El tamaño sí importa

Google apeló una multa de 2.7 mil millones de dólares que le impuso la Unión Europea por prácticas anticompetitivas, lo que pone de relieve la creciente preocupación que significa la concentración de mercado del sector tecnológico y la necesidad de un nuevo enfoque regulatorio

A finales de junio, la Comisión de Competencia de la Unión Europea impuso una multa récord de 2.7 mil millones de dólares a Google por abusar de su posición dominante en el mercado de búsquedas por internet. Las autoridades acusaron a la firma de 649.49 mil millones de dólares de privilegiar los resultados que promovían sus productos a costa de los de la competencia.

El lunes, Google apeló la decisión. La magnitud de la multa, pese a ser la más alta por un caso de abuso de posición dominante, apenas representa una ínfima proporción de los 89.6 mil millones de dólares en ingresos que la compañía registra anualmente.

Sin embargo, esta batalla legal es fundamental para la supervivencia de un modelo de negocios que depende cada vez en mayor medida de la concentración de poder mercado.

El conflicto entre la Unión Europea y las firmas de Silicon Valley, patente en otros eventos como el intento de hacer que Apple pague 14.5 mil millones de dólares en impuestos no cobrados en Irlanda, es visto como el primer enfrentamiento de muchos entre el sector tecnológico y las agencias del Estado.

Existe una creciente preocupación de que los líderes en Silicon Valley controlan el manejo de datos cruciales para el gobierno y para la privacidad de los ciudadanos,  mantienen una posición privilegiada respecto a su competencia tradicional (inhibiendo la innovación) y de que detentan un excesivo poder político que pone en riesgo a las instituciones democráticas.La disrupción tecnológica que ha significado Silicon Valley para la industria de los medios, las ventas minoristas y la comunicación es evidente. No obstante, sus competidores tradicionales argumentan que Facebook, una empresa de medios o Amazon, una empresa minorista, no están sujetos a las mismas regulaciones y obligaciones fiscales que los demás participantes del mercado porque están etiquetadas como empresas tecnológicas.

Esta consideración permite que las compañías deduzcan una cantidad significativa de impuestos al destinar una proporción sustancial de sus ganancias al pago de regalías por propiedad intelectual a compañías que están registradas en paraísos fiscales.

Escala y poder

Barry Lynn, fundador de la iniciativa Mercados Abiertos, sostiene que el contexto legal y regulatorio de Estados Unidos promueve la formación irrestricta de monopolios en el sector tecnológico.

Las ganancias de escala y poder político inherentes a esta posición permiten alimentar y fortalecer el status quo en un círculo vicioso en el que pocas entidades controlan parte crucial de la infraestructura de datos e innovación de la economía del siglo XXI.

En Silicon Valley el tamaño sí importa. Facebook controla el 45 por ciento del mercado de noticias y el 70 por ciento de los usuarios de redes sociales; Google controla el 86 por ciento del mercado de las búsquedas por internet y Amazon concentra casi la mitad de todas las ventas que se realizan, a través de internet.

Actualmente, las cinco empresas de mayor valor de capitalización son  tecnológicas. Apple, Google, Facebook, Microsoft y Amazon reúnen un valor conjunto de 2.99 billones de dólares.

La crítica económica de Silicon Valley no se limita a su tamaño. Estas compañías tienen un control total sobre las “vías ferrocarrileras” de la economía. Lynn argumenta que lo que debería ser tratado como bienes públicos por los reguladores, es utilizado para fines e intereses privados: “El internet estaba abierto y ahora repentinamente se ha cerrado. Estas son las personas que lo han cerrado. Estos son los monopolios de internet”.