Aunque es un reto, Golden State es ese equipo al que se le debe dar el beneficio de la duda.
La mesa estaba puesta, todo había salido a pedir de boca. Un MVP elegido por unanimidad, el mejor arranque de temporada (24-0), el mejor registro en temporada regular (73-9), y por si fuera poco, contaban con el coach del año: Steve Kerr.
Con todos estos números y récords batidos en la duela, la pelea por el reinado en el viejo oeste parecía un trámite. Las apuestas ponían a los Golden State Warriors como los favoritos, no habría complicaciones.
La sombra de los Bulls comenzaba a verse lejana, pero de un solo golpe el Thunder bajó de su nube al actual campeón de la NBA.
Oklahoma ató el corazón del los Guerreros con un Stephen Curry que no reacciona ante la dupla Durant-Westbrook; ni su “Splash Brother”, Klay Thompson, pudo brillar en la duela.
Un Draymond Green desconectado que pierde la cabeza y lanza patadas; un Kerr que sucumbe ante un novato en Playoffs.
Los Golden State Warriors están por debajo del marcador 7.75 puntos en promedio ante el Thunder, dentro de los cuatro encuentros disputados. Oklahoma ha sido el único rival que ha logrado poner en predicamentos al conjunto de la Bahía.
Nunca antes en lo que va de la temporada Golden State había caído de esta manera; y están a un sólo triunfo de dejar tendido en la duela al monarca.
El reto ahora parece imposible, pero si existe un equipo al que se le debe dar el beneficio de la duda es precisamente a Golden State.
De los 39 equipos que se han encontrado en una serie 3-1 en Final de Conferencia, sólo dos han logrado recuperarse, pero nadie lo ha hecho desde 1981 (Boston Celtics vs. Philadelphia 76ers).
Los Guerreros aprovecharán el factor cancha. Será en el Oracle Arena y con el apoyo de su gente donde los pupilos de Steve Kerr busquen embolsarse el quinto juego, forzando la serie a siete.
Deben ganar tres partidos de manera consecutiva si quieren llegar a la Final de la NBA. Ya veremos si lo logran.
