Está de regreso

Los “momentos Obama” están de regreso. En un par de ocasiones, el actual presidente de Estados Unidos pudo provocar la risa del selecto público indeciso que se dio cita en el segundo debate presidencial en la Universidad Hofstra, en Long Island, Nueva York. 

Fueron poco más de 90 minutos de intenso intercambio de directas e indirectas entre Barack Obama y Mitt Romney. Pero la tensión se rompió cuando el rostro y el tono de voz de aquel candidato vigoroso de 2008 se asomó en el ahora presidente a contracorriente en el que se ha convertido en 2012. 

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Porcentaje a favor de Romney en la encuesta rápida después del debate
“Romney está usando los mismos viejos neoconservadores que nos llevaron a este mugrero”, dijo Obama en referencia a las similitudes entre Romney y Bush

Los “momentos Obama” están de regreso. En un par de ocasiones, el actual presidente de Estados Unidos pudo provocar la risa del selecto público indeciso que se dio cita en el segundo debate presidencial en la Universidad Hofstra, en Long Island, Nueva York. 

Fueron poco más de 90 minutos de intenso intercambio de directas e indirectas entre Barack Obama y Mitt Romney. Pero la tensión se rompió cuando el rostro y el tono de voz de aquel candidato vigoroso de 2008 se asomó en el ahora presidente a contracorriente en el que se ha convertido en 2012. 

Primero, al más puro estilo de un viejo favorito (Bill Clinton), Obama utilizó el recurso de los “facts” (los hechos y datos) para atacar a su contrincante republicano. 

“La suma no da”, dijo Obama en medio de un apasionante debate entre dos visiones contrapuestas en el tema de la  recaudación y recorte de impuestos. La frase, dicha en el tono y la seguridad que le caracterizaron hace cuatro años, provocó la primera reacción del público que se había mantenido atento y en silencio. 

El tema económico abrió el camino para evidenciar las diferencias más claras entre ambos candidatos. 

Mientras Romney comenzó por enfatizar que la clase media ha sido “aplastada” (“crushed”) durante estos cuatro años, Obama se encargó de asociar a Romney con las corporaciones y no con la gente. 

El primer intercambio de golpes llegó con el tema de la política energética. 

Mientras Obama habló de la generación de empleo mediante el impulso de energías limpias, Romney en contraste defendió como nunca la perforación (“more drilling”) y la obtención de energías no renovables (gas natural, petróleo, carbón) para garantizar la “independencia energética” de Estados Unidos.  

Aunque en un inicio Romney se mostró más seguro, con una actitud más firme (volteaba a ver a los ojos a su contrincante cuando lo criticaba), Obama se fue “soltando”. 

Parecía que Obama había iniciado con una mala estrategia: hablar del futuro, de esperanza y defender su administración con cifras, programas y un lenguaje más técnico. En cambio, Romney fue más directo y sin menos rodeos, pero a la larga esa estrategia le terminó por costar caro cuando la moderadora, la periodista Candy Crowley, provocó el aplauso del público. 

Y es que mientras Obama contestaba una difícil pregunta sobre el ataque a la embajada estadounidense en Bengasi, el republicano fue al ataque para criticar la respuesta del presidente… pero lo hizo de manera equivocada. 

Romney puso en duda el hecho de que Obama se refiriera al ataque como un “acto de terrorismo”; la periodista tuvo que intervenir para decir que, efectivamente, Obama había dicho eso un día después, lo que provocó el aplauso del público. 

Romney no se cansó de criticar en toda la noche a China, de señalar la caída en el estilo de vida de la clase media y de defender la perforación como política energética. 

Pero Obama tuvo la suerte de cerrar el debate con un golpe certero al republicano: de cómo él si se preocupa por ese 47 por ciento que Romney despreció en un video filtrado en Internet. 

Una encuesta rápida de CBS dio como ganador del debate a Obama con el 37 por ciento, lo que confirma que está de regreso. 

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