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Patadas de ahogado

Las tácticas que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y Arabia Saudita, su líder no oficial, han empleado en los últimos meses son propias de un competidor desesperado. Al rehusarse a recortar su producción, el cartel energético alimentó la caída de más de 50 por ciento que los precios petroleros han sufrido. Esto con la esperanza de recuperar participación de mercado contra otros productores y retrasar el desarrollo de fuentes alternativas o renovables de energía.

5
por ciento la proporción de la energía eléctrica global que es generada mediante el consumo de petróleo, de acuerdo con un análisis publicado por Citigroup
"Los sauditas podrían estar intentando prolongar la era del petróleo. (...) La caída en los costos de las fuentes renovables podría volver éste (ciclo)diferente a otros ciclos"
Bill McKibbenAutor y activista ambiental estadounidense
https://www.youtube.com/watch?v=6VkW3koCIJ4

Las tácticas que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y Arabia Saudita, su líder no oficial, han empleado en los últimos meses son propias de un competidor desesperado. Al rehusarse a recortar su producción, el cartel energético alimentó la caída de más de 50 por ciento que los precios petroleros han sufrido. Esto con la esperanza de recuperar participación de mercado contra otros productores y retrasar el desarrollo de fuentes alternativas o renovables de energía. Pero expertos señalan que sus objetivos no se cumplirán en el largo plazo y que su dominio sobre el mercado ya no es tan poderoso o seguro como antes lo era.

Cruda competencia

En su esfuerzo por presionar a sus competidores, sobre todo a los productores de shale estadounidenses que poseen mayores costos, Arabia Saudita y la OPEP han visto resultados mixtos.

Por un lado sus recortes de precio les han devuelto parte de su participación de mercado y han puesto en jaque financiero a algunos productores.

Pero al mismo tiempo, esto ha lastimado fiscalmente a sus miembros, algunos de los cuales ahora ven el mantener el nivel de producción como una decisión errónea que beneficia desproporcionadamente a Arabia Saudita e indican que el recorte apoyado por la mayoría de sus 12 miembros en su reunión de noviembre hubiese sido más adecuado. 

Irán, Libia y Omán se encuentran entre los miembros que han cuestionado esto y que probablemente presionarán en la reunión de junio de la organización para que se realice un recorte de producción de entre 5 y 10 por ciento que levante los precios nuevamente.

Esta división interna lastima la habilidad del cartel de mantenerse firme y unido, lo cual es esencial para actuar como bloque y tener un mayor efecto sobre el mercado energético global.

Además, aunque los productores estadounidenses se ven ahora más presionados que el año pasado, no han recortado su producción y continúan almacenando crudo. 

En la opinión de expertos de Citigroup, esto podría empujar los precios hasta niveles de 20 dólares por barril, lo cual resultaría peligroso para los gobiernos de muchos de los miembros de la OPEP.

Se acabó la fiesta

Además de lastimar sus finanzas públicas, la decisión de mantener el nivel de producción de la OPEP y la caída de precios que la ha acompañado ha tenido un efecto negativo sobre los mercados de otros activos.

La caída de 350 mil millones de dólares que se prevé experimentarán las ventas totales de la OPEP este año, a comparación del año pasado, es la más grande caída interanual en la historia de la organización, aún peor que la vista durante lo peor de la crisis del 2008.

Esta caída en sus ingresos obliga a los países de la OPEP a utilizar sus reservas extranjeras para cubrir parcialmente sus déficits fiscales, mismos que tienen que usar para mantener el alto nivel de gasto público que implementaron durante los años de bonanza. 

En consecuencia, este dinero deja de ser invertido en otros activos, como bonos gubernamentales, acciones o propiedades inmobiliarias, lo cual retira liquidez de los mercados financieros globales.

Bloomberg reporta que Rabah Arezki, director de investigación de commodities en el Fondo Monetario Internacional, indica que la preocupación no se debe tanto al tamaño de las inversiones de estos países, sino al efecto que su retirada pueda tener sobre el sentimiento general de los mercados.

Otros analistas, sin embargo, cuestionan esta teoría, diciendo que el impacto real de la retirada de los petrodólares en los mercados sólo será marginal debido a su tamaño relativamente pequeño frente a las inversiones de otros actores, como las administradoras de activos y las aseguradoras.

Retrasando lo renovable

Además de sus competidores en la producción de crudo, Arabia Saudita y la OPEP se enfrentan a fuentes de energía que puedan reemplazar al crudo, como el gas natural y los renovables.

La revista Bloomberg Markets reporta que esta caída en la demanda de largo plazo por el petróleo, a medida que el uso de energía se vuelve más eficiente y fuentes alternativas entran con más fuerza al mercado, es más temida por Arabia Saudita que su rivalidad con los productores de shale estadounidenses.

Pero la estrategia saudita parece sólo haber postergado lo inevitable, ya que un análisis de Bank of America-Merrill Lynch estima que en lugar de ver una caída en la demanda petrolera global para el 2025, un nivel de precios promedio de entre 60 y 70 dólares por barril pospone esta caída por lo menos cinco años, hasta el 2030.

Pero aunque el crudo barato lo vuelve más atractivo frente a otras fuentes de energía, su efecto no logrará descarrilar el desarrollo de largo plazo de la energía renovable, según reportó un análisis reciente de Citigroup.

Esta investigación de señala que dado que el petróleo sólo genera alrededor del 5 por ciento de la energía eléctrica de todo el mundo, no compite directamente contra fuentes renovables como la energía eólica y solar, y además es cada vez menos atractivo para este fin frente a alternativas como el gas natural.