Hasta la fecha, la oferta primaria de energía en la región sigue estando dominada por energías fósiles. Foto: Especial

Refinerías, oleoductos, gasoductos… pronto podrían ser elefantes blancos

La transición hacia energías sustentables podría generar una menor demanda de recursos no renovables y con ello las inversiones intensivas de capital podrían perder atractivo

Las refinerías, los oleoductos, los gasoductos y demás infraestructura necesaria para la exploración, producción y comercialización de energías no renovables bien podrían convertirse en grandes elefantes blancos a mediano plazo.

Los pronósticos especializados indican que en los próximos años habrá una menor demanda de petróleo y otras fuentes de energías no renovables, ante la presión del cumplimiento de los compromisos climáticos internacionales y el proceso de transición energética que se experimenta a nivel global.

Una menor demanda de estas fuentes de energía derivaría en la volatilidad de sus costos, con una clara tendencia a la baja. Con ello las inversiones en las actividades de exploración y explotación de estos recursos podrían disminuir y, en el caso de proyectos que ya operan, convertirse en activos varados.

“Se espera que la demanda de energía procedente de fuentes no renovables disminuya radicalmente a medio y largo plazo. Esto es muy problemático en una industria que requiere inversiones intensivas en capital, con un período de retorno de varias décadas. El riesgo de la obsolescencia implicaría enormes pérdidas financieras e impactos socioambientales, sobre todo si se tiene en cuenta que estos proyectos son intensivos en capital y, por tanto, tienen costos financieros elevados”, advierte la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en su más reciente reporte “La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2023”.

El riesgo que describe la Cepal es especialmente elevado en la región debido a que los flujos de inversión en el sector energético siguen estando concentrados en las fuentes no renovables.

Cálculos del organismo señalan que durante 2022 los flujos de fusiones y adquisiciones en el sector de hidrocarburos aumentaron en 707 por ciento en comparación a 2019. Bolivia, Brasil, Colombia, Guyana, México y Trinidad y Tobago recibieron anualmente en promedio 7.214 millones de dólares destinados a las fuentes de energía no renovable.

“Este incremento responde principalmente a proyectos relacionados con la prospección, exploración y producción de petróleo y gas natural. Lo que se observa es que las inversiones en la etapa de upstream de la cadena de valor de los hidrocarburos suelen ser el punto de partida para la implementación de las estrategias de las empresas transnacionales en América Latina y el Caribe. Estas inversiones definen su interés por la ampliación de proyectos existentes, otros emprendimientos similares u otras etapas de la cadena de valor que favorezcan el procesamiento y distribución de los hidrocarburos explotados”.

Sin embargo, la Cepal advierte que esta demanda de hidrocarburos y las promesas de futuras inversiones en exploración, extracción y producción de petróleo y gas natural no son compatibles con un “contexto urgente de mitigar los efectos del cambio climático”, toda vez que la transición energética requiere poner fin a la explotación de nuevas reservas de hidrocarburos y eliminar progresivamente el uso de combustibles fósiles en los próximos años.

El dinamismo de las energías renovables

Pese al evidente repunte en la inversión del sector intensivo de carbono, la transición energética a fuentes renovables se ha convertido en una prioridad estratégica para las economías más grandes del mundo y en el caso de los países de América Latina están en una posición privilegiada para aprovechar esta transición e incluso se han convertido en mercados estratégicos a nivel mundial, señala la Cepal.

De hecho, Brasil, Chile y México se han posicionado como los mercados más atractivos con 80 por ciento de los anuncios de proyectos de inversión por un total de 170 mil millones de dólares, y con fuentes de energía solar y eólica.

Hasta la fecha, la oferta primaria de energía en la región sigue estando dominada por energías fósiles, pero el organismo internacional reconoce que en las últimas décadas se han puesto en marcha políticas ambiciosas destinadas a diversificar la matriz energética y se ha logrado avanzar considerablemente en el desarrollo del sector de las energías renovables.

Además, la Cepal apunta a el gran potencial para producir energía solar y eólica de países como Chile, Argentina, Brasil y México por los recursos extraordinarios con los que cuentan.

“Invertir en la transición energética de los países de América Latina y el Caribe puede representar una oportunidad para avanzar hacia modelos de desarrollo más sostenibles. Las energías renovables pueden reducir el costo del suministro de energía, aumentar la eficiencia energética y disminuir la vulnerabilidad de los países a las fluctuaciones de precios de los combustibles fósiles importados. Los países que actualmente dependen de los combustibles fósiles deben poner en marcha estrategias de inversión para transitar hacia fuentes de energía renovables”, afirma la Cepal en su reporte.

Para avanzar en esta transición energética será necesario invertir 1.3 por ciento del valor anual del Producto Interno Bruto (PIB) de la región para incorporar las energías renovables, universalizar el acceso a la energía y aumentar la integración eléctrica regional.

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