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F1

Crisis sobre ruedas

La Fórmula 1 (F1) está en crisis.  La máxima categoría del deporte motor no ofrece un espectáculo competitivo  y cada vez es más difícil para los equipos poner a sus autos en la parrilla de salida. Esto se ha reflejado en la participación de menos escuderías en el campeonato que son orilladas a la bancarrota o a buscar salvavidas financieros.

En la inauguración de la temporada 2015, únicamente largaron quince autos en el Gran Premio de Australia. Esto contrasta con los años dorados de la F1 cuando en el Gran Premio de Silverstone llegaron a arrancar 26 monoplazas.

1,500
millones de dólares son los ingresos registrados en la F1 durante los últimos años, principalmente por derechos comerciales y televisivos
Mientras que los equipos pequeños están al borde de la bancarrota, cada año los accionistas de la Fórmula 1 registran ganancias extraordinarias
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La Fórmula 1 (F1) está en crisis.  La máxima categoría del deporte motor no ofrece un espectáculo competitivo  y cada vez es más difícil para los equipos poner a sus autos en la parrilla de salida. Esto se ha reflejado en la participación de menos escuderías en el campeonato que son orilladas a la bancarrota o a buscar salvavidas financieros.

En la inauguración de la temporada 2015, únicamente largaron quince autos en el Gran Premio de Australia. Esto contrasta con los años dorados de la F1 cuando en el Gran Premio de Silverstone llegaron a arrancar 26 monoplazas.

No obstante, mientras que equipos pequeños como Marussia se encuentran al borde de la supervivencia financiera, los accionistas de la F1 registran ganancias extraordinarias.

En los últimos años, el evento deportivo ha percibido ingresos de hasta mil 500 millones de dólares anuales.

Un tercio de las ganancias de CVC Capital Partners, firma de los accionistas de F1,  deriva de los derechos cobrados a los países para organizar las carreras.

El negocio de la F1 se ha centrado en su expansión en mercados emergentes, donde suelen haber subsidios para organizar la carrera.

Esto explica el debut del Gran Premio de Sochi en Rusia el año pasado, el regreso de la F1 a México, el desarrollo del Gran Premio de Azerbaiyán en 2016 o las diferentes carreras celebradas en Malasia, Qatar y Bahréin.

La F1 cobra a los países emergentes un promedio de 40 millones de dólares en derechos.  No obstante, Mónaco no paga derechos, Monza únicamente desembolsa 11 millones de dólares y a Silverstone (Reino Unido) sólo paga 30 millones de dólares.

En cambio, Singapur gastó 65 millones de dólares por los derechos  para auspiciar el evento este año. Cabe destacar que la tarifa se incrementa alrededor de 5 por ciento anual.

México saca cartera

El país pagará entre 35 y 40 millones de dólares para organizar el Gran Premio este año.

A esto se le debe añadir una inversión de 50 millones de dólares para mejorar las condiciones del Autódromo de los Hermanos Rodríguez. 

Los altos costos de organizar una carrera se han trasladado hacia el consumidor.  Los boletos del Gran Premio de México se encuentran entre los más caros del mundo, únicamente detrás de los precios de los boletos en el Gran Premio de Austin y el Gran Premio de Sao Paulo. El costo del boleto en México va desde los 1,500 hasta los 18 mil 750 pesos.

Por si fuera poco, los derechos televisivos de la F1 viven un proceso de migración hacia la modalidad de pago por evento que es más lucrativa que el modelo tradicional.

Las carreras son consideradas como uno de los eventos de mayor impacto comercial. Alrededor de 500 millones de televidentes siguen los eventos de la máxima categoría del deporte motor.

Escuderías en extinción

Si la F1 registra ingresos multimillonarios y se expande hacia nuevos mercados, ¿por qué el deporte está en crisis?  Los analistas del medio ofrecen diferentes respuestas, pero el común denominador está en los altos costos que enfrentan los equipos.

Cada año, la Federación Internacional del Automóvil cambia las reglas de la F1 exigiendo, po lo general, la implementación de nuevas tecnologías.  Estos cambios resultan cada vez más caros dados los elevados costos del trabajo de ingenieros especializados, el pago por innovación y desarrollo, así como la compra de material y tecnología de punta.

El costo promedio para desarrollar un motor es de 25 millones de dólares. 

De acuerdo a Gerard López, principal del equipo Lotus, durante la crisis económica de 2009 la F1 implementó uno de los mayores incrementos de costos en su historia: “Lo lógico habría sido cortar los costos…fue algo ridículo dado el clima económico”.

Otra crítica recurrente al sistema de competencia de la F1 es la fuerte desigualdad económica entre los equipos.  En el 2013, Red Bull y Ferrari recibieron 150 millones de dólares por parte de la F1. 

Por su parte, Marussia y Caterham  únicamente recibieron alrededor de  10 millones de dólares. El primero tuvo que ser rescatado financieramente por el equipo Manor tras declararse en bancarrota y el segundo fue excluido de las pistas en 2015 después de un programa fallido de donaciones.

Los equipos han tenido que recurrir a la contratación de pilotos apoyados por grandes consorcios empresariales. Lotus contrató al venezolano Pastor Maldonado, respaldado por Petróleos de Venezuela. Del mismo modo, Force India se hizo de los servicios de  Sergio Pérez, quién tiene una larga relación con América Móvil de Carlos Slim.

Sin embargo, Ron Dennis, presidente de McLaren, dijo que los patrocinios cubren apenas el 40 por ciento del presupuesto. En relación a los costos totales de una escudería, advierte que ninguna compañía está dispuesta a desembolsar tal cantidad de dinero.

En el 2009, cuatro equipos pequeños presionaron por reglas de fairplay financiero.  Se estipuló un tope presupuestario de 60 millones de dólares. Los equipos grandes rechazaron la iniciativa. De los cuatro equipos que presentaron la propuesta, sólo queda Marussia.