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La evolución de la prostitución

Una de esas lleva por nombre “Lover Boys”. Y su diferencial esta en la manera en que se mantienen a la raya de la clandestinidad y la ilegalidad.

Esta reciente modalidad de explotación sexual se caracteriza por ser consensuada y tener a la manipulación como principal arma.

Sin embargo, ¿quiénes son los Lover Boys? ¿cómo operan y qué tienen de diferente a las formas más comunes de prostitución?

En el filme a cargo de Julia Rooke y Caroline Pare, presentado por la cadena Al Jazeera, muestra una explotación sexual camuflada de prostitución por consentimiento.

"Usan la promesa de romance e incluso matrimonio para ganarse la confianza de mujeres hasta volverlas prostitutas. Las autoridades le llaman lavado de cerebro."
Julia RookeDirectora del documental “Lover Boys”
“Los verdaderos hombres no comen queso: cuatro años en las manos de un Lover Boy”, libro escrito por María Mosterd. El libro ha sido best-seller en Países Bajos y narra en voz propia de la autora el infierno de haber sido víctima de explotación sexual por un Lover Boy.
Las víctimas, a pesar de su corta edad, son expuestas a violaciones grupales, tráfico de drogas, tráfico de armas y golpizas.

Una de esas lleva por nombre “Lover Boys”. Y su diferencial esta en la manera en que se mantienen a la raya de la clandestinidad y la ilegalidad.

Esta reciente modalidad de explotación sexual se caracteriza por ser consensuada y tener a la manipulación como principal arma.

Sin embargo, ¿quiénes son los Lover Boys? ¿cómo operan y qué tienen de diferente a las formas más comunes de prostitución?

En el filme a cargo de Julia Rooke y Caroline Pare, presentado por la cadena Al Jazeera, muestra una explotación sexual camuflada de prostitución por consentimiento.

El documental se centra en Países Bajos, lugar donde el hecho de que la prostitución sea legal se mezcla con la falta de oportunidades para algunas minorías.

Holanda es uno de los lugares de mayor tráfico sexual en Europa, según el documental.

Simplemente hay que hacer mención del Barrio Rojo , donde las luces rojas y los ventanales ofrecen sexo como mercancía al mejor postor. 

Se estima que el 25 por ciento de las mujeres dentro del mercado del sexoservicio son de origen holandés. 

Un cuarto por ciento de éstas, son estudiantes en edades de los doce a los dieciocho años.

Aquí se mezcla el primer factor, la oferta sexual y la tolerancia de las autoridades hacia esta práctica. El segundo factor es la migración. 

Jóvenes varones, se vuelven predadores sexuales como una manera de obtener dinero fácil.

Se acercan a ellas, las embarcan en una supuesta relación sentimental hasta orillarlas a la prostitución.

Esta nueva generación de proxenetas se les ha conocido con el término de “Lover Boys”.

La policía holandesa estima que el 40 por ciento de estos proxenetas son de origen marroquí-holandeses.

Pero, ¿cuál es su modus operandi? Lo primero es identificar a la víctima.

Según The Guardian,  son mujeres jóvenes con familias disfuncionales, en ocasiones dentro de la comunidad musulmana. 

Muchas de ellas con baja autoestima o con pocos amigos. Se acercan a ellas sabiendo reconocer su vulnerabilidad. 

Es a través de costosos regalos como las convencen de unirse a ellos sentimentalmente.

Su método es frecuentarlas, las aíslan de conocidos y amigos hasta volverlas lo suficientemente dependientes.

Víctimas afirman haberse sentido atraídas por sus explotadores  no porque fueran atractivos, sino por haber sido colmadas de regalos.

En el momento que tienen un completo control sobre ellas, las persuaden de tener encuentros sexuales con otras personas.

A pesar de negarse, son convencidas por sus “novios” hasta aceptar el ofrecimiento.

Sin darse cuenta, fueron introducidas a la prostitución.

“Si no lo haces, no me amas lo suficiente”, es la voz de una víctima, a quien su novio la obligó a prostituirse con un amigo de él. Ella apenas tenía 12 años.

Las víctimas  aceptan venderse sexualmente bajo la promesa de más regalos.

Otra manera de operar es a través del engaño. El proxeneta convence a la víctima de entablar una relación sentimental, bajo el supuesto de ser una persona adinerada. Luego vienen las excusas.

Así lo narra un Lover Boy en el retiro, entrevistado dentro del documental del programa Witness: 

“Tenía 23 años cuando comencé. Vi a una chica en la calle y pensé que era fácil. Se enamoró de mí después de regalarle cosas, pensó que tenía dinero. 

Después llegué con la excusa de que la policía me había arrestado y se había llevado mi dinero. Le propuse trabajar de prostituta. Primero se negó, pero al final aceptó”. 

Las víctimas, a pesar de su corta edad, son expuestas a violaciones grupales, tráfico de drogas, tráfico de armas y golpizas. 

En ocasiones en horas de clases. Les inducen a pensar que las clases no valen la pena. 

Las ganancias son bastante sustanciales.

Un Lover Boy con dos “novias” al año, puede ganar entre 2 mil y 5 mil dólares a la semana. A ellas apenas les toca el 10 por ciento, según la fuente.

Y hablar del origen étnico de los Lover Boy es pieza clave para entender la situación.

Inmersos en una problemática social de discriminación, ven la explotación sexual como la llave a una vida de lujos.

“Al principio solo pensaba en el dinero. El dinero te vuelve ciego”, concluyó el retirado Lover Boy.

Una de las variantes de esta modalidad de explotación sexual es que en ocasiones no tienen que forzar a las víctimas.

Angelique, otra víctima entrevistada, fue empujada a prostituirse por petición de su novio.

Él mismo la empujó a trabajar con clientes en hoteles, casas particulares. 

De día trabajaba en los ventanales del Barrio Rojo de Amsterdam y de noche era para clientes particulares. Y la marca psicológica es difícil de borrar.

“El sigue viviendo dentro de mí. A veces pongo esa mirada amenazadora de él, que me obligaba a decir que sí sin preguntar”.

Las prácticas de los Lover Boys se han diversificado. Aparte de la ya mencionada explotación sexual, utilizan a sus víctimas como herramientas para diversos actos. 

Al cumplir la mayoría de edad, las víctimas se vuelven prestanombres para la compra de autos y diferentes transacciones bancarias. 

Se vuelven el brazo derecho de estos predadores sexuales, camuflándolos aún más, pues difícilmente sospecharán de una colegiala.

Y la casualidad no es lo que empuja a los Lover Boys a caer en estas prácticas de proxenetismo amateur. Argumentan enfrentarse a la dificultad de conseguir un trabajo. 

“Siempre le darán trabajo a un holandés antes que a una persona de origen marroquí”, dice un entrevistado en el documental.

Y se vuelve un círculo vicioso.

El joven marroquí, que se enfrenta al rechazo por cargar con una imagen negativa, pasa a la explotación sexual, que perpetúa la mala apreciación hacia los hombres de su comunidad.

Otros más aseguran que la culpa la tiene Holanda. 

“Es legal ser proxeneta en Holanda. Primero te conviertes en Lover Boy y luego pasas a ser un proxeneta. Entonces, es culpa de Holanda. Ellos fomentan que los chicos terminen siendo Lover Boys”.

A los ingredientes anteriores se les agrega el contexto musulmán. En esta comunidad, hablar de sexo siempre ha sido un tabú.

 Y hablar de la prostitución aún más.

Entonces, una víctima que ha caído en la prostitución y a la vez es de origen musulmán, hablar del asunto es impensable. 

Es aún más difícil dejar a quien consideran su pareja sentimental. Se vuelven rehenes de su proxeneta y de si mismas. 

Hay muchos factores  dentro de esta problemática. Migración, falta de oportunidades, población vulnerable y explotación sexual tolerada, por mencionar algunos.

Se busca aumentar de 18 a 21 años la edad mínima para ejercer la prostitución en Holanda, buscando complicar la labor de los “Lover Boys”.

Así mismo, activistas también emprenden acciones para prevenir que hombres vulnerables elijan el camino de ser un proxeneta.

El caso presentado por el documental sucede en Holanda, pero podría pasar en cualquier parte del mundo. ¿Cuántas caras más mostrará el monstruo de la explotación sexual?