde sus casas en Siria dibujan las líneas móviles de los diferentes frentes que están desgarrando Siria.

 

También está la información difundida a través de ONGs como la Syria Charity, que no ha dejado de documentar los bombardeos gracias a que un rescatista logró llevar consigo una cámara GOPro y desde su casco filma a los heridos y muertos por bombardeo. 

 

Activismo de sillón

 

Aunque los ciudadanos digitales pueden ser sinceros en sus deseos de influir en asuntos políticos y humanitarios, sus esfuerzos son equivocados si solo se mantienen en ese estilo de denuncia. 

 

Es por eso que se ha sostenido que las campañas hechas por Internet, a través de plataformas como Change.org, son incapaces de lograr sus objetivos declarados.

 

La batalla de Alepo ha resultado ser más letal para los civiles que para los rebeldes o el Estado Islámico, y sin embargo, ¿cuáles son las reacciones que provocan las imágenes? Tristeza, ira, desánimo, pero ¿qué acción en concreto? 

 

Ese es el misterio que gira en torno al slacktivismo, o activismo de sillón de los millennials. Pues, ¿cómo es que el exceso de imágenes, información y datos está causando más pasividad ante la desgracia, que acción colectiva contra la barbarie?

 

Diversos estudios aseguran que para el cerebro humano, la muerte de un hombre es una tragedia, pero la muerte de millones es solo una estadística.

 

Reacción sin acción

 

Aunque la denuncia se manifiesta a través de emojis y retuits en redes sociales, no siempre generan solución:

 

  Se le llama slacktivismo, o activismo de sillón, a la acción a través de redes sociales ejercida por la generación de los millennials.

 

  Analistas sugieren que las imágenes que se filtran en nuestras redes sociales con caras de niños cubiertos de polvo y sangre llaman nuestra atención, pero no nos atrapan todo el tiempo al filtrarse junto con las fotos de nuestros amigos, entre chistes y memes triviales.

 

  Se considera que las campañas hechas por Internet, a través de plataformas como Change.org, son incapaces de lograr sus objetivos declarados.

 

  Aunque son utilizadas para expresar opiniones políticas o humanitarias, no tienen influencia en las decisiones tomadas por los Congresos o los ejércitos, ya que los responsables políticos prestan poca atención a lo que está sucediendo en la esfera digital.

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