Las autoridades económicas y del ámbito empresarial deben subsanar las áreas de oportunidad que condicionan la llegada de inversiones adicionales. Foto: Especial

El nearshoring tiene una fecha límite

La influencia del proceso de reubicación de empresas en el país no durará demasiado, como ha sucedido en otras ocasiones,  por lo que gobierno y empresas deben tomar ventaja de la coyuntura cuanto antes

Urge aprovechar la ventana de oportunidad creada por el proceso de relocalización industrial que viven las cadenas globales de producción para impulsar la economía mexicana ya que sus efectos podrían caducar en menos de una década.

La llegada de inversiones al país producto de una coyuntura internacional no es un acontecimiento económico sin precedentes, apenas tres décadas atrás se vivió un clima de negocios similar con la firma del Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Al comprender el potencial que tienen esos procesos de inversión también es posible detectar sus limitantes, que en el caso mexicano ha resultado en un impulso de la industria con una duración no mayor a una década, expone el análisis “Data y Nearshoring: La oportunidad de México” de la firma CIAL Dun & Bradstreet.

“Los efectos del TLCAN no estaban diseñados para tener un repercusión sistémica, con el nearshoring va a operar de manera similar; cuando esté en pleno auge, que puede ser en unos dos o tres años, veremos sus efectos más fuertes sobre la inversión, las exportaciones y hasta el crecimiento económico del país, pero pasados ocho o 10 años se moderará su efecto, para regresar a una especie de normalidad”, considera John Soldevilla, director general de  Economy, Business & Indicators y co autor del análisis.

La advertencia del analista plantea la urgencia de generar certidumbre jurídica, desarrollar infraestructura logística y atender el problema de la inseguridad en el país para poder aprovechar, cuanto antes, la gran tendencia global que las cadenas de suministro adoptaron luego de la pandemia y que se ha visto intensificada por los conflictos comerciales y bélicos que se han exacerbado en los últimos años.

De lograrlo, las estimaciones de CIAL Dun & Bradstreet proyectan que en 2023 el país estaría captando 87 mil millones de dólares por concepto de Inversión Extranjera Directa (IED), lo que podría generar un crecimiento económico promedio de hasta 3.7 puntos porcentuales en el Producto Interno Bruto (PIB) durante los próximos cinco años.

Además, se generarían alrededor de un millón de empleos formales al año y el sector manufacturero, que resultaría el más beneficiado por el nearshoring, alcanzaría a concentrar el 96 por ciento de las exportaciones totales que produciría el país, llegando a aportar hasta una quinta parte de toda la riqueza que se generaría en México.

“Durante muchos sexenios, del 41 al 72, nuestra economía creció de manera brillante, 6.2 por ciento promedio anual, pero de repente pasamos a crecer 1.9 por ciento, es decir, menos de la tercera parte que crecíamos antes ¿Qué pasó? ¿Por qué antes crecíamos más? Muy claro, la inversión en ese periodo pasó de representar siete puntos porcentuales del PIB a 27 puntos al inicio de la década de los 80, luego de eso no volvimos a crecer de manera considerable; la inversión es crecimiento”, advierte Soldevilla.

Por lo tanto, la ventana de oportunidad para beneficiarse del nearshoring luce reducida y no ofrece un periodo de tiempo amplio como para que autoridades económicas y el ámbito empresarial nacional tarden en subsanar las áreas de oportunidad que condicionan la llegada de inversiones adicionales, lo que implica que otras naciones que sí están preparadas puedan aprovechar la coyuntura.

¿Está México preparado?

Ante el periodo acotado disponible para la consolidación de la relocalización industrial en el país, la disyuntiva se encuentra en si México puede, a corto plazo, generar las condiciones necesarias para conservar su atractivo más allá del componente geográfico, expone Sergio Hernández, director ejecutivo de CIAL Dun & Bradstreet.

“La realidad es que resolver los retos que enfrenta el país para aprovechar el nearshoring va a llevar tiempo; no son temas que se van a resolver en dos o tres años, son cuestiones estructurales de nuestro país, y toda esta industria que está buscando maximizar el beneficio de la relocalización tampoco puede esperar a que México se vuelva confiable en los aspectos que las empresas demandan”, señala el director ejecutivo.

En ese sentido, las estrategias implementadas por la actual administración son correctas, pero no suficientes, consideran Soldevilla y Hernández, ya que solo con una política industrial articulada y enfocada en atender las necesidades empresariales urgentes, como el suministro de energías limpias y proveeduría eficaz, por ejemplo, México podrá hacerse de esas inversiones que garantizarán un crecimiento económico mientras dure el efecto del nearshoring.

Por su parte, el gobierno mexicano genera estrategias que, bajo su consideración, motivará la llegada de importantes capitales al país.

“El Gobierno de México emite hoy un decreto para impulsar las inversiones por el fenómeno del nearshoring. Este decreto establece incentivos fiscales para empresas que deseen reubicarse en cualquier parte de México y aplica para diez sectores clave de la economía mexicana”, ha señalado Gabriel Yorio, subsecretario de Hacienda.

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