Maduro se va… a segundo plano

Los venezolanos claman ayuda. Desde que iniciaron las protestas y a raíz de la censura aplicada a los medios, las redes sociales han estallado en gritos que piden el apoyo de la prensa internacional para difundir la situación. 

Sin embargo, los deseos y amenazas de Vladimir Putin de invadir Ucrania han despachado a Venezuela hacia el olvido. 

Los venezolanos claman ayuda. Desde que iniciaron las protestas y a raíz de la censura aplicada a los medios, las redes sociales han estallado en gritos que piden el apoyo de la prensa internacional para difundir la situación. 

Sin embargo, los deseos y amenazas de Vladimir Putin de invadir Ucrania han despachado a Venezuela hacia el olvido. 

Pero la nación sudamericana no se rinde. La oposición continúa con las manifestaciones y el bloqueo las calles para obtener la atención del Gobierno, que rompió relaciones con Panamá y exigió mantener a la Organización de los Estados Americanos (OEA) fuera de los asuntos venezolanos. 

 “Que no se equivoque la derecha con nuestro pueblo y nuestra revolución. La OEA, déjenla donde está, en Washington se ve bien bonita. ¡Fuera la OEA de acá, por ahora y para siempre! ¡Nuestro camino es la Unasur”, aseguró el presidente Nicolás Maduro el miércoles pasado.

Además, el mandatario pidió a los consejos comunales, los colectivos y a las organizaciones de campesinos, disolver “guarimbas”, barricadas colocadas como medida de protección, en sus comunidades. Esto ha desatado denuncias de invasiones a la propiedad privada.

“Candelita que se prenda, candelita que se apaga”, exclamó. Resultado: dos muertos. 

¿Y ahora?

Mientras Estados Unidos está pendiente de su relación de amor y odio con Rusia, los países latinoamericanos pecan de ingratos. 

 “América Latina —sus Gobiernos, sus instituciones, sus congresos, sus intelectuales y sus estudiantes— es ingrata con Venezuela. El país que en gran medida la liberó hace 200 años, hoy lucha solo por su libertad”, escribió el historiador mexicano, Enrique Krauze para El País el pasado 27 de febrero. 

“Los estudiantes venezolanos cuentan con el apoyo de sus padres y maestros y de al menos la mitad de la población que en 2013 votó contra Maduro. Pero, en el ámbito latinoamericano, los jóvenes están casi solos. Es sorprendente la cantidad de usuarios de Twitter (jóvenes por añadidura) que en América Latina asumen el libreto del Gobierno venezolano y atribuyen ‘los disturbios’ a las fuerzas ‘fascistas’, ‘reaccionarias’, ‘de derecha’ que, aliadas con el ‘Imperio’, en un oscuro ‘complot’, traman un ‘golpe de Estado’ para ‘derrocar al Gobierno’. 

“En México, la prensa de izquierda —con gran ascendiente entre los jóvenes— apoya sin cortapisas a Maduro(…). Y el poder de la ideología en Venezuela es explicable: en millones de personas perdura el convencimiento de que la obra social de Chávez fue tangible y de que si no hizo más por ellos fue porque se le atravesó la muerte”, agregó el director de Letras Libres. 

Y es que, aunque artistas y políticos han expresado su preocupación por el conflicto venezolano, los gobiernos de sus países se mantienen al margen. 

Esto se debe a que países vecinos como “Colombia, México y Perú, que se oponen al chavismo, mantienen su distancia, recelosos de entrar en una pelea con un régimen conocido por su combatividad”, aseveró el especialista en asuntos exteriores de The Washington Post, Jackson Diehl, el pasado 3 de marzo. 

El editorialista asegura que “el descuido” no se debe a que el país sea insignificante. Pero aún así, ningún emisario ha visitado el país en las últimas semanas, ni ha comunicado planes de hacerlo. El único que abrió la posibilidad fue el expresidente estadounidense de 89 años, Jimmy Carter. 

Todo apunta a que los venezolanos tendrán que continuar generando ruido en las redes sociales y rezar para que Vladimir Putin calme las aguas en Europa. 

¿O será que el presidente ruso aprovechó para enviar una ayuda especial al heredero de su excolega, Hugo Chávez?

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