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Los apóstoles andinos de Hitler

Daniel Goldhagen defendió en su libro “Los verdugos voluntarios de Hitler” que había en la identidad alemana un antisemitismo intrínseco que se había desarrollado desde mucho antes de que se produjera el Holocausto.

Obra polémica y controversial, acertaba en algo al describir el inmenso poder de los mitos. En este caso, el efecto de la mitificación que se generó alrededor del pueblo judío y cómo la gente se aferró fanáticamente a esas ideas erróneas.

"Es una mentira de la prensa judía (el Holocausto) Hitler no mató a judíos, eso es un cuento judío".
Martín QuispeLíder del Social Nacionalismo del Perú Andino.

Daniel Goldhagen defendió en su libro “Los verdugos voluntarios de Hitler” que había en la identidad alemana un antisemitismo intrínseco que se había desarrollado desde mucho antes de que se produjera el Holocausto.

Obra polémica y controversial, acertaba en algo al describir el inmenso poder de los mitos. En este caso, el efecto de la mitificación que se generó alrededor del pueblo judío y cómo la gente se aferró fanáticamente a esas ideas erróneas.

Y es que todos los pueblos y culturas han buscado en algún momento un chivo expiatorio, alguien –aunque sea una entidad fantástica– que encarne todos los males, todas las desgracias, una especie de Diablo.

Quizás esto explique las ideas tan descabelladas de los miembros del grupo Social Nacionalismo del Perú Andino. Vehementes admiradores de Adolf Hitler (“Hitler se inmoló por la humanidad”, según el líder de este movimiento) y de la Alemania nazi, se declaran acérrimos enemigos del pueblo judío y aspiran a presentar una candidatura presidencial.

Y, a diferencia de otros grupos como Movimiento Nacional Socialista Despierta Perú o Vanguardia Nacional, no se esconden en foros cerrados.

Óscar Miranda, en un reportaje para el diario La República, y The Guardian dieron a conocer a este peculiar grupo.

El líder y su instrucción

Martín Quispe Mayta, de 38 años, aspira a ser el Führer de este pequeño movimiento que fundó hace 10 años en Lima.

Es un pequeño empresario que trabaja estampando publicidad en prendas de vestir y la idea que le agarró es la siguiente: los judíos son los culpables de todos los males de la humanidad y hay que combatirlos.    Quechua e hijo de padres vendedores ambulantes, el último de 8 hermanos, no terminó la primaria. Sin embargo, asegura que después pudo haber continuado sus estudios, pero que no le interesó, puesto que la educación, como los gobiernos, son, a su parecer, sirvientes del pueblo judío.

También, según explicó al periodista Miranda, considera que la instrucción puede buscarse en otros lugares. Si bien es cierto, pueden planteársele objeciones: uno no puede creerse literalmente lo primero que le cae en las manos ni aferrarse a las ideas defendidas en dos libros.

Y es que Quispe se topó en su adolescencia, en una tienda de libros usados, con viejas obras que versaban sobre la Segunda Guerra Mundial; con “El judío internacional”, de Henry Ford; y, por último, con textos del mexicano Salvador Borrego, simpatizante del nacional socialismo y difusor de la Teoría de la Historia Oculta.

El libro de Ford es considerado fundamental para las teorías antisemitas y Hitler no sólo lo elogió sino que lo mencionó en el “Mein Kampf”.

Quispe ha escrito dos libros –“El poder oculto judío” y “Judíos: culpables de todas las desgracias de la humanidad”–y dice, según explica The Guardian,  haber desarrollado una investigación que revela que personajes históricos como Winston Churchill, Roosevelt Theodore, Fidel Castro, Che Guevara, Abimael Guzmán (líder del grupo Sendero Luminoso), y Francisco Pizarro eran judíos o tenían raíces semitas.

El detalle de que esté incluido Francisco Pizarro va en realidad un poco más allá: cree que los conquistadores fueron judíos y no españoles. “El judío Pizarro y su grupo de genocidas judíos mataron a millones de peruanos nativos en su misión de poseer nuestro oro”, dijo Martín a The Guardian.

El Holocausto, lo niega de pleno: “Es una mentira de la prensa judía”, dice Martín al periodista Miranda. “Hitler no mató a judíos, eso es un cuento judío”, añade.

Cuando el periodista le replica que por qué habría tanta gente interesada en desprestigiar a Hitler, su respuesta está lista: “El 90 por ciento de la propiedad mundial es de los judíos”. Sin embargo, al preguntarle de dónde saca eso, responde que no recuerda los nombres, pero que las estadísticas están ahí.

Aunque asegura que ningún judío le ha hecho daño, ese hecho no le hace cuestionarse sus ideas asumidas.

Y, por último, culpa a los judíos de las imágenes de homosexualidad y de prostitución que aparecen en los canales  de televisión porque, según él, son de su propiedad.

El movimiento

Visten con uniformes oficiales que imitan a los del Tercer Reich y llevan un 7 en su brazo izquierdo como logo oficial.

Sus ideas, como suele pasar con los sentimientos irracionales, no están exentas de contradicciones.

No les choca ser quechua en lugar de arios, ya que no se definen como racistas y aseguran que Hitler tampoco lo fue. No contentos con ello, se obstinan en que la “supremacía de la raza aria” es un mito inventado por la prensa, dominada, a sus ojos, por los judíos. Y quizás no sea tan extraño, después de todo, en la época del derrumbe de las certezas y de la inundación de las teorías conspiratorias que se entremezclan con las historias de los medios que cuentan realidades a medias.

Teorías populares dicen que cada uno cree en lo que quiere creer y los componentes de este movimiento son un buen ejemplo de ello.

Sus primeros militantes fueron borrachos y drogadictos sin hogar que Quispe recogió y dio de comer al tiempo que les instruía en sus convicciones antisemitas.

Martin asegura que así llegó a reclutar hasta 300 personas. En la actualidad, son aproximadamente 70: 40 constantes y 30 intermitentes.

A diario se dedican a vender los libros de Quispe, polos y camisas con el logo del movimiento y un DVD con un pequeño video que resume su historia y sus ideas.

Su visión de futuro

Cuando se les pregunta por su objetivo, no dudan: alcanzar la presidencia. Para ello, primero tienen que constituirse formalmente como partido y necesitan 800 mil firmas. Por el momento, en 6 meses, han conseguido 15 mil.

Cuando el reportero de La República pregunta a Martin que cual sería su primera medida en el hipotético caso de lograr dicho objetivo, tampoco titubea: expulsar a todos los judíos del país y confiscarles sus propiedades.

Pero, contra lo que pudiera pensarse a partir de este comentario, la comunidad judía peruana es muy pequeña: según The Guardian, son algo menos de 5 mil en un país de casi 30 millones de personas.

Las reacciones

Por un lado, la Asociación Judía del Perú hizo público su rechazo a las ideas racistas del movimiento y pidió a las autoridades que tomaran medidas.

Por otro, en las redes sociales también se expresó el sentir de algunos internautas al conocer la noticia.

El diario peruano La República seleccionó algunos comentarios de su web, de Facebook y de Twitter. Reproduzco los siguientes: “Que no los dejen jamás participar en nada, y si el JNE aceptara esto ya sería el colmo”, Jpernesto R del Villar; “Nada, por muy pequeño e insignificante que parezca nos debe hacer que ignoremos el peligro que supone este tipo de actitud, por más que venga de personas limitadas emocionalmente por algún tipo de resentimiento”, Moisés Orbezo; o “Ni siquiera saben lo que es el nacional socialismo. Según los nazis, ellos deberían morir por no ser de raza aria”, Carlos Chunga.