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La Catastroika que viene

"La libertad es la esclavitud”, rezaba el segundo eslogan del Partido del Gran Hermano de la ficción orwelliana “1984”.

Sus ecos resuenan en la situación actual de Grecia, país que protagoniza la continuación del documental “Debtocracy” (Deudocracia) y que está secuestrado por una deuda que no cesa de crecer y que asfixia a sus ciudadanos aunque la mayoría de éstos no ha tenido nada que ver con las causas que la generaron.

"La privatización masiva va a llevar a gente a ser despedida… por eso no es lo mejor en momentos de crisis”
Dani RodrikProfesor de Política Económica Internacional en Harvard
Desde la perspectiva de las élites de la Unión Europea, atreverse a hablar de golpe parlamentario para referirse a las deposiciones de Berlusconi o de Papandreu es algo populista
"La crisis mundial que el sector privado ha creado se convierte en un pretexto para un ataque general contra el patrimonio público”
Aris Chatzistefanou y Katerina KitidiResponsables de la dirección y el texto de “Catastroika”
La búsqueda de libertad absoluta de los mercados choca con los designios de los ciudadanos, con sus necesidades y con la capacidad de éstos de regir sus vidas, esto es, con la democracia

“La libertad es la esclavitud”, rezaba el segundo eslogan del Partido del Gran Hermano de la ficción orwelliana “1984”.

Sus ecos resuenan en la situación actual de Grecia, país que protagoniza la continuación del documental “Debtocracy” (Deudocracia) y que está secuestrado por una deuda que no cesa de crecer y que asfixia a sus ciudadanos aunque la mayoría de éstos no ha tenido nada que ver con las causas que la generaron.

Esa continuación se llama “Catastroika”, y se lanzó a Internet el 26 de abril de este año como una secuela de “Deudocracia”, un documental que, según informan sus creadores, desde su puesta en circulación en la web en 2011, ha sido visto por más de 2 millones de personas de todo el mundo.

Los periodistas Aris Chatzistefanou y Katerina Kitidi lo dirigieron y escribieron el guión.

Financiado colectivamente por ciudadanos de todo el mundo, el vídeo puede verse en la  web oficial y en Youtube.

Esto y su buena calidad de imagen explican que desde su lanzamiento no haya dejado de circular.

El documental es importante no sólo porque saca a la luz algunas lecciones del pasado sino también porque ofrece un análisis alternativo de la situación actual griega que, en un momento en el que parece no haber más opción que la asfixia económica, se torna más necesario que nunca.

Así, mientras que “Debtocracy” analizaba el origen de la deuda griega y desmontaba los mitos que se habían generado en torno a ella, “Catastroika” muestra los desastres que se están produciendo como consecuencia de la privatización masiva en el país tras la aprobación de los rescates.

Además, basándose en los ejemplos de privatizaciones de sectores clave fracasadas en Moscú, Londres, Paris, Berlín y Roma, advierte de lo que puede suceder de seguir por el camino dictado por Bruselas desde el inicio de la crisis. 

El título toma el término que empleó Jacques Rupnik, un politólogo francés especializado en problemas de la Europa central y oriental, para referirse a las últimas posibilidades de rebrote del imperio soviético. 

Sin embargo, con la llegada de Yeltsin y, según los guionistas de “Catastroika”, el “experimento de privatización más grande y con menos éxito en la historia de la humanidad”, un grupo de periodistas de The Guardian le otorgaron un significado distinto: el estado de destrucción completa (tasa de desempleo altísima y empobrecimiento de la población) de un país por las fuerzas del mercado. 

Ecos de “La doctrina del shock”

Abre el documental la voz de Naomi Klein, una periodista, escritora e investigadora que se ha constituido como un referente dentro del movimiento antiglobalización.

Con su intervención, recuerda la tesis general de su último libro: “La doctrina del shock: El auge del capitalismo del desastre”.

Esa tesis, sustentada en sus investigaciones, defiende que el origen de las políticas neoliberales se encuentra en el golpe de estado de Pinochet perpetrado bajo el paraguas ideológico de los economistas de la Universidad de Chicago, discípulos de Milton Friedman y conocidos como los Chicago Boys.

Klein lo tiene claro: esas políticas se impusieron a base de fuerza, torturas, desapariciones, muertes y terror y eran del todo incompatibles con los principios democráticos.

Y cita una frase que el economista de la Escuela Austríaca, Friedrich Von Hayek, dijo a Margaret Thatcher: “Acabo de regresar de Chile. Es maravilloso lo que Pinochet ha hecho. Creo que debes hacer lo mismo.” A lo que ésta contestó: “Esas políticas son incompatibles con la democracia constitucional”.

No obstante, Margaret Thatcher acabó encontrando el modo de llevarlas a cabo librando dos guerras: una, la de las Malvinas; otra, contra los sindicatos de mineros. 

El documental pone por tanto de relieve la contradicción de que aunque el neoliberalismo reclama menos control y menos regulaciones estatales, necesita mecanismos del Estado para implantarse.

Slavoj Žižek, filósofo esloveno que también aparece en el video, señala que no debemos olvidar que el neoliberalismo es una ideología y que, por lo mismo, en la práctica, en la política real, algunas de sus teorías no resultan como se habría esperado.

La deuda

Para Naomi Klein, la deuda, de la que tanto se oye hablar en estos días en países como Grecia, Italia, España o Portugal, surge por un motivo claro.

La fórmula aplicada en Chile o en la Inglaterra de Thatcher se quedó obsoleta y hubo que buscar nuevas formas que permitieran a las élites económicas y políticas forzar a los países a privatizar el mayor número de empresas públicas.

Es ahí cuando entra en juego el mecanismo de la deuda.

Tal y como explica David Hall, Director of PSIRU (Public Services International Research Unit), de la Universidad de Greenwich, “los paquetes de emergencia con el FMI permiten por primera vez a la Unión Europea abogar por las privatizaciones”.

Y es que los préstamos concedidos por esta institución conllevan la aplicación de unas políticas determinadas a los países que los reciben o que son forzados a aceptarlos, como sucedió recientemente con el rescate de Grecia, cuyo primer acuerdo de préstamo nunca llegó al Parlamento.

Para el escritor chileno Luis Sepúlveda, con cuya participación también contó la película,  “las condiciones del FMI y de los bancos europeos y estadounidenses son la entrega total de los derechos de los ciudadanos”.

Democracia vs. Mercados

En las reflexiones de varios de los filósofos, profesores y periodistas del documental aparece una idea recurrente: la libertad absoluta de los mercados choca con los designios de los ciudadanos, esto es, con la democracia.

Para evitar esos choques, cada vez más personas que habían hecho carrera en el mundo empresarial fueron copando puestos políticos.

Hasta el punto en que, según explica la voz conductora del documental, “la relación entre poder económico y político se torna una negociación interbancaria”.

Žižek, en relación a lo sucedido con la deposición de Berlusconi en Italia o de Papandreu en Grecia, afirma lo siguiente en otra de sus intervenciones: “La idea es: juegas con la democracia, pero, cuando las cosas se ponen serias, los expertos deben tomar el cargo. No tenemos tiempo de jugar con estos juegos.” 

Sin embargo, la voz en off que conduce el filme alerta de que con respecto a los nombramientos de Monti y de Papadimos, a su modo de verlo, cualquier persona que se atreva a hablar de golpe parlamentario o a cuestionar las políticas del Gobierno y la troika es caracterizada como populista.

La declaración de Costas Douzinas, profesor de Derecho en la Universidad de Londres, en relación a lo que está sucediendo en Europa, es lapidaria: “Nos encontramos en un periodo neocolonial en el que los centros financieros y políticos internacionales imponen políticas no sólo en África o América Latina, sino también en Europa, y eso se vuelve parte inherente del capitalismo”.

Privado vs. Público

Ben Fine, profesor de Economía de la Universidad de Londres, explica que hay una ideología que percibe que el funcionamiento del sector público es peor que la del privado. Pero para Fine, por lo general, el sector privado y el público funcionan en la práctica de forma bastante parecida. 

Sobre este punto, los creadores señalan en la página de Internet: “El resultado final de la investigación no es ni blanco ni negro. El “carácter social” del sector público contra una cara inhumana del mercado libre es tan simplista como las teorías de Milton Freedman sobre la necesidad de privatización de hasta del aire que respiramos”.

Las privatizaciones en las que se centra el documental y a las que caracteriza como especialmente problemáticas son aquellas que atañen a sectores estratégicos: ferrocarriles, luz, agua, energía, educación.

Conclusión a la que llega después de revisar la historia de la privatización de los trenes en Londres, del agua en París o de la luz en California. Ejemplos donde se tomaron decisiones políticas sin ningún análisis económico o científico previo, con frecuencia influidas por sobornos y cabildeos, y que resultaron en un aumento de precios sin mejoras en los servicios.

En Estados Unidos, por ejemplo, las estrategias para aumentar el precio de la energía pasaban por detener la producción para crear escasez con apagones que terminaban por afectar a todo el mundo.

Es por esto que, ante una situación de crisis que pretende retomar esas vías, “Catastroika” pone en el punto de mira historias quizás no muy conocidas y apuesta por poner un límite a las privatizaciones que se rija también por lo social.

Por último, recuerda que las empresas públicas se han construido gracias al dinero de los contribuyentes y que por esa razón venderlas al sector privado a un precio inferior al real es injusto, ya que la empresa privada va a beneficiarse gracias a una infraestructura creada a lo largo del tiempo por muchas personas.

“El objetivo es que la propiedad pública sea controlada por quienes la crearon: los trabajadores”, concluye.

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