El orgullo del rancho

Jesús Reyes reconoce que si sigue vivo es por la lucha libre y que todo se lo debe a su personaje, Máscara Año 2000, con el cual lleva 40 años en los que ha forjado una dinastía en este deporte
Manuel Sebreros Manuel Sebreros Publicado el
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La vida rural en el México de los años 1960’s pudo haber sido muy tranquila, si bien el campo representaba la calma de no batallar con los problemas de las grandes urbes, era también un pase casi directo a la pobreza y a sobrevivir en condiciones precarias a menos que se tomara otro camino aunque fuera en contra de las tradiciones, como lo hizo Jesús Reyes, Máscara Año 2000.

Y es que para Chucho Reyes ordeñar vacas y cuidar el ganado de la familia era parte de su vida de niño en el rancho de un poblado de Lagos de Moreno, Jalisco, pero su destino estaba escrito en una historia donde sería el protagonista de una de las carreras más exitosas de la lucha libre, disciplina en la que ha estado vigente durante 40 años y que junto a sus hermanos, y ahora su hijo y sobrinos, pudo instaurar una dinastía.

“Yo me hubiera muerto si no fuera luchador porque la vida en el campo es bien difícil y la verdad que si me hubiera quedado en el campo me hubiera muerto a los 25 años, la vida ahí es muy mala, si no fuera por la lucha libre no estaría vivo, Jesús Reyes le debe todo a Máscara 2000

“En el rancho no sabíamos de la lucha libre, ya después a los 12 años íbamos a Lagos de Moreno al cine y ahí veíamos películas, pero ver la lucha libre no, ni la conocíamos, pero de niño trabaja ahí en el rancho ordeñando vacas, cuidando borregos, becerros y todo el trabajo de campo”, relata.

Historia similar vivió su hermano Carmelo, quien debió emigrar durante un tiempo a Estados Unidos, donde tuvo su primer contacto con el ‘arte de los costalazos’, y fue quien inició con la historia familiar en las arenas con el personaje de Cien Caras.

Jesús Reyes comenzó en el bando técnico y formó parte de la Ola Azul, junto a Atlantis y Lizmark, pero la fiereza que llevaba dentro no empataba con la filosofía de la esquina científica y llegó a los rudos para después consolidar con sus hermanos (Cien Caras y Universo 2000) a los Dinamita.

“Como técnico no fui ídolo, ahí andaba pero no me considero que haya sido ídolo, me consolidé cuando me junté con mis hermanos, ahí fue cuando sentí que la gente me apoyaba, de técnico no pasaba del montoncito”, recuerda.

Con máscaras y sin ellas luego de perderlas en distintos momentos, Carmelo, Jesús y Andrés, este último fallecido en mayo del año pasado, protagonizaron batallas épicas contra rivales de su mismo calibre, con un estilo de lucha en el que la maldad era su principal ingrediente, mismo que les permitió ser de los favoritos del público pese a estar en el bando obscuro. De acuerdo con Jesús Reyes, ése es su herencia a este deporte, haber dado todo en el cuadrilátero y ganarse la credibilidad de la afición.

“Mi mayor legado es que la lucha libre que nos tocó la gente nos la creía, puede ser un legado de efectividad o de realidad, a lo mejor mucha gente piensa que (la lucha) es de mentira o un juego y nada qué ver, esto es una cosa muy seria, pero a nosotros nos creían más que a muchos, fuimos unos verdaderos luchadores feroces”, resalta

Derrotas dolorosas

Perder la máscara ante el Perro Aguayo, las diferentes lesiones y, sobre todo, el fallecimiento del menor de los Dinamita, Universo 2000, han sido los momentos más complicados para Máscara Año 2000 en las cuatro décadas que lleva activo.

“El momento más complicado fue cuando me lastimaron el ojo izquierdo y tuve una fractura, se me rompió el tendón del brazo derecho y se me dislocó varias veces”, explica.

La Herencia

El paso de los años ha traído consigo que los fundadores de los Dinamita tengan que dar la estafeta a la Nueva Generación, y son los hijos de los Reyes los que continuarán con la historia luchística de la familia.

Sansón, Forastero, Universo 2000 Jr., Cuatrero e Hijo de Máscara Año 2000 (su hijo) son los que ahora ocupan los primeros planos del Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL) y recuerdan que su historia fue parecida a la de sus padres y tíos, pues desde pequeños estuvieron relacionados con el campo antes de dar el brinco al pancracio.

“Mi papá no me dejaba jugar con muñecos, decía que eso era para niñas, recuerdo que en la primaria veía a los demás con muñecos y yo pensaba que era normal, mi papá me ponía a jugar con el tractor, las vaquitas, con esos juguetes. Nosotros jugábamos el cuatro en el rancho, la liga, canicas, trompo, de todo”, señala Sansón, hijo de Carmelo Reyes.

Cuarenta años después de su debut, y con el relevo generacional activo, Jesús Reyes considera que aún tiene cuerda para disputar alguna máscara o cabellera en la Arena México antes de poner fin a su carrera y disfrutar de la calma del rancho

Garganta afinada

Una faceta que también disfruta Máscara Año 2000 es cantar música ranchera, género del cual cuenta con un disco producido de manera profesional en 2017. En esta otra etapa de su vida también ha involucrado a sus hermanos, con quienes vivió anécdotas que lo marcaron.

“Cuando grabé mi primer disco le dije a mis hermanos que el productor quería que ellos participaran pero no querían, nos tardamos como dos días grabando por un verso que no le salía a mi carnal (Cien Caras), nos aventamos buen cotorreo esa vez”, dice Jesús Reyes, admirador de Vicente Fernández.

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